Atlético Nacional no juega a nada y encima perdió contra Tucumán por la Copa Libertadores. Mientras tanto, Almirón se victimiza.

La derrota del jueves 2-0 contra Atlético Tucumán y el empate contra Millonarios confirmaron que el Atlético Nacional de Jorge Almirón pasa por un mal momento. El calendario no tiene la culpa, menos el hecho de “tener un nuevo equipo”. Si bien son factores auxiliares, Nacional es un club multicampeón de jerarquía continental. No puede excusar así sus malos resultados. El entrenador no es el único responsable, pero su actitud de víctima no es la correcta.

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Almirón dijo esta semana, en la previa al partido que juega este domingo de local contra su rival Millonarios, que la Dimayor beneficiaba al club embajador con el calendario. Más allá de las razones por las que lo dijo (quizá anticipó la explicación ante una posible derrota en el clásico), el viaje a Tucumán y el partido contra Millonarios están cuadrados desde hace semanas. ¿Almirón pretendía que la Dimayor cambiara el partido de fecha porque le tocó viajar a Argentina? Jugar la Copa Libertadores no puede mirarse como un castigo. Ya se aplazan muchos partidos en Colombia y, si lo anterior se vuelve excusa válida, no acabamos la liga nunca. Así funciona el fútbol aquí y en todo el mundo: si por buen rendimiento juegas una copa internacional, entonces prepárate para disputar más partidos. Almirón solo consiguió con su queja una sanción.

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En todo caso, preparación es lo que faltó. Almirón dijo que Nacional es un equipo “nuevo” y “muchos jugadores se están adaptando”. A estas alturas, con el proyecto que viene desarrollando Nacional desde hace ya varios años, Almirón debe entender que no hay espacio para esos comentarios. Sí, recibió un equipo tocado por el mal manejo de Juan Lillo, pero llegó a dirigir a un plantel con Dayro Moreno, Vladimir Hernández, Alexis Henríquez y Jeison Lucumí. Además, trajo a Deiver Machado y Yerson Candelo. Con esa nómina, superior a la de cualquier rival de la liga, ganar en Colombia no debe necesitar mucha adaptación. Claro, se quedaron a puertas del campeonato el semestre pasado frente a un gran Tolima, pero es difícil negar que Nacional juega a un nivel inferior de lo que su plantel representa.

EL jueves quedó plasmado ante Tucumán. Los verdes entraron dormidos a la cancha y sin varios titulares en el campo (entre ellos el goleador Dayro Moreno), como si unos octavos de final de Copa Libertadores valieran menos que un clásico en una liga que se puede ganar quedando de octavo en la tabla. Nacional se pareció a Argentina en el Mundial: toque horizontal y poco peligro en el área. El primer gol del rival llegó por displicencia y abuso del toque. A pesar de la presión inteligente de Tucumán, Fernando Monetti decidió dar un pase frágil a su defensa y dejó la pelota muerta para que Leandro Díaz anotara. Aparte de eso, los verdolagas perdieron siempre por arriba y se ganaron un segundo gol por descuidar la marca en el contraataque rival. Dayro entró, tarde, a dar esperanzas, pero de individualidades no se vive en este deporte.

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No sé qué hará Almirón para no irse de la Libertadores, pues el Atanasio Girardot ya no es un fortaleza para Nacional. En todo caso tendría su gracia. Tanto se queja de lo apretado que es su calendario que salir del torneo continental le ayudaría a planificar mejor los partidos. En todo caso, para Jorge (no Sampaoli, aunque lo pareciera ayer) no debe existir vida después del partido contra de vuelta. Si pierde contra Tucumán en casa, la hinchada se le vendrá encima . Luego, a mediano plazo, tendrá que ver cómo hace para que Nacional juegue a algo.

Foto: Zona Cero