El equipo de Gareca hace historia en una Copa América que destaca por su mala organización y por dejar a la Conmebol en evidencia.

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Perú celebra el pase a la final de la Copa América. – Reuters

La Copa América acabó este domingo con la final entre Brasil y Perú, ganada por el local. El equipo dirigido por Ricardo Gareca tuvo un giro de 180 grados tras creerse muerto en primera fase y su pase a la final seguro será destacado en el capítulo de increíbles de la historia del fútbol. Lo que no quedará, pero es más importante, es la terrible organización de la Conmebol y el Brasil de Jair Bolsonaro durante este evento. Queda en evidencia un gran problema del fútbol sudamericano.

Primero lo bonito. La Copa América 2019 tuvo muchos partidos lentos y grises para el espectador, pero al menos nos vamos con una bonita historia. El Perú de Gareca, como será recordado, había hecho un 2018 histórico, pues jugó el Mundial tras 36 años, pero no había mostrado el mismo nivel en la primera fase de esta Copa. Clasificó a cuartos como mejor tercero a pesar de sufrir un goleada 5-0 en la última fecha contra Brasil. A partir de ahí, Perú cambió, plantó cara a la favorita Uruguay y dio una cátedra de estrategia en el duelo contra la bicampeona (y rival regional) Chile. Gareca rompió de nuevo la estadística: Perú jugó una final de Copa América tras 44 años. Verlos alzar el trofeo hubiera sido un broche novelesco a una historia de trabajo y superación.

En todo caso, la historia de Perú dio color a una Copa América gris y mal organizada. La Conmebol calculó mal el precio de las entradas y por ahora solo hubo estadio lleno en el Brasil vs Argentina. Encuentros de baja tendencia como Catar vs Paraguay apenas superaron 10’000 espectadores. El estado del campo no tuvo excepciones: fue horrible en todos los partidos. Encuentros de tanta trascendencia mundial e histórica como estos no deberían jugarse en potreros que hacen rebotar al balón como si fuera de rugby. Periodistas reconocidos como Pablo Giralt o Juan Pablo Varsky se quejaron de la logística, de lo complicado que era entrar a las zonas de prensa y de las malas ubicaciones en el estadio en las que debían cubrir los partidos. Por último, el excesivo e incorrecto uso del VAR (excepto en el Brasil vs Argentina, que no apareció) impidió ver partidos continuos y emocionantes. La Conmebol y el país anfitrión mostraron un evento lleno de fallas.

Rescato lo de Perú porque el fútbol alguna alegría saca, pero es preocupante lo que vimos este mes. Dije al inicio que esta era un oportunidad para todos los equipos de revisar y corregir los errores que impidieron tener un semifinalista sudamericano en el Mundial 2018. Tras ver la Copa, queda claro que el problema no es tanto deportivo sino institucional. La Conmebol solo es una copia grande de las federaciones nacionales como la AFA o la FCF, que sufren los mismos problemas. En un partido, o quizá en un torneo mundial, el fútbol sudamericano puede plantar cara al europeo, pero pasan los años y nosotros nos estancamos con instituciones mediocres mientras la UEFA innova sus eventos en Europa para fomentar el crecimiento de todos los afiliados. A ver si el siguiente año Colombia y Argentina sacan algo del circo de formato que se inventó Conmebol para que la próxima Copa América merezca pasar a la historia en positivo.