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En aquel momento seguía la moda de los pantalones bota ancha o bota campana, la cual se originó en Inglaterra, popularizada, entre otros, por los hippies, los artistas de música Pop y Disco, como los Jackson Five, Bee Gees; de Rock, Janis Joplin, Peter Frampton; de Salsa, Willy Colón, Fania All Star y en el cine con Fiebre de Sábado por la noche. Los utilizaban tanto las mujeres como los hombres, generalmente eran de terlete o terlenka, las camisas eran anchas con bordados de flores, o de grandes y vistosos estampados, de cuello largo y puntiagudo.  Otra novedad para los hombres era el calzado: de plataforma y con tacón.

Continuaba vigente el uso del infaltable blue jean, solo que ahora estaba acompañado de camisetas tipo polo y de camisas leñeras, las cuales casi siempre se ponían por fuera, sin abotonar y con camisilla. Los jóvenes utilizaban chaquetas de jean, pero ‘los que mandaban la parada’ eran los buzos estilo ‘college’ americano, que también se ponían al revés.  En cuanto al calzado, los tenis eran la opción más práctica, pero la moda que estaba impactando era la de zapatos de “cuero volteado”, acabado de cuero afelpado tipo gamuza, con suela de goma. Los reyes de este tipo de calzado eran los Forchein: un botín con ribete estilo mocasín, con suela de goma y sin tacón, cuyo nombre provenía del fabricante en Estados Unidos: Florsheim. En las tiendas y almacenes se conseguían de marcas nacionales.

Calzado de cuero volteado,

Imagen 1.  Zapatos de cuero volteado, archivo personal

Quién era Juan

Quizás Juan ‘El Loco’ nunca había usado los “bota campana” por su forma de ser un tanto rebelde e irreverente, queriendo diferenciarse de los demás.  Era alto, delgado, moreno, con el pelo crespo, con una cadencia al caminar, parecía un integrante de los “Trotamundos de Harlem”.  Hablaba de una manera muy particular: al terminar una frase estiraba los labios como si fuera a dar un beso, gesticulaba mucho y “hablaba” con las manos.  El grupo de amigos lo conoció gracias a Fercho, toda su ropa parecía ser “Made in USA”, con él empezaron a conocer las “marcas”, a diferenciar logos y símbolos.  También, sabia de música, especialmente de rock, a veces se le veía con su grabadora de casetes, “la graba”.

Nacho y los Beatles

Estando un día juntos, Juan les empezó a hablar de las bandas de rock, en especial de Los Beatles, de sus canciones, sus anécdotas y del nombre de sus integrantes.  Nacho se mostró muy interesado y preguntó:

—¿Me puedes repetir los nombres?

—John, Paul, Ringo y George —contestó Juan.

—Hum, lo tengo: Ringo, Paul… ¿Cómo era?

—John, Paul, Ringo y George —repitió Juan.

—Listo, listo. ¿Ringo, Jhon…Gene?

Pasó más de media hora Nacho continuaba repitiendo los nombres, pero casi siempre se equivocaba, entonces, alguno de sus amigos los recitaba fluidamente y esto lo frustraba.

—Fresco, vamos a mi casa y te los muestro en un LP, en el disco están las caras, así te los aprendes mejor.

La casa de Juan

Llegaron a la casa, que era de dos pisos, allí se enteraron que vivía con su abuela, una tía y un hermano; su mamá llevaba un buen tiempo trabajando en Estados Unidos. Le enviaba dinero a su familia y cosas a sus hijos, entre ellas ropa y discos, ahora entendían de dónde sacaba Juan su “pinta”.  Por cierto, la colección de discos era amplia, casi todos de rock. Vieron los discos de Los Beatles, por fin Nacho se pudo grabar el nombre de cada uno e identificarlos.

Continuaron visitando a Juan El Loco. Vito, por ejemplo, disfrutaba viendo las carátulas de los “Long Play”, cada una tenía características muy particulares, unas con arreglos fotográficos y otras con dibujos a veces estrambóticos, surrealistas o desmesurados. Además, Juan les explicaba el significado de algunas melodías y ponía las que creía eran las mejores de cada disco, disfrutaba mucho haciéndolo.

—Ey, ey, escuchen cómo entra el bajo en esta parte… o cómo suena la guitarra “na, na, na, na” —decía, tomando la posición de guitarrista imaginario y moviendo los dedos de sus manos. ¡Era todo un artista en el escenario!

Algunas canciones eran estridentes para el gusto de Vito, pero le servían para conocer las bandas, con el tiempo aprendería a apreciarlas mejor. Al final, muchas de las canciones que escuchaban se volverían clásicos del rock. El Loco sacaba vinilos y hablaba emocionado de ellos, por ejemplo, de Black Sabath, de Queen, Led Zeppelin y de otros más por el estilo. Puso ‘Miss you‘ de Rolling Stones y todos automáticamente empezaron a moverse, era una reacción involuntaria del cuerpo, escuchaban al cantante, las guitarras, la batería, el coro, una parte enfatizaba la palabra “C r a z y”, puro ritmo, todos se movían. Vito conoció allí a Deep Purple, un nombre llamativo para él, también a los alocados de Kiss. El nombre que más le llamó la atención fue el de “Joe Cocker y sus perros rabiosos”, Juan les contó que Joe tenía una forma muy particular de cantar, contorsionaba su cuerpo especialmente sus brazos y dedos, imitando tocar la guitarra.

