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Reuters

La noticia emergió el jueves: las acciones de Twitter se desplomaron casi un 20 por ciento, después de reportes que indican que Google no haría una oferta por la compañía, que hasta la semana pasada parecía estar en la mira de un pool de grandes marcas. Las intenciones de compra por parte de Disney también se quedaron en el camino.

No obstante, esas están lejos de ser las únicas malas noticias para la compañía de San Francisco. Twitter ha bregado financieramente todo el año, con la publicación de resultados decepcionantes, fallando consistentemente en alcanzar sus objetivos en materia de ingresos.

¿Cómo es posible que esta compañía, que tiene la atención de 313.000 millones de usuarios mensuales y concentra sus comentarios alrededor de cada evento de importancia (desde noticias de última hora y escenarios de emergencia como el suscitado por ataques terroristas hasta el debate presidencial de EE. UU.), siga luchando para mantener su casa en orden?

Podría decirse que los problemas empiezan con su CEO, Jack Dorsey, que ha enfrentado acusaciones de no tener el control total de la compañía. Hay reportes de desacuerdos regulares con sus ejecutivos. El ejemplo más claro de esto es la alegada oposición de Dorsey a la venta de la compañía, un tema en que la dirección está divida.

Twitter también tiene problemas con la calidad de su producto y lucha para mantenerse al día con el desarrollo de servicios de Facebook, sin duda, su mayor rival. Análisis muestran que, en los próximos años, el mayor crecimiento en el mercado de las redes sociales será el vídeo, un terreno en el que Twitter ha hecho pocas incursiones. En abril, la red firmó un acuerdo para transmitir partidos de la NFL (fútbol americano) y ha transmitido en vivo los debates presidenciales de la campaña en EE: UU. Sin embargo, hasta ahora, los números de estas iniciativas han sido decepcionantes.

Al igual que otras redes sociales, Twitter también se enfrenta a acusaciones de fallar en sus responsabilidades editoriales. Recibieron críticas por su lentitud para actuar contra cuentas utilizadas por terroristas, pese a su anuncio de que cerró 235.000 cuentas vinculada con esa clase de organizaciones. Además, como Facebook, Twitter se halla en medio de una guerra cultural entre los que sienten la plataforma se ha convertido un lugar para el bullying y el ‘trolling,’ con muchos usuarios que presentan quejas de acoso de ‘turbas’ (‘mobs’) grupos de personas que acosan a aquellos con quienes, por alguna razón, no están de acuerdo.

Pero por otro lado, muchos usuarios se dicen escépticos de los planes para controlar el contenido de la plataforma. Jack Dorsey ha dicho que quiere que Twitter sea “el ala de libertad de expresión del partido de libertad de expresión,” aunque ha subrayado su determinación de terminar con el fenómeno del ‘trolling.’ Desde entonces, la compañía ha suspendido a usuarios como el escritor Milo Yiannopoulos, la cantante Azelia Banks y la estrella de béisbol Ricky Vaughn. Todos son abiertamente apoyadores de Donald Trump, lo que ha llevado a la crítica de un sesgo liberal, que según se dice ha dejado a muchos accionistas descontentos.

Mientras que la compañía no desmienta los rumores de su venta, la lista de compradores potenciales permanece abierta. Con la posibilidad de Google descartado, los postores más probables son Microsoft y Saleforce. Sin embargo cualquiera que asuma la responsabilidad de la compañía hará frente a un reto enorme. Twitter ha dominado por mucho tiempo el nicho del ‘microblogging’, pero a menos que encuentren soluciones a las quejas de sus usuarios y logren desarrollar productos innovadores por delante de sus competidores, puede que no resulte una buena inversión en absoluto.

Puedes seguir a Ben Kew en Twitter @ben_kew

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