Hace poco más de un mes pasó desapercibida la noticia de la postulación de Bogotá como candidata para los Juegos Panamericanos 2019. Es, creo, una forma de resarcir el garrafal error cometido por los gobiernos distrital y nacional en la candidatura de 2015.
El papelón en Guadalajara fue mayúsculo: perdimos contra dos ciudades (Toronto, que a la postre ganó el derecho a organizar los juegos, y Lima) que tienen mejor infraestructura que la capitalina y que se habían tomado en serio el mostrar a la ciudad como candidata potencial, algo que no había hecho Bogotá. Basta recordar lo que dijeron autoridades nacionales después de la derrota: el alcalde Moreno insinuó que los canadienses habían ganado porque regalaron celulares Blackberry a los comités olímpicos mientras que el pobre comité olímpico colombiano había entregado copias de Cien años de soledad, un concejal le echó la culpa a las bases militares. Pero en realidad la improvisación de la candidatura fue enorme. La gente no sabía de la apuesta de Bogotá sino cuando una delegación viajó a vender una candidatura desconocida ante los comités olímpicos americanos.
El deporte vende. ¿Cuanto dinero gana Barranquilla con los partidos de la selección Colombia? ¿Por qué los países emergentes gastan cantidades inimaginables de dinero en estadios convertidos en elefantes blancos y ceremonias inaugurales? Simple: es una promoción del país. El deporte dice lo que somos, para bien o para mal. Desde Carrozas de fuego hasta Autogol de Ricardo Silva, desde el verano dorado del Reino Unido este año hasta el mundial sub-20, desde las estrellas de los narcotraficantes hasta los millonarios con sus equipos de juguete: es una radiografía más diciente que una marca país (y, hablando de, ¿por qué creen que lanzaron «La respuesta es Colombia» precisamente en el Metropolitano?).
Petro no puede improvisar. No está vendiendo simplemente un eslogan o una plataforma política: está vendiendo la imagen de una ciudad y de un país. Si la candidatura quiere tener algún tipo de éxito, debe ser eficaz. Las instituciones de la alcaldía deben trabajar de la mano con las autoridades nacionales para crear una estrategia seria, capaz de ser vista por el mundo entero. Tal vez esa candidatura sea la hoja de ruta para una Bogotá futura. Lo fue para Barcelona, Londres, Río de Janeiro y Guadalajara. Definitivamente puede serlo para la sufrida metrópoli. ¿Estará Bogotá preparada para asumir el reto de un evento como los Juegos Panamericanos?
En los oídos: Bonkers (Dizzee Rascal ft. Armand van Helden)