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Trepándose a un árbol a robarse un nido, 
la pobre casita de un mirlo cantor… 
desgájase el árbol, Simón da un chillido, 
y cayó en un pozo de pésimo olor. 
Ve un pato, le apunta, descarga el trabuco; 
y volviéndose a casa le dijo al papá: 
Taita, yo no puedo matar pajaruco 
porque cuando tiro se espanta y se va.
Rafael Pombo, Simón el bobito

Si ustedes me preguntan, tengo cierto pesimismo con respecto al proceso de paz que empezó hoy con un discurso de ‘Iván Márquez’ digno de las vacas y los cerdos de 1999 en el Caguán. Hoy quiero analizar sólo un punto: la petición de que ‘Simón Trinidad’ esté en la mesa y no sólo como una presencia en Skype, sino en La Habana. En la rueda de prensa del pequeño pueblo noruego de Hurdal, ‘Márquez’ pedía, en medio del tono que oscilaba entre chimenea y panfleto, la libertad del banquero devenido en comandante guerrillero:
«Simón Trinidad ya manifestó desde la cárcel imperial de Colorado donde está condenado injustamente a 60 años de presidio su total disposición para participar de los diálogos por la paz de Colombia […] El gobierno de los Estados Unidos haría un gran aporte a la reconciliación de la familia colombiana facilitando la participación de cuerpo presente en esta mesa».
Olvídense de esa posibilidad. Supongamos que hoy el gobierno sucumba a la petición y le diga a la administración Obama que libere a ‘Trinidad’ y lo deje viajar a La Habana. Supongamos, a su vez, que el gobierno Obama acceda y abra las puertas de su cárcel en las Montañas Rocosas. Al día siguiente, la campaña de Mitt Romney sacará un comercial muy parecido a este, proveniente de un capítulo de Los Simpsons:

Con la campaña presidencial en un mano a mano entre Obama y Romney en estados clave (Ohio, Florida, Colorado -donde queda Florence-, Nevada…), que el gobierno libere al miembro de un grupo que secuestró durante cinco años a tres norteamericanos es el beso de la muerte para la campaña de Barack Obama: pierde a los colombianos y venezolanos exiliados en Florida y a los independientes que giran hacia la derecha. Después del 11 de septiembre de 2001, cualquier tipo de consentimiento (o algo similar) del gobierno de los Estados Unidos hacia organizaciones terroristas es pegarse un tiro en el talón. Imaginen, por un momento, a personajes como Glenn Beck, Chuck Norris, Sarah Palin, Bill O’Reilly y otros menos conocidos pero que pululan en espacios virtuales llamando «terrorista» al presidente Obama.
Si Obama ganase el 6 de noviembre, no dejaría de lado la preocupación ante la maquinaria republicana. Las elecciones del congreso (midterm) son, más que una forma de elegir a los miembros del senado y la cámara, un plebiscito de la gestión presidencial. