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La sostenibilidad es uno de los grandes motores empresariales de nuestros días. La discusión en la mayoría de los sectores y compañías se ha trasladado del foco consumista y netamente productivo hacia la creación de nuevas estrategias enfocadas en el cuidado medioambiental.

Uno de los sectores que ha comenzado a apostarle a un servicio más eficiente, dinámico y verdaderamente amigable con el entorno natural es el aeronáutico. De hecho, el negocio de la aviación se enfrenta a dos grandes crisis: la primera, de imagen, basada en la suposición generalizada de que la aviación es el mayor contribuyente de dióxido de carbono en comparación con otros medios de transporte; y una crisis financiera, como resultado de las restricciones por la pandemia que dejaron a miles de aviones sin volar.

A pesar de esto, el sector ha vuelto a despegar. Según la Asociación Internacional del Transporte Aéreo (IATA) el negocio de la aviación logrará su recuperación total en los años 2023 y 2024, y tras la reactivación económica se espera que vuelva a la normalidad entre este año y el próximo, indicios que también ha dado la Aeronáutica Civil de Colombia con cifras positivas en transporte de pasajeros y carga.

Por esta razón, ya se está actuando en el sector para avanzar hacia una aviación verde, más ecológica. Sin duda, la reducción de las emisiones, con el fin aportar en detener y revertir el acelerado calentamiento global, ha sido uno de los mayores logros.

La implementación de estrategias encaminadas hacia la renovación progresiva de unas flotas aéreas más económicas y respetuosas con el medio ambiente debe ser una prioridad en nuestros días. Esto va de la mano con la optimización de trayectorias a lo largo de todas las fases de vuelo, lo cual será posible gracias a sistemas de gestión cada vez más conectados.

La tecnología ha sido fundamental en este proceso. Por ejemplo, se han desarrollado aplicaciones enfocadas en proporcionar una estimación objetiva del impacto que genera el dióxido de carbono que emite cada vuelo, como también plataformas de colaboración con el control de tráfico aéreo (ATC) para aplicar procedimientos verdes junto con los pilotos y la ayuda del 4D.

 

De hecho, ya se encuentra en vías de desarrollo proyectos que ponen en el centro a la aviación eléctrica o híbrida como el avión de prueba de Ampaire, el EEL eléctrico híbrido, con ahorros de entre 50 % y 70 % en combustible; o el Proyecto Fresson, que ha reacondicionado un Britten-Norman Islander bimotor de nueve asientos con un sistema de propulsión eléctrica, apoyado por un motor convencional en caso de emergencia.

Uno de los grandes temas de agenda en el planeta es el de los combustibles y el petróleo. Y es que el sector requiere desarrollar combustibles sostenibles (SAF), como el biocombustible de segunda generación (Bio to Liquid, BtL) y el e-Fuel (Power to Liquid, PtL).

Por ahora se tiene en la mira que en menos de diez años sea una realidad el uso del hidrógeno, a pesar de las limitaciones que esto provocaría en tiempos de vuelo, y para la década de 2040 se podría comenzar a hablar de las famosas “alas voladoras”, una nueva generación de aeronaves con tecnología y manejo sustentable de combustible.

La  apuesta está en lograr aviones más inteligentes, mejor conectados y con una menor dependencia en los combustibles fósiles. Los sistemas de gestión de vuelo logran adaptar las trayectorias en tiempo real, teniendo en cuenta factores como el clima, las condiciones atmosféricas, la temperatura y la distancia, mejorando así el confort de los pasajeros, la reducción considerable en el consumo de gasolina y permitiendo establecer el cálculo en la huella de carbono.

Pero esto no solo se centra en el simple hecho de dejar de emitir dióxido de carbono (CO2), razón por la cual la aviación también se ha sumado al reto de reducir los efectos climáticos asociados con las estelas y las emisiones de óxido de nitrógeno (NOX).

Con solo mirar al cielo, se pueden ver las estelas de condensación que dejan los aviones en modo crucero; pero el gran problema es que estos cirros artificiales tienen una participación importante en el efecto invernadero, al atrapar el calor de la tierra.

Como si fuera poco, a lo anterior se suman las emisiones de NOX, las cuales son proporcionales al consumo de combustible y pueden generar calentamiento atmosférico.  Una estrategia que ayudaría a reducir estos fenómenos es el cambio de las altitudes de crucero.

Sin bien el reto es mayor, con el crecimiento del sector aeronáutico en Colombia y el mundo, las compañías estamos en un constante desarrollo de planes y acciones estratégicas que permitan cuidar el medio ambiente, salvaguardando la eficiencia de los aviones y las operaciones.

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