Sin importar quién sea el nuevo entrenador, Wilmar Barrios debe ser titular en la Selección Colombia para estar a la altura del fútbol moderno.

La Federación Colombiana de Fútbol la tiene complicada por estos meses. A la polémica por la reventa de boletas se le sumó la no renovación del seleccionador José Néstor Pékerman. Para fortuna de la organización, entre todo este aire de incertidumbre, Arturo Reyes sacó adelante los amistosos contra Venezuela y Argentina. Varios jugadores (nuevos y viejos) se destacaron en los dos partidos. Entre ellos, Wilmar Barrios dio cátedra de juego. El cartagenero debe ser el punto de equilibrio del nuevo proyecto de la Selección.

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Desde su debut oficial con Colombia en 2016, Barrios ha demostrado que tiene una capacidad increíble para recuperar el balón, cubrir huecos y llegar siempre a donde lo necesitan. En el Mundial fue una de las notas más altas del equipo e incluso pudo cubrir la ausencia de Carlos Sánchez sin problemas contra Polonia. Esa noche, en la que jugamos como no lo hacíamos hace tiempo y ganamos 3-0, Barrios fue un comodín perfecto entre defensa y ataque. Robó todo lo que se cruzó por su camino y ayudó a construir la jugada con pases precisos. Llegó a una destacable cifra de 81% en la precisión de sus pases en ese encuentro. Sin él, hubiera sido difícil ser tan superiores a los europeos.

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¿Qué lo hace tan importante? Al ser el primer defensor y el primer atacante, del desempeño del recuperador suele depender la superioridad numérica y el orden posicional en ambos casos. Si Barrios no sabe iniciar la jugada, el equipo pierde una opción de pase y suele perder el balón o no ser contundente en la finalización. En defensa, si no aporta con robos y cubrimientos, el rival encontrará portería rápido. Al tener esta doble función y jugar en el centro (por donde pasa casi toda jugada), es necesario que el futbolista sea alguien polivalente y tenga estado físico. Wilmar tiene eso puede correr todo el partido y responder hasta el final en cualquier lugar de la cancha.

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El fútbol moderno élite, que es veloz y dinámico, exige que los equipos tengan alguien así, sin importar a qué juegue un plantel. Ejemplo de ello es la campeona del mundo. Guardadas las proporciones con Barrios, esa función en Francia la cumple N’Golo Kanté, un crack para recuperar el balón y generar juego. Lo mismo sucede en el Barcelona y en el Real Madrid con Sergio Busquets y Carlos Casemiro, respectivamente. Solo hace falta ver un partido de los grandes de España sin sus recuperadores para darse cuenta de lo mucho que sufren sin ellos. También sirve como imagen la de Argentina en este Mundial. Entre todos sus problemas de juego, el más grave fue no tener un jugador con estas características. Javier Mascherano solía hacer muy bien ese trabajo, pero quedó demostrado en Rusia (sobre todo contra Francia) que ya no tiene el físico para cumplir con él.

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Nosotros no tenemos el problema en la Selección. Wilmar Barrios (más otros que van madurando como Jefferson Lerma) es desde hace rato el hombre del equilibrio. Ojalá se vaya para Europa a un fútbol que le exija más y pueda potenciar todas las virtudes que tiene. En Boca Juniors, su club actual, no saben cómo más elogiarlo. Sin seleccionador, es difícil adivinar cómo jugará Colombia y cuál será su futuro, pero queda al menos la tranquilidad de que hay plantilla para trabajar y, en especial, que en el centro del campo existe un hombre como Barrios. Entre tanto mar de dudas, Wilmat es la gran certeza.

Foto: FIFA