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¿Sabía que, actualmente, más de 200 mil vuelos de aviones despegan y aterrizan todos los días alrededor del planeta? Es posible que nueve mil millones de pasajeros viajen durante 2030 (hoy lo hacen 3.000 millones anualmente) y que la flota mundial de aviones se duplique para el mismo año. Para mi viajar se ha convertido en una actividad rutinaria, al igual que para muchas personas, pero me gustaría regresar un poco en el tiempo para analizar cómo este crecimiento en el sector ha comenzado a demandar mayor tecnología para su correcta operación.

Antes de la Primera Guerra Mundial, viajar en avión solo lo podían realizar las personas más adineradas. De hecho, se adaptaban aviones militares para vuelos comerciales, pero su operación se encontraba condicionada pues el clima era un factor determinante a la hora de volar. Ya para 1920, Londres fue la primera ciudad en crear una torre de control ante el crecimiento de la aviación comercial; pero imagine qué sería de un aeropuerto hoy en día que carezca de un sistema robusto de control aéreo.

Solo en el país, durante el primer semestre de 2023, se movilizaron alrededor de 23 millones de pasajeros desde y hacia los aeropuertos de Colombia. Por supuesto que la cifra es positiva en términos económicos, y exactamente por eso es importante siempre implementar nuevas y más tecnologías en los radares de los aeropuertos y aumentar la atención hacia otros nuevos actores en los aires, como los drones, que ahora que se están convirtiendo en tecnologías cada vez más autónomas y que se fusionarán con la aviación tripulada.

Por ejemplo, aeropuertos ubicados en pleno corazón de las ciudades necesitan mayor control sobre las operaciones. Es más, ha sido necesario que se inicien a consolidar las plataformas de gestión de tráfico UTM que permitan identificar autorizaciones de vuelo automatizadas para los usuarios de drones, establecer rutas de vuelo y monitorear su presencia en el espacio aéreo de baja altitud para garantizar que no haya conflictos con otras aeronaves.

El crecimiento del sector suscita la implementación de sistemas de tráfico aéreo tecnológicos para que los controladores logren mantener un conocimiento constante de las posiciones de las aeronaves dentro de su espacio aéreo. Antes, las condiciones climáticas impedían que un vuelo rutinario pudiese llevarse a cabo, pero hoy en día, a través de la tecnología, ya es posible identificar factores como tormentas, nieve o ráfagas de viento para no ponerle freno a las operaciones.

Hace poco me encontré con esta pregunta en un blog: “¿Qué pasaría si supiera que las operaciones y las comunicaciones en los cielos podrían paralizarse debido a que los sistemas fueron pirateados?” ¿Usted qué haría?

Atrás quedaron los días en que los riesgos del sector aéreo solo se refieren a actos de terrorismo. Han surgido nuevas amenazas tecnológicas, como los ciberataques. Y es que la experiencia de viajar no se trata solo de algo individual, es todo un paquete, y eso incluye también la seguridad física de los vuelos, pues avances como digitalización de los sistemas, el almacenamiento de más datos en la nube y la creación de sistemas más conectados han hecho que el mundo de la aviación se convierta en un objetivo principal para los atacantes cibernéticos.

Por eso, todo el ecosistema de esta industria debe estar en capacidad de identificar los incidentes cibernéticos y responder a ellos en el menor tiempo para que la ciberseguridad pueda contribuir a crear valor para las organizaciones, ya que podrían beneficiarse de las tecnologías digitales sin comprometer sus sistemas o la seguridad de los pasajeros y la tripulación aérea.

Ganar en cualquier mercado, incluido en de la aviación, implica invertir para diferenciarse en los aspectos relevantes para los usuarios, y hoy gracias a la tecnología es posible lograrlo tanto para los operadores de los aeropuertos como para las aerolíneas. La prioridad es sentirse seguros en mundo que puede generar incertidumbre.

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