—Qué nombre tan gracioso “Joe Cocker y sus perros rabiosos” —dijo Vito.

—¿Cómo? ¿Y qué otro nombre podría tener? Qué tal “Joe Cocker y las papitas fritas” —contestó Fercho entre risas.

—Hay que ponerle cabeza, cacumen mijo ¡Joe Cocker! Sí ven, Joe Cocker —los otros lo miran sin entender.

—Joe  C O C K E R —dijo sobradamente —Cocker, Cocker como los perros, así de simple, por eso  lo de Perros Rabiosos. Sí ven, eso se llama rapidez mental —los otros asintieron.

—Ja, ja, ja, ja ¡Qué culebrero es este man!  Realmente es por el nombre de una canción ‘Mad Dog and Englishmen’ —apuntó Juan.

Discos de vinilo

Imagen 2.  Discos de vinilo, tomado de pixabay

Con los LP debajo del brazo

En adelante aquellos muchachos empezaron a cambiar su forma de vestir, escuchaban con más frecuencia emisoras de música en inglés.  Alguna vez hablaron de una canción de Queen, la banda que más les gustaba, y El Loco les dijo que tenía varios discos, entre ellos uno especial que les quería enseñar, así que acordaron reunirse en la casa de Fercho para escucharlo.

Juan llegó ese día con los discos debajo del brazo, vestido con un jean, los Forchein y una camiseta polo azul oscura.  Ya los otros lo esperaban en una de las habitaciones de la casa, empezaron a mirar los discos, luego pusieron canciones con un volumen moderado. A medida que pasaban los minutos aumentaba el entusiasmo y también el volumen del equipo de sonido.

—Muchachos, muchachos ¿qué es esa bulla?  —les dijo la tía Nina a modo de regaño —controlen el volumen.

—Bueno, eso haremos.

—Bien juiciosos, en un momento les hago un chocolatico con pan y quesito —terminó diciendo.

—Que rico tía.

Bajaron el volumen, quitaron el disco, entonces Juan El Loco les mostró el LP de Queen, la carátula era clara, blanca o rosada, con un escudo majestuoso y colorido, que contenía dos leones a lado y lado de una gigantesca letra “Q”, además, en su parte inferior aparecían, también a lado y lado, un par de hadas, un cangrejo reposaba sobre la “Q” y un gran cisne o ave Fénix en la parte superior.  Por el otro lado de la carátula se encontraba la lista de canciones, todos estaban fascinados.

Juan El Loco puso un par de canciones y luego colocó la que para él era la máxima creación de la banda hasta ese momento: ‘Bohemian Rapsodia‘.  Les explicó que estaba compuesta por varias secciones, entre ellas una a capela, un solo de guitarra, una parte operística, una sección de rock.  Algunos no entendían y él fue señalando las divisiones en la canción, a otros no los convencía del todo aquella melodía, que por cierto era larga. La repitieron un par de veces, estaban en una concentración total.

Las notas operísticas

A continuación, Juan les pidió silencio absoluto, que se sentaran cómodamente y cerraran los ojos, movió la aguja a un punto específico de la canción, más exactamente en la parte operística, les dio un par de recomendaciones, continuó con la música, todos prestaban total atención a la canción.

De repente, la tía entró abruptamente —¿Qué es esa alharaca?  ¿Qué pasa muchachitos? — dijo casi gritando.  Ellos giraron y la vieron con el rostro descompuesto.

—A ver ¿Qué lo picó?  ¿A este quién lo picó? —dijo Nina, ellos la miraron confundidos, no entendían.

— ¿Tía qué pasó?  Ay… ¿a quién picaron, a quién cortaron? —preguntó intrigado Nacho. Todos se pararon inmediatamente, se pusieron en alerta, dispuestos a salir.

— ¡A ese! —afirmó rotundamente.

—¿A quién?  —le volvieron a preguntar.

—A ese entelerido que está ahí gritando, quejándose, él que llama desesperadamente a la mamá. “Me picó, le picó, mamá mía, me picó, me picó” ¡Qué carajos le picó! —dijo ella haciendo morisquetas.

—Tía… tía ¡qué hijuemadre susto me hizo pegar!  —dijo Fercho riendo.  Todos soltaron una gran carcajada, no podían contenerse.

Entre risas Juan El Loco indicó que la canción decía algo como:

“Oh, !mamma mia, mamma mia!
¡Mamma mia, let me go!
!let me go!”

—Más bien, si quieren les pico el quesito en el chocolate, muévanse antes de que se les enfríe. Rapidito al comedor, apaguen esa carajada —ordenó la tía.

Ellos seguían riéndose, ya ni modo de volver a concentrarse, le hicieron caso y salieron de la habitación hablando alegremente entre sí.  Con Juan El Loco siguieron encontrándose por diversos motivos, entre ellos para conocer más de rock, Fercho empezó a comprar sus propios LP, se prestaban los discos entre sí, también, en los casetes grababan las canciones que les gustaba, algunos pasaban toda noche con el radio prendido en emisoras de música americana, con el volumen bajito ¡el rock había llegado a sus vidas!

Imagen 3. Casete

Imagen 3.  Casete, tomado de pixabay

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!Todos los hombres son igualitos!

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