En estos días vi una interesante presentación sobre “19 tips para una comunicación virtual efectiva” que realizaron en Facebook Live mis amigas de Vega Y Jaramillo Comunicaciones, la cual me inspiro varias reflexiones:

Nosotros, los que estamos lejos de nuestra familia, nos ha tocado vivir una vida virtual desde que nos fuimos. La posibilidad de hacer video llamadas por supuesto representó en su momento, una ventana para poder estar presente de alguna manera en todos esos eventos que nos estábamos perdiendo con mucho dolor: todos los cumpleaños, bodas, aniversarios y demás en los que siempre somos los ausentes. Recuerdo, por ejemplo, a mi marido emocionado tratando de ver la reacción de su papá cuando le mandó una serenata por sus 80 años. El aquí con lagrimas en los ojos y sus hermanos allá disfrutando, olvidaban enfocar en el teléfono lo que nosotros queríamos ver. La música no los dejaba oír y nos dejaron olvidados en una mesa… “oigan, por favor, por favor…».

Hoy en día, por cuenta del confinamiento, estas reuniones virtuales son ya nuestro pan de cada día. Así nos vimos el día de la madre, por ejemplo, con todos, tanto los que estamos lejos en otros países, como los que están apenas a unas cuadras de distancia. Ya nos estamos acostumbrando a compartir sin abrazos, a hablar por turnos, a «hacer cara de inteligentes”, como decía una profesora de mi colegio, porque esta uno frente a un espejo todo el tiempo y se nota demasiado si uno esta aburrido con la charla técnica de alguno.

Explicaba Sandra Cardona en la presentación, cómo todos los detalles son importantes en estas video llamadas. En el trabajo, por ejemplo, aconsejaba que se debe estar vestido por completo para sentirse ejecutivo, porque si  está en pijama y sin zapatos, la mente quizá también lo esté. Hay que tener en cuenta, no solo en reuniones con los jefes o clientes, pero para cualquiera de estas juntas, en donde uno se sienta, lo que tiene de fondo, la luz, el encuadre de la cámara. Porque todo eso ayuda o distrae.

Mas de uno ha recibido textos privados en estos días con un “oiga no se pique la nariz, se esta viendo que tiene la cama no está tendida, no haga esas caras, se está quedando dormido, van a creer que esta aburrido”. La frase más escuchada es “por favor apaguen sus micrófonos,” porque claro, el perro, los niños gritando y la licuadora son ahora el ambiente frecuente tanto en las decisiones corporativas, como en clases escolares o reuniones de amigos. Hemos visto infinidad de memes con gente que se le olvida que esta en video y se va al baño o que se para y se ve que están en calzones. Yo, por ejemplo, resulté en medio de una clase universitaria de mi hija avisándole que ya estaba el desayuno, mi amiga tomándole fotos a su hijo, oyó a la maestra decirle: «Hi mom” y mi mamá recibió la llamada de un doctor cuando estaba con rulos, “Ay doctor que pena, no esperaba que me llamaran con video.”

Lo divertido es que este es un asunto que nos tocó a todas las generaciones. Los jóvenes en todo el mundo han tenido que ser pacientes con sus abuelos y tíos para explicarles desde lejos en donde picarle para que puedan entrar a una reunión: “es un link abuelita, un vinculo”, “¿por donde me lo mandaste? No entiendo. ¿Lo busco en Google?». “No, en el email, ¿ves la rayita azul?»… Y mientras tanto los demás esperan sin saber de que mas hablar. ¿Les suena familiar? Pero además cuando lo logran, se ponen muy cerca de la cámara y hasta las más vanidosas no caen en cuenta que lo que vemos todos es un plano cerrado de la frente, o de las arrugas.

Esta manera de comunicarnos es ahora tan parte de nuestras vidas, que mi hija soñó que yo le había mandado la contraseña del Zoom de una entrevista de trabajo que ella tenía a toda la familia y ella angustiada le pedía a sus tías que por favor se salieran.

En alguna parte leí que estas plataformas han aumentado su uso en un 600 % durante esta época. Lo curioso es que además hemos resultado en reuniones con amigos que no veíamos hace mucho y conociendo detalles que quizá nunca nos hubiéramos permitido. Sin duda las reuniones virtuales están cambiando la dinámica. Hace poco, por ejemplo, en un encuentro literario, con gente con la que nos hemos reunido desde hace varios años para leer libros, algunas amigas nos compartieron historias que revelaron desde su corazón y que resultaron una bonita sorpresa para todas. Quizá en el ambiente habitual del restaurante, en donde siempre nos reunimos, jamás lo hubieran hecho. Así que esta posibilidad de vernos y compartir representa por supuesto una bendición. Gracias a la tecnología no nos sentimos tan aislados.