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El colegio donde terminé el bachillerato tenía unas características muy especiales.  Por ejemplo, era semi privado ¿o sería semi público? Bueno, nunca lo pude comprender bien, pertenecía a una comunidad religiosa, que lo administraba, y la nación pagaba la mitad de los profesores. Para su construcción, se compró un extenso terreno al norte de la ciudad, había sido una finca de recreo, tenía,  y aún se conservan, muchos árboles y la casa principal, que hoy funciona como casa de convivencias.   Así, el colegio fue más conocido como “La Finca” que por su propio nombre.  El rector, un hermano de la congregación, era arquitecto y realizó el diseño de las instalaciones.

Funcionaban tres secciones en edificaciones diferentes: el preescolar, la primaria y el bachillerato; este era mixto, y fue el último en entrar en operación.  Fue trasladado desde otro barrio, iba en el curso octavo, a medida que pasaban los años se creaba el siguiente grado. Como se imaginarán, era pequeño y prácticamente todos nos conocíamos.

En la materia de español había una clase especial, el Centro Literario, que era mi preferida porque nos permitía salir de la rutina de las materias.  Si bien para algunos era una especie de “tormento”,  para otros era la oportunidad de crear, disfrutar, compartir y conocer otras habilidades de los compañeros; participábamos a veces individualmente, otras en grupos.  El profesor, Giovanni Arango Mejía, nos motivaba mucho,  nos sentíamos muy orgullosos de él porque tenía una columna en el suplemento dominical de un importante diario y  había publicado una novela.  Además,  tenía mucho carisma y cantaba tangos.

 

Imagen 1. Representación teatral, tomada de pixabayImagen 1.  Representación teatral, tomada de pixabay.

En aquellos días había en la televisión, más que un musical, un programa de variedades, en el cual su director presentaba los éxitos del momento, además, tenía su propia agrupación, siempre empezaba con la frase “Hola amigos, bienvenidos a la hora con más música”, era El Show de Jimmy.  Entre las secciones de dicho programa, se presentaba un grupo que nos gustaba por su creatividad: Los Recochan Boy’s.  Eran desafinados,  desatinados, disparatados, pero graciosos, con “el Culebro Casanova” a la cabeza. Su vestimenta, su entonación, el ritmo, su “descomposición” de la letra, divertía a toda la familia.  Si pueden, vean el vídeo de “Piel Canela”,  el coro de la canción original dice “Me importas tú, …y tú y solamente tú”,  el cual es cambiado por “Me importa usted,  usted, usted… y solamente sumercé”, agréguele un pito de una cicla en la mitad de la canción, cada integrante con traje diferente al de los demás, y cuando terminaban salían corriendo, queriendo robarse la pantalla.

Las parodias

¿Qué hicimos nosotros para un centro literario?  Presentar una parodia de los “Recochan Boy’s”, por cierto, fuimos muy originales y nos pusimos el siguiente  nombre: “Los Recochan Brothers”, jijiji.  Y lo mejor de todo ¡ninguno sabía cantar! Había un compañero que quería participar en el “proyecto”, tenía una potente voz pero no cantaba ni le gustaba actuar, así que fue el presentador del grupo.  Conseguimos una guitarra, una guacharaca, una tumbadora, y un triángulo.

Con los “Recochan Brothers” hicimos varias presentaciones durante el año, eso sí, juiciosamente entrenábamos cada número.  El principal evento al que asistimos fue un bazar en el colegio, abierto al público en general, allí hicimos dos presentaciones.

El “vitrolero” y la dama

En la primera presentación, interpretábamos una canción de Guillermo Buitrago, “Dame tu mujer José”, al ritmo de una vitrola, la cual manipulaba otro compañero, Mito.  Muy entonados arrancábamos con “Uepa…- Dame tu mujer José – Dime cuándo me la darás – Dame tu mujer José – Dime cuándo me la darás, eres un hombre sinvergüenza…”, de repente aparecía una bella dama que coqueteaba con el “vitrolero”, que emocionado, a veces aumentaba la velocidad con la manivela, entonces, el grupo se movía, cantaba y tocaba rápidamente, como robot en corto circuito, juntábamos las palabras,  terminábamos exhaustos.  O cuando él chorreaba la baba por la chica, iba bajando la velocidad, entonces nos movíamos en cámaraaa leenntaa, y cantábamos muy deespaciiitooo “A a y  Jo o se li ii to o   n o  ll o o r ee s… ”.  Le arrancábamos sonrisas al público.

Imagen 2. La vitrola, tomado de pixabay

Imagen 2.  La vitrola, tomado de pixabay.

 

Una coreografía perfecta

La segunda, fue una doble parodia, la ensayamos mucho, esta vez nuestras amigas nos ayudaron con la coreografía y algunos compañeros asistían a las prácticas, nos daban sugerencias y nos hacían barra.  Tenía que salir perfecta, eran los “Recochan Brothers” imitando nada más ni nada menos que a “Menudo”.  Este era el grupo de moda, la sensación, a las chicas les fascinaba, se despelucaban por Xavier, Ricky, Charlie, Miguel, Johnny, René o Ray, los más reconocidos de todos.  Entre las canciones más famosas en ese momento estaban “Súbete a mi moto”, “Claridad”, “Rock en la TV”, “Y yo no bailo”, “A volar”, “Lluvia”.  Nosotros escogimos  “Tú te imaginas” por su pegajosa letra y facilidad para bailarla.

Hicimos un cambio en los trajes, al mejor estilo de los “Recochan Boy’s”: el costeño de sombrero vueltiao y mochila, otro con sombrero aguadeño, carriel y machete, uno con ruana y sombrero boyacense, otro llevo un traje completo con corbata, al estilo cachaco, y el último con una camisa de carnaval, dorada y con boleros.

 “Señoras y señores, directamente desde Puerto Rico, con ustedes el Único, el Oooriginal, el grupo que está causando euforia total en América, que digo América, en todo el mundo…mejor, en toda la Galaxia: “Los Menuuuudos Brothers”, anunció nuestro compañero.

Arrancamos, de espaldas a la concurrencia, chasqueando los dedos, alzando las manos y piernas de acuerdo a los lentos acordes de la canción, luego sonaba un “Tan, tan” y dábamos unos cortos saltos hacia atrás, volvíamos a la posición inicial levantando las manos y las piernas, con el “Tan, tan” saltábamos, luego girábamos con estilo, quedando frente al público y otra vez la misma rutina, entonces nuestras compañeras gritaban a rabiar, parecían unas verdaderas fanáticas.  Y sonaba “Tú te imaginas –  A todo el mundo boca abajo –  Andando con las manos – Con el sombrero en los pies”  Ahí seguía toda la coreografía, moviendo los hombros, cruzando las piernas.  “Tú te imaginas –  Una ballena con pelo largo – Tocando en la guitarra – Una canción de los Rollings Stones”.  Entonces, un “Menudo Brothers” se quedaba embelesado saludando y enviándole besos a una chica del público, haciendo tropezar a otro integrante, salíamos a recogerlo con gestos desmesurados, e increpando de una manera cómica al descuidado, lo que producía sonrisas entre el público.  Y así seguimos con el show.

Todo era premeditado, lo habíamos practicado con meticulosidad.  Bueno, solo hubo una improvisación al final de la presentación, al terminar hicimos una venia al público cruzando los pies e inclinándonos, el costeño, que era futbolista,  se quitó el sombrero con su mano izquierda, lo llevó a su talón derecho, lo miramos como diciendo “¿Qué pasó?” Él se pegó los brazos a las costillas, subió los antebrazos extendió las manos, nos miró y puso cara de “yo no fui, se me chispotió”, se veía muy gracioso, la gente explotó en carcajadas, luego lanzó el sombrero con el pie, alguien lo atrapó en el aire y salimos, la gente aplaudió.

Los comerciales

En otro evento cultural del colegio, cada grupo debía representar un comercial de televisión.  Hubo una presentación en la que prácticamente salieron todos los alumnos del curso.  El resto del colegio los mirábamos asombrados, estaban vestidos informalmente, como de paseo, con gafas de sol, camisetas, jeans, balacas, sombrillas, gorros, sombreros, camisas floridas, en fin.  Caminaban por el escenario, de repente, se detienen, unos se recuestan contra la pared, otros se ponen a conversar, hay quienes se sientan, todos miran a un costado, empiezan a negar con la cabeza, se les ve preocupados, comienzan a tronar los dedos, también dan palmadas rítmicamente, aparece como un pedestal y encima de este un pupitre que asemeja un piano.

A continuación, sin perder el ritmo, giran sus cabezas, todos observan a alguien que está sentado, este se para, entonces, cantan “En la vía hay un trancón, todos tienen que parar…”, este personaje, con cadencia, se dirige hacia el piano, se sienta “… aprovecha el lugar.   Coca Cola está ahí, con su chispa para disfrutar”  simula que toca todas las teclas de una vez con la palma de la mano, suena la música “…Coca Cola es así”  todos empiezan a bailar “…es refrescante sensación, es así”  “…Para tu sed es lo mejor, es así” siguen bailando, el público los aplaude.  Destapan una nevera portátil, sacan gaseosas y se arma la fiesta.  Todos los alumnos del colegio también tarareamos la letra, mejor dicho, también hicimos parte del coro  ¡Fue sensacional!  Terminamos dándoles una gran ovación ¡Nos sorprendieron!

Ese fue un comercial de grata recordación, con el tiempo nos enteramos que el autor de la letra era Jaime Valencia, del famoso dúo “Ana y Jaime”, y que el protagonista del comercial era David Guerrero,  que después interpretó a “El Caleño” en la querida serie “Décimo grado”.

El comercial elegido

Nuestro curso optó por hacer un comercial donde aparecía un costeño en la playa, se veía desalentado, se frotaba el estómago, sonaba el fondo musical que decía algo como “Un hombre recostado en la palmera, de un fuerte dolor se queja”,  entonces el hombre se preguntaba: “¿Será el picante e pescao o los camarones que me comí?”, a continuación le pasaban un vaso de agua con Alkaseltzer, se lo tomaba, e inmediatamente se reavivaba, se ponía muy sonriente.  De pronto, le gritaban “Oye ¡Cuidado con ese tronco!”  El hombre al ver caer una palmera, saltaba, la esquivaba y luego la miraba feliz, estaba totalmente repuesto y lleno de vitalidad.

Imagen 3. Palmeras y playa, tomado de pixabayImagen 3.   Palmeras y playa, tomado de pixabay.

 

Nosotros teníamos al personaje perfecto: “Charles”, delgado, alto, moreno, de afro y le gustaba participar en estos eventos.  Grabamos el comercial en un casete, nos ideamos el escenario, y empezamos a ensayar.  Nuestra ambientación era muy natural, nos conseguimos un par de guaduas, hablamos con una vecina del colegio para que de su solar nos regalara unas cuantas hojas de plátano, era una palmera muy “citadina”.

Así que ensayamos, el comercial era muy corto.  Yo estaba encargado de lanzar el tronco al final.  Con nuestro “costeño” acordamos que cuando escuchara ¡Cuidado con ese tronco!” yo le haría una señal y lanzaba la palmera de un costado al otro, en diagonal hacia el fondo del escenario, así, él correría hacia adelante, de esta forma evitábamos cualquier tipo de riesgo; conseguimos una colchoneta en “Deportes” para que cuando cayera el tronco no rebotara mucho.  Ensayamos repetidas veces la presentación para que todo saliera de maravilla.

Llegó el día y la hora.  Ya teníamos todo listo, nos prestaron una matera grande y sembramos la “palmera platanera”,  en donde nuestro amigo se recostaría.  Charles iba de bermudas y de camiseta esqueleto, descalzo, lo vimos muy nervioso, hasta pálido estaba.  Le dimos ánimo, le llevaron un vaso de agua para que se lo tomara, le dieron indicaciones para controlar la respiración, logró tranquilizarse.

Llegó el momento, arrancamos, la música sonó, Charles dijo sus palabras perfectamente  “…Será el picante e pescao o los camarones que me comí…” y siguió al lado de la palmera.   Le pasaron el vaso con el efervescente, se lo tomó, todo marchaba sobre ruedas.

Ahora, la escena final, se escucha ¡Cuidado con ese tronco!”,  le hice la señal convenida, lancé el tronco, tomó la altura y la dirección correcta.  Pero Charles en vez de moverse hacia el frente lo hizo para atrás, “lo mataste” me dijo Mito que estaba a mi lado, ahora el que estaba pálido era yo.  Charles frenó y vio el tronco casi encima, el público y los “músicos” guardaron silencio, miraban expectantes, hábilmente se agachó, eludió la palmera que le pasó rozando el afro, se paró frente al público, giro la cabeza, miró el tronco, volvió a mirar al público, se pasó la mano por la frente y resopló como diciendo “Uy ¡estuvo cerca!” ¡Todos aplaudieron!  Especialmente nosotros, el susto por el que pasamos lo hizo ver muy real, aunque de verdad casi que descalabro a Charles, uf.  Él llegó muerto de la risa donde estábamos, nos miraba con picardía, nos felicitamos entre sí por la presentación.

Estas fueron agradables vivencias experimentadas gracias a los Centros Literarios, donde había cabida para temas serios, otros no tanto, para la creación y el fomento de las artes, y hasta para reírnos de nosotros mismos.

FIN

Referencias

Enlace “Piel canela”    https://www.youtube.com/watch?v=8IxUVpBjbGo

Enlace “Tú te imaginas”   https://www.youtube.com/watch?v=Hm5oMZdawKE

Enlace comercial “En la vía hay un trancón”    https://www.youtube.com/watch?v=crOuqSBueWs

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Me gusta disfrutar con la familia y amigos. Me fascina escribir relatos y anécdotas de la vida cotidiana. Gracias a sus lecturas y comentarios, cada día mejoro mi escritura. Soy Ingeniero de Sistemas, crecí en Medellín, viví en Bogotá y Guayaquil, y ahora en Cali. Les agradezco por leer esta, su columna.

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