Circula por las redes sociales un video muy divertido de Héctor Suarez Jr. comentándole a Isa Lascurain su experiencia en Colombia con las diferencias de los términos mexicanos y colombianos (https://www.youtube.com/watch?v=97EnKOne2HI). Cuando uno vive en otro país hispanohablante por lo general se encuentra con choques culturales por el idioma, casi siempre risibles, pero que también lo pueden meter a uno en problemas. Las expresiones y términos pueden llegar a ser tan diferentes que en ocasiones se siente como otro idioma. Después de haber vivido 7 años en México y muchos más alrededor de amigos mexicanos, tengo varias anécdotas para contar de circunstancias similares a las que relata el actor mexicano.
Recién llegada al país azteca en un mercado callejero se me ocurrió preguntar cuanto costaba la cebolla cabezona, lo que produjo una burla instantánea del vendedor: “ay señito, ¿cómo dijo?, ¿cabezona? Pues vea usted, si tiene su cabeza la cebolla, tiene su cabeza repetía, jajaja”, y se reía fascinado el hombre… Nunca se me había ocurrido que ridículo adjetivo utilizamos para diferenciar la cebolla…
Un día estacionando enfrente de una librería con mi marido, nos dijo un muchacho: “¿le echo aguas?”, “cómo se le ocurre”. Se bajó mi marido indignado a protestar y tuvieron que explicarle que se trataba de avisarle para estacionar… el dele, dele… pare, pare…
Las diferentes expresiones sin duda nos pueden meter en problemas: Supe de una interacción comercial entre empresarios mexicanos y colombianos en donde al mexicano le ofrecieron un tinto a las 10 a. m. y el pensando que era muy temprano para tomar vino tinto expresó que prefería coca, lo cual recibió una respuesta indignada del colombiano que le dijo que no los insultara porque, aunque estuviera en Colombia, la droga no se veía de esa manera, cuando el hombre solo quería una Coca Cola.
Una señora bogotana llegó a Ciudad de México a una Tlapalería (Ferreteria) a pedir unas espermas (velas para los colombianos) y el tendero después de que con trabajo entendió lo que quería le dijo: «¿se las envuelvo o se las lleva puestas?»
A una tía un poli (como le dicen a los policías) pidiéndole mordida porque ella había cometido una infracción, le dijo que si le daba para la «chela» (cerveza) y ella llego a contar que muy curioso el policía le estaba pidiendo dinero para la novia.
En el país azteca se utiliza mucho pedir las cosas en negativo y la gente está acostumbrada a esa construcción. Nuestra manera quizá les suene rimbombante y extraña y no nos entienden. “Por favor me puede subir el periódico en la mañana”, le pedía yo al portero y parecía no entenderme. Tienes que decirle en negativo”, me aconsejó una prima que llevaba varios años allá : “¿No me sube usted el periódico por favorcito?”, y así sí tuve al otro día el diario en mi puerta.
Hay ciertas palabras que como colombianos debemos suprimir de nuestro vocabulario cuando vivimos en México o sus cercanías, vocablos que utilizamos mucho y que para nosotros no resultan problemáticos. Una de las palabras es pendejo y pendejadas. Incluso, decimos: te traje una pendejadita, cuando tenemos un regalito pequeño para alguien. Eso resulta altamente insultante en México, pues es una de las mayores groserías. “Si son pendejadas para que me las das”, me contesto una vez una amiga indignada.
Otro es el verbo coger. Cuando uno vive en México se da cuenta que en Colombia lo utilizamos con singular alegría para todo: cogemos bus, cogemos calles, cogemos atajos y eso para los mexicanos resulta, como ellos lo llaman, un albur, es decir una palabra con doble sentido, con acepción sexual, como para nosotros tirar. Por eso un policía respondió con ironía a la pregunta de mi mamá de: «por donde cogemos para Insurgentes?, y le contestó: «usted puede coger por donde quiera…»
La madre se utiliza en muchos casos. Cuando algo está ‘poca madre’ es que esta buenísimo, si uno va a toda madre, va muy rápido, con escepticismo; no te creo ni madres, para un golpe; se dio en la madre, para ubicación; donde está esa madre. El padre, en cambio, solo en los casos de que algo está muy bonito o bueno: ¡Está padrísimo!
Hay otros términos maravillosos de los mexicanos que no conocemos los colombianos y que me encantan, por ejemplo: Engentar cuando hay mucha gente y a uno le resulta agobiante el lugar, uno se “engenta”. Así mismo, cuando uno ya se quiere ir de algún sitio, puede decir que ya acabó de estar.
El español es el idioma más hablado en el hemisferio occidental, se habla en 44 países y México es el mayor de esos países. Aunque todos los hispanohablantes nos entendemos en general sin problemas, hay términos y vocablos en los que no nos ponemos de acuerdo. Es el caso, por ejemplo, del ‘pitillo’, que en cada país se dice diferente. En México es popote, otros dicen pajita, pajilla, carrizo, sorbete, en fin.
Estas discusiones siempre resultan divertidas y enriquecedoras. Decimos que hablamos el mismo idioma, pero sin duda algunos nos metemos en líos. Cuando llegamos a vivir a otro país es importante aprender de estas diferencias del idioma. Mucho he aprendido de mis amigos mexicanos y por eso mejor no meter la pata con términos inadecuados para que no nos cojan por pendejos.