Reinventarse es la palabra de moda en tiempos de pandemia. Algunos ya están incluso cansados de oírla. Inventar de nuevo. Eso significa la palabra reinventar. Nos reinventamos cuando renacemos con algo novedoso, diferente, que no era quizá lo que esperábamos. Se reinventa quien se transforma, quien emerge con ideas renovadoras, pero también quien con su experiencia crea para sorprender y sorprenderse. Algo que no es nuevo para quienes emigramos. Lo hemos hecho muchos cuando hemos partido. Cuando hemos dejado nuestros hogares, nuestra patria, nuestras profesiones.
Se han reinventado todos aquellos que han dejado atrás una vida y le han dado «reset», un nuevo comienzo, en un país extranjero, la mayoría de las veces en ambientes hostiles o por lo menos diferentes. Algunos buscando alternativas, crecimiento o sueños, otros porque no han tenido opción.
Mi abuelo, Plinio Mendoza Neira, activo liberal, abogado y quien había sido ministro de Defensa en Colombia, tuvo que salir del país y exiliarse en Venezuela por ser perseguido político de la violencia que se desató después el 9 de Abril de 1948. Allí se tuvo que reinventar para sacar adelante su familia de 7 hijos, pues no podía ejercer el derecho. Así, fue editor de importantes publicaciones, enseñándoles a sus hijos el oficio. Gracias a ello quizá, dejó una descendencia de periodistas y editores
Desde que salí de Colombia he conocido mucha gente que se ha reinventado. Es el caso de un ingeniero en la Florida, quien tenia un próspero negocio automotriz en Colombia y por culpa de la violencia del narcotráfico, en los años 90, tuvo que emigrar a Estados Unidos con un par de maletas, deudas, su familia y las ganas de salir adelante. Allí compró una podadora y empezó a cortar el pasto en las casas de Weston. En poco tiempo montó un exitoso negocio de diseño de jardines.
En México, una mujer con pocas ganas de quedarse sólo de ama de casa, que es la opción para la mayoría de las mujeres de los empresarios expatriados de industrias multinacionales, venia del sector financiero e intentó, con poca suerte, en un país machista, conseguir un cargo ejecutivo en un banco. Pues con las uñas, a punta de trámites y muchas trabas, empezó a importar panty medias colombianas, logrando entrar a las grandes cadenas de tiendas de ese país.
Una muy buena amiga también con una exitosa carrera de marketing en el sector financiero, hoy en día dirige un programa de español para niños con gran reputación en Maryland.
Tantas historias que en más de 20 años he sido testigo, he vivido, me han tocado. Muchos abogados, médicos, odontólogos que han tenido que volver a empezar sus carreras y trabajar en otras áreas para obtener su certificación y poder ejercer en este país. Muchos no lo logran. Básicamente tienen que empezar de cero. Tienen que pasar tediosos y muy difíciles exámenes para los cuales se preparan por meses. Fue el caso de mi marido y varios de sus amigos, quienes después de mucho esfuerzo, muchas horas sin dormir, cursos y sacrificios, pueden ahora tener sus propias prácticas. Para ellos toda mi admiración y respeto.
También conozco el caso de una ortodoncista, quien por amor dejó una practica profesional en México exitosa, se vino para Estados Unidos a trabajar como técnico dental y actualmente prepara sus exámenes para poder certificarse como odontóloga. El amor lo puede todo. No hay duda. Para ella el reinventarse es “la oportunidad de un nuevo inicio, es saber que los seres humanos tenemos la capacidad para empezar las veces que la vida te presenta situaciones inesperadas o planeadas, las que siempre vienen acompañadas de fuertes sacudidas y que a pesar de esto siempre, con amor, FE, constancia y dedicación lo puedes lograr”. Así dice que a su hija, que hoy se gradúa de bachillerato, se lo recuerda constantemente.
Reinventarse entonces es esa capacidad que tenemos los seres humanos de renacer y que debemos usar en medio de esta pandemia. Estos ejemplos de vida de compatriotas me lo recuerdan ahora. Quizá a muchos nos toca reinventarnos ahora de nuevo. Nuestros negocios con esta pandemia no volverán a ser lo que fueron en mucho tiempo. Pero aferrase a lo que fue, no tiene mucho sentido. Es como cuando, como extranjeros, nos quedamos con la nostalgia y no nos sabemos adaptar a lo nuevo, a los retos de un país diferente. Hoy se nos vino encima este virus que no esperábamos y arrasó no solo con la salud de muchos que mueren solitarios, sino también con el modo de vivir de la mayoría. Nos queda entonces la creatividad para salir adelante y volver a crear. A resurgir se dijo.