El Mundial de fútbol no es una copa que la pueda ganar un solo jugador con un gran desempeño individual. Este torneo va más allá.
Ya se fue el Mundial. Muchos decíamos que era la copa de Lionel Messi, y otros más rebeldes decían que era la copa de Cristiano Ronaldo. Algunos iban más allá y decían que el ganador sería Neymar. Los más optimistas hablaban del torneo de Radamel Falcao. Como si el Mundial fuera un Tour de Francia o un Wimbledon, el argumento se centró muchas veces en nombres propios, en jugadores particulares. Fue un error. Sin hacer mucho ruido, Francia y Croacia llegaron a la final porque, aunque tienen en sus filas a grandes figuras, su capacidad ganadora no recae solo en uno de ellos sino en el equipo completo.
Sígame en twitter: @avargasdeporte
Francia lo demostró contra Argentina. Francia hizo ver chico a Lionel y su país no jugó a nada. Los suramericanos metieron tres goles por dos ideas de su capitán, demasiada suerte y una chispa efímera de Ángel Di Maria. Nada salió gracias al grupo, como sí sucedió en los cuatro goles franceses. Fieles a su estilo, los europeos fueron verticales, aprovecharon las contras y las bandas y consiguieron así sus goles. Claro, Mbappé fue crucial, pero de no haber sido así, Griezmann o Pogba tenían cómo resolver. La prueba está en los siguientes dos partidos, en los que un defensa abrió la lata y el joven delantero no anotó goles. La diferencia entre un finalista como Francia y un equipo resagado como Argentina es que en el primero siempre hay una pieza que funciona y en el segundo hay veces no funciona ninguna. Los galos son un equipo.
También le puede interesar: ¿Cuándo cobrar una mano en el fútbol?
Con Croacia el trabajo en grupo es, incluso, más claro. El equipo tuvo la mente para superar dos tandas de penales y, a punta de carácter, remontaron la semifinal contra Inglaterra. Cuentan con un muy buen mediocampo liderado por Modrić. Ahora, sin la influencia de Šime Vrsalijko en la banda y de Mario Mandžukić en el área, no estarían jugando la final. Es un equipo luchador, al que no le sobra nada (incluso su juego podría ser más fluido), pero en él siempre aparece una pieza y hay una idea grupal. Eso en el Mundial hace la diferencia y te permite sobrepasar a un equipo que tiene el goleador del torneo, como sucedió con Inglaterra en la semifinal.
Lea también: ¿De qué depende el éxito del VAR?
Los finalistas son la demostración de que el Mundial es de conjuntos. Nadie va a hablar de la copa de Modrić o de Mbappé. Gane Francia o Croacia, será una victoria de grupo. Siempre he creído que el campeón del Mundial impone una pauta para los años que siguen y deja una lección en su camino al éxito. En este caso, tras casi una década en la que Cristiano y Messi arrasaron con todos los récords posibles, la Copa del Mundo vuelve a demostrar con sus finalistas que esto es un deporte de equipo y que, por buenos jugadores que sean, nadie gana este torneo a punta de un solo crack. Aunque varios hubiéramos disfrutado ver a Messi (o a Cristiano) completar su gran carrera con el trofeo más importante de este deporte, sabemos también que su selección no lo merecía. ¿Triste? tal vez, pero eso también es fútbol.
Foto: FIFA