Era noviembre y ya se sentía el ambiente de diciembre.  La Novena de Navidad era tradicional en la empresa, cada día le correspondía a un área diferente, todos los empleados participaban activamente, se realizaba antes de las vacaciones de fin de año.  A la gerencia le correspondió un día miércoles, el jefe estaba de viaje por fuera de la ciudad, así que se organizó un comité para coordinarlo, eran cuatro departamentos con un total de veinte empleados.

En general, en Navidad cada área de la compañía quería dejar su huella con algo novedoso, ya fuera llevando un grupo musical, pasabocas o comida típica, consiguiendo un coro, o yendo disfrazados como los personajes del pesebre, en fin.  Realmente era una época para compartir y disfrutar.

Imagen 1. Navidad. Tomada de pixabay

La planificación

Se citaron en la oficina de Magda, eran cinco los convocados, la idea era discutir cuáles serían las actividades de aquel día y quién sería el responsable de cada una de ellas; se saludaron, hablaban efusivamente, cada uno daba un punto de vista, alguien recordó novenas de años anteriores.  Daniel propuso:

—Muchachos, por qué primero no sacamos una lista general de las actividades y luego las desglosamos ¿les parece? —todos estuvieron de acuerdo.

Entonces, en un pequeño tablero, Camilo escribió:

—Empecemos con la novena como tal.

—Yo propongo que la “Oración para todos los días” la lea Andy, esa es la oración de inicio. Sigue la de la “Virgen”, si quieren yo la hago, me encantaría.  La oración a “San José” a Daniel, la del “Niño Jesús” a Yadir, la “Consideración del día” a Mónica y los “Gozos Navideños” lo distribuimos entre toda el área —dijo Magda, quien se sabía de memoria la novena.

—Me parece muy bien —respondió Mónica —yo saco una copia de la novena y le entrego la sección que le toca a cada uno, al igual que los Gozos Navideños, los señalo con el nombre respectivo.

—Lecturas de la novena ¡chuleado! —anunció Cami.

—La música la necesitaremos en dos momentos: en los villancicos y para ambientar el refrigerio después de finalizar la novena.

—Muchachos, hay un amigo mío que tiene un grupito musical, tocan muy bacano medio rock, pop, Los Dante.  Lo ponen a uno a brincar, son muy animados —propuso Andy, unos asintieron alegremente.

—¿Y contamos con suficiente presupuesto?  —preguntó Daniel.

—La empresa nos da una parte y la otra la ponemos nosotros.  Además, Los Dante me hacen una rebajita, son muy queridos.

—Listo, de todas maneras, traes el presupuesto. ¿Qué tal que nos toque ajustar con la prima?

—¡No! Ni riesgos.  Yo les traigo el presupuesto, seguro que no es costoso   —afirmó Andy.

Los pasabocas

Así continuaron planeando la actividad, acordaron llevar unos gorros navideños y bufandas que cada uno conseguiría en su casa.  La conversación se tornó muy animada, propusieron llevar natilla, buñuelos, achiras, sándwich de pavo, tortas navideñas, hasta una lechona, las ideas abundaban.

—¡Lo tengo! Escuchen —dijo Mónica —Ustedes saben que la mamá de Yadir hace unas empanadas exquisitas de carne y de pollo, son horneadas.  ¿Qué tal si las contratamos con ella?  Y así se gana una plática extra —todos estuvieron de acuerdo.

Uno de ellos aconsejó comprar juguitos en caja, gaseosas y servilletas en un supermercado de ventas por volúmenes, donde las bebidas salen más económicas, pues tenía una tarjeta de allí.  Ahora solo restaba contarle al área completa y afinar detalles.  Cada uno quedaba encargado de un punto específico, entonces, manos a la obra.

Imagen 2. Las empanadas. Tomada de pixabay

Faltaba algo

Antes de finalizar la reunión, Magda tomó la palabra:

—Todo está muy bien, pero muchachos creo que nos falta algo más emotivo, con más sentimiento de Navidad que le llegue a la gente.

—Sí, yo creo lo mismo —expresó pensativa Mónica —la comida y la música pueden ser la novedad, pero nos falta algo espiritual.

—Ya van a ver que con Los Dante la vamos a sacar del estadio —respondió Andy — ¿Sí o no viejo Dani?  A propósito, estás muy callado ¿por qué tan cabizbajo y meditabundo? —se río.

—Hum, tengo una idea, no sé si les guste —todos le prestaron atención.

—Esta mañana venía para acá y escuché en la radio la canción ‘99 Red Ballons’.  ¿La han escuchado?

—¡Claro!  Es un clásico.  Es de una banda alemana y la canción original se llama ‘99 Luftballons‘.  Lo sé porque conocen que soy amante del rock, del pop, del reguetón y del Jägermeister—dijo sonriendo Andy, mientras buscaba la melodía en su celular.

—Sí, a mí me parece muy chévere, el ritmo, la voz de la cantante, todo.  Andy, póngale volumen —sus compañeros lo miraban sin entender a dónde quería llegar.

—Bueno, se me ocurre que le entreguemos a cada persona un papelito, que allí escriba el deseo que quiere que se le cumpla el año entrante, luego, que lo ate a un globo con helio y después lo lance al cielo. ¿Qué opinan? — dijo tímidamente Daniel mirándolos.

—¿En serio? ¡Nooo! —dijo Mónica abriendo los ojos y sonriendo —¡Estupenda idea! ¡Sííí!

—¡Fantástico! —apuntó Magda mientras su mirada se iluminaba —Ya me lo imagino, eso era lo que estaba buscando, además, todos pueden participar independiente de sus creencias.

—¡Se nos prendió el bombillo, carajo, me gusta! Participamos todos, hasta los más escépticos. ¿Se imaginan a todos soltando los globos al mismo tiempo? —celebró Cami.

Sonriente se paró, con su mano abierta se tapó nariz y boca a lo ‘Star Wars’ y habló pausadamente con voz ronca:

—Sí, la Legión 501 presente.  Globito…  ¡Que la fuerza te acompañé!”.

Andy, que estaba de pie, puso los brazos en jarras, observó a sus compañeros, señaló con una mano la ventana y dijo al mejor estilo de Buzz Ligthyear:

—Mi deseo llegará  ¡Al infinito… y más allá!” — todos reían con aquellos apuntes.

Imagen 3. Buzz Ligthyear, Star Wars. Tomada de pixabay

Compartir con los equipos de trabajo

Convocaron a la gerencia para explicar su plan.  El entusiasmo fue general, todos se ofrecieron a leer la novena, propusieron que los globos fueran con los colores de la Navidad, rojo, blanco y verde, al igual que los cordeles para amarrar los mensajes, dos de ellos se encargarían de averiguar el costo de los globos y si los llevaban a domicilio.  Alguien propuso comprar en San Victorino los gorros o las bufandas para que fueran iguales, allí trabajaba un amigo y se los dejaba a precio de mayorista.

—Oigan, yo le entrego los globos a la gente —comentó Octavio —ustedes ven que soy un poquito robustico ¿sí o no?  Yo me disfrazo de papá Noel.

—Eso sería maravilloso ¿En serio te disfrazarías?

—¡Sí claro!  A mí no me da pena —replicó Octavio.

—Consigamos el disfraz y lo pagamos con el presupuesto.

—Tranquilos, yo me encargo de conseguir mi disfraz y no se preocupen por el costo, estamos en Navidad —contestó, todos lo aplaudieron.

Llegó el día

El día de la novena el equipo llegó más temprano a la oficina.  Yadir llevó las empanadas en varias cajas plásticas cerradas herméticamente, Francisco dispuso su carro para llevar las bebidas y natilla, Migue traía los gorros, bufandas y unos cascabeles.  Una hora antes de la novena, llegó el carro con los globos, hablaron con la administración quien les habilitó un ascensor directo hasta el décimo piso, al llegar metieron los globos en una sala de reuniones cercana.  Faltando media hora llegó el grupo musical.

En toda la entrada del piso, justo al pie del árbol de Navidad, adornaron una mesa con arreglos navideños para poner la comida y las bebidas.  Los puestos de los empleados eran abiertos, un escritorio estaba dispuesto para seis u ocho personas, tres o cuatro a cada lado, igual en la planta alta, eran alrededor de 80 trabajadores.

Todo era movimiento y agitación, en el nivel superior un grupo organizaba el sonido y la disposición del lugar; abajo, otro encabezado por Clau y Mariai, motivaban a las personas a concurrir, algunas se negaban porque tenían tareas pendientes, o porque no comulgaban con la tradición, las demás se aprestaban a participar.

La novena

Muchas personas se hicieron presentes, incluidos empleados de oficinas satélites, algunos se saludaron efusivamente, hacía algún tiempo que no se veían.  Se probó el micrófono, luego, se dio la bienvenida, se pidió silencio porque la ceremonia iba a empezar.  Magda agradeció la presencia de todos sus compañeros y les invitó a disfrutar de la novena.  Andy empezó solemnemente con la Oración para todos los días, luego fue el turno de Magda, así transcurrió la novena, según lo programado con cada lectura.

Luego vinieron los Gozos Navideños, cada uno los leía entremezclado entre la gente, causando una grata impresión.  ‘Los Dante’ acompañaron con un ritmo especial el coro Ven, ven ven.  Ven a nuestras almas Jesús.  Ven, ven ven… ”, los empleados se fueron animando.  Luego, interpretaron tres villancicos de forma vivaz, alentando a los presentes, quienes cantaban entusiasmados: Hacía Belén va una burra, Los peces en el río, Mi burrito sabanero.

El sueño y papá Noel

Para el cierre Daniel tomó el micrófono y manifestó parsimoniosamente:

—Antes de finalizar y pasar al refrigerio, queremos hacer el punto central de este evento y les pedimos su generosa participación, se llama “Un sueño, una esperanza”.  A cada uno se le entregará un papelito y un cordel.  Allí deben poner un sueño, un deseo que tengan y que quieren que se cumpla el próximo año —sus compañeros fueron repartiendo los papelitos —puede ser algo material o emocional, sobre el estudio, la salud, el amor, el trabajo, viajes, diversión… lo que quieran.  Háganlo con mucha fe.

Muchos escribieron a conciencia, entre tanto otros miraban despreocupados sin saber qué anotar.  Pasaron un par de minutos, algunos se preguntaban qué hacer con el mensaje.

—Ya todos escribieron ¿verdad? —varios contestaron afirmativamente —ahora enróllenlo y átenlo.  Les pedimos que vayan a la planta baja, allí les tenemos una sorpresa.

La gente empezó a desplazarse por las escalas, se fue escuchando un murmullo que denotaba asombro.  Entonces, se escuchó un fuerte “Ho, Ho, Hoo” era papá Noel que los esperaba al finalizar las escalinatas, también, se escuchaba el “tilín, tilín” de una campana navideña, lo acompañaban las damas de la gerencia quienes entregaban los globos, además, daban indicaciones de atarle el mensaje y ubicarse a un costado del ventanal; se oían expresiones como “Esto es increíble”, “Qué bella sorpresa”, “Nunca me lo imaginé”, “Qué emocionante”.  Los que estaban sentados en sus puestos se levantaron y fueron a pedir sus papelitos y globos, la emoción y el sentimiento del momento era contagioso.

Imagen 4. Santa, Mónica y los globos.  Cedida por MAC.

Las indicaciones.

El balcón estaba separado de los escritorios por unos inmensos ventanales con vista a la avenida El Dorado.  Magda se subió en una silla y llamó la atención de todos los presentes y les indicó:

—Recuerden escribir su sueño y atarlo al globo, si alguno falta pueden pasar por este donde están Dianis, Caro y los chicos —los señaló —en cinco minutos pasaremos al balcón y soltaremos los globos.  Ahora Andy les contará el mecanismo para lanzarlos. Ah, y tranquilos a esta hora no pasan aviones.

Todos estaban atentos a las indicaciones.

—Compañeros, nos distribuiremos en todo el balcón.  Primero, nos tomaran una foto con los globos, Cami está en el puente de la estación de Transmilenio.  Después, diremos la siguiente frase: “¡Creemos en la gente… y alcanzamos los sueños!”, al terminar yo diré “ahora” y ahí soltaremos los globos ¿Entendido?

Andy hizo repetir la frase unas tres veces, todos estaban entusiasmados.  Abrieron las puertas que comunicaban con el balcón, los invitó a pasar.

Viaje al cielo

Se fueron acomodando lentamente, había mucha camaradería, aprovechaban para tomarse fotos con sus celulares.  Algunos se apresuraban a terminar de atar su mensaje al globo, los empleados de la gerencia, acompañados de papá Noel, fueron los últimos en ingresar.

Ahora todos miraban abajo, al puente, muchas personas que transitaban por allí observaban el colorido balcón, entre tanto Cami tomaba fotos y hacía un vídeo.  Andy se hizo en un costado y preguntó si lo escuchaban, entonces fueron haciendo silencio.

—Compañeros, que nuestros sueños se hagan realidad. A la una, a las dos y a las tres.

— ¡Creemos en la gente… y alcanzamos los sueños! —gritaron.

—¡Ahora! —exclamó Andy.  Todos soltaron los globos al mismo tiempo.

Aplaudían, silbaban, gritaban, movían los brazos, los peatones los miraban sorprendidos. Los globos se fueron elevando formando una mancha multicolor, la emoción e ilusión embargaba al grupo, se encharcaban los ojos, algunos comentaban sus sueños en voz baja, especialmente los que pedían por la salud de un ser querido, otros entonaban cantos navideños, se daban abrazos, sentían su pecho vibrar, tomaban fotos, muchos se quedaron por varios minutos observando como los globos avanzaban buscando el cielo azul con dirección a Monserrate.  Había felicidad, esperanza, gratitud y entrega, se sentía el espíritu de la Navidad, mientras en el firmamento volaban 99 globos.

Imagen 5.  99 globos. Tomada de pixabay

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