La comida, creo, es una cosa que uno siempre extrañará de su país. Ciertamente es una de las cosas que más extraño de mi tierra (aparte de la familia y los amigos, por supuesto).
Soy consciente de que mucha gente dice que en Inglaterra no tenemos un plato nacional. Y tienen razón, porque en realidad no tenemos nada icónico que destaque a nuestro país de los otros. Claro, tenemos los clásicos: los Fish and Chips (que de hecho comemos muy de vez en cuando, como en vacaciones, por la grasa que tienen) y el Roast Dinner (algo más habitual, pero nada original: básicamente carne, papas y verduras).
A pesar de esto, cocinar es uno de los grandes placeres en mi vida. Es algo que me relaja. Me gusta escoger lo que voy a comer, probar nuevas recetas y experimentar con diferentes combinaciones. De hecho, soy una confesada foodie. Por eso, me fascina también salir a comer y descubrir restaurantes y menús.
El tema ha sido siempre algo familiar, que aprendí en la casa con mi mamá. Pero el momento en el que realmente uno tiene que aprender a cocinar es cuando viene el día de dejar su hogar, a los 18 años, para ir a la universidad. En ese momento, uno se da cuenta de que está completamente solo y tiene que coger la sartén por primera vez y hacer algo. Sin embargo, es de esa exacta manera que se aprende.
Últimamente, la escena gastronómica en Inglaterra se ha alejado un poquito de la casa, más hacia la moda. Gracias a las tendencias que surgieron principalmente en redes sociales, como el ‘eat clean’ y los ‘súperalimentos’, creo que la dieta del típico inglés ha cambiado. Tiene que ver mucho con celebridades como Deliciously Ella y Madeline Shaw que dan el ejemplo de una vida sana a través de sus cuentas de Instagram y sus libros de recetas.
A veces, siento que mi feed de Instagram está lleno de ‘food pics’, y la abundancia de cuentas dedicadas totalmente a la comida me parece increíble. Sé que a veces soy culpable de postear una foto de mi cena, pero la verdad es que esas fotos capturan la atención de un usuario de Instagram más que muchas otras.
La última tendencia en la comida en Inglaterra han sido el aguacate, la col rizada, las moras azules (entre otros súperalimentos) y, muy recientemente, una obsesión por los jugos frescos. Me asombra que la gente de mi país está dispuesta a pagar un precio exorbitante por este tipo de alimentación: del orden de £2.50 por aguacate y hasta £4 por un jugo natural (!!!). Claro, lo pagan porque las frutas y verduras son más caras en Inglaterra por los costos de importación. Pero la verdad es que la otra razón por la que la gente paga tanto por este tipo de cosas es porque están de moda.
Mientras, acá en Colombia se venden esas cosas en la calle. Imagínenselo: En los supermercados de Bogotá un aguacate o un mango te salen por mucho menos de $2.000 (¡apenas £0.45!). Igual, un jugo, aún en un restaurante: máximo $5.000 (aproximadamente £1.20). Entonces, esos productos acá son un steal total para alguien que viene a comer con libras.
Sin embargo, algo que cuando llegué no entendía, fue la falta de restaurantes a lo largo de la ciudad que sirvan comida sana (ensaladas y demás) cuando estos productos son tan baratos. Ahora, después de pasar dos meses acá, entiendo por qué.
En una entrevista reciente con una coach de nutrición y bienestar, Camila Serna, le pregunté sobre esto. Ella me dijo: “Es un tema cultural… nos hemos acostumbrado a comer de cierta manera: muchos fritos, demasiados lácteos, demasiados carbohidratos, en una misma sentada… y esto no tiene sentido pero está muy arraigado en nuestra cultura. Entonces, es difícil”.
Creo que tiene toda la razón. La mayoría de la gente en Colombia ha crecido pensando que esta ES la manera correcta de comer, porque nunca ha estado expuesta a diferentes tipos de alimentación. Aquí quisiera clarificar mi opinión: no creo que esto esté mal. Es simplemente una cultura diferente de la mía.
Cuando llegué, mis primeras impresiones de la comida colombiana fueron, digamos, de sorpresa. No podía creer que fuera normal comer arroz, papa y yuca (tres harinas) en una misma sentada. Claro, los carbohidratos son muy importantes porque nos dan energía. Pero: ¡¿tres en un mismo plato?! Esto me pareció raro porque estoy acostumbrada a un carbohidrato por plato, y normalmente son carbohidratos complejos, en lugar de blancos. Además, me asombró la cantidad de grasa que tiene algunas comidas acá: chicharrones, empanadas, arepas con queso/ huevo… entre otras.
No quiero decir que todos los platos colombianos sean poco saludables, porque esto no es verdad. De hecho, Colombia tiene unos platos deliciosos más equilibrados: del ajiaco a la bandeja paisa y del pescado con arroz de coco a la cazuela de camarones. Sé que todavía me faltan unos clásicos por probar, pero tranquilos, lo haré antes de irme.
También me parece que la manera colombiana de comer, aunque lo encontré difícil al principio, es mucho más saludable. Todo el mundo sabe que comer una cena muy grande por la tarde, lo que hacemos back home, no tiene sentido en cuanto a la digestión. Es mucho mejor almorzar algo grande y cenar poco. Por eso he pasado los últimos dos meses acostumbrándome a la manera colombiana de comer.
Entonces, todo este proceso me ha enseñado cuánta importancia, de verdad, tiene la comida. If you think about it: comemos tres veces al día y pasamos -prepárate- unas 38.000 horas comiendo, de acuerdo con The Mirror. Aunque todavía estoy baffled por algunas comidas tradicionales en Colombia (¿arequipe con queso?, seriously?) me han ilustrado que la comida es una parte de la cultura. Claro que cada país tiene sus propias costumbres y hay que aceptarlas y recibirlas.
Mi Semana en Cinco Puntos
- Algo nuevo que aprendí sobre Colombia: “Ley seca” que no está permitido beber el día antes de las elecciones.
- Algo que extraño de Inglaterra: Mamá, te extrañooooo.
- Nueva palabra colombiana: “Paila”. Gracias a mis queridas compañeras de correrías urbanas: Diana Paola y Marcela.
- Momento difícil de la semana: Explicar a mis colegas que, de verdad, no sé nada de fútbol aunque soy de Inglaterra, el supuesto ‘hogar de fútbol’.
- Mejor momento de la semana: Ver toda la sala de redacción enganchada a la televisión durante el primer partido de Colombia de la eliminatoria a Rusia 2018. Impresionante.