Mientras varios equipos gastan cientos de millones en busca de la gloria rápida, Ajax demuestra que el camino al éxito va por otro lado.

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En un mundo futbolístico comandado por los equipos con presupuestos gigantes y los jugadores de precios absurdos, un club histórico y de vieja escuela como el Ajax de Amsterdam se clasificó para la semifinal de la Champions League. No lo hizo gastando toneladas de euros en futbolistas, sino invirtiendo en mantener su identidad de juego y transmitirla a una banda de jóvenes talentosos que no le tienen miedo a nada. El equipo holandés está dando una lección al fútbol: en este deporte, el éxito no se compra sino que se trabaja.

Estar en semifinales de Champions, por sí solo, ya es un mérito gigante. La lista de equipos con jerarquía en Europa que lleva más de cinco años sin acceder a esta instancia es larga. Sin embargo, lograr lo que le es esquivo al Manchester United, al Milan o al Marsella (por no decir más) jugando un fútbol tan sencillo en su concepto y complejo en su ejecución merece una ovación especial. El Ajax no solo es uno de los cuatro mejores equipos de Europa en este momento, sino que su joven plantilla se atreve a desarrollar un juego ofensivo de posesión y alto desarrollo táctico.

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Los holandeses enfrentaron estos últimos meses a rivales de primera gama como el Real Madrid y la Juventus, visitaron sus estadios y se expusieron a situaciones de adversidad. Nada de esto les impidió sacar el balón desde la portería con personalidad, formar triángulos alrededor del campo para conectar pases en pocos toques, sumar siete hombres en ataque y dominar los matices de los partidos. Eso y, claro, anotar más goles que el rival. Aunque también es válido, no es igual de heróico llegar a estas instancias de un torneo continental guardándose atrás y esperando la oportunidad, que salir al campo sin temor alguno por el rival y, encima, darle un repaso en su propio campo. El Ajax, como si nada fuera del campo existiera, mostró que no hace falta comprar a Neymar para dar espectáculo.

El Ajax ha entendido que es más rentable buscar talentos y educarlos en una identidad de juego que esperar a que estallen y comprarlos al por mayor. La diferencia entre el Manchester City y el Paris Saint-Germain con el conjunto de Amsterdam es que los primeros creen que basta con enfocarse en los grandes nombres, mientras que el segundo sabe que el éxito viene de años de siembra y esfuerzo. Mucho sueldo y mucho dinero, pero cuando el momento llega, el PSG no sabe mantener una ventaja de 4-0 conseguida en casa y este Ajax saca oro de un empate 1-1 como local. La actitud y la mentalidad, tan importantes en el juego, no nacen de un contrato millonario.

Es bueno ver triunfar un proyecto como este. Puede que el Ajax se despida del torneo en semifinales, pues el Tottenham que enfrenta no es ningún chiste, pero la gente ha entendido que este grupo de chavales que entrena en Holanda tiene las capacidades, el talento y la mentalidad para jugar de igual a igual frente a cualquier equipo billonario que se encuentre. Si gana la Champions, porque esa es una carta que hay que barajar, sería una buena lección para la industria. Toca invertir dinero para crecer, pero es importante saber en dónde invertirlo y no hacerlo por hacerlo. Ya quisiera el PSG jugar como lo hace el Ajax y estar en las instancias alcanzadas por la sorpresa holandesa.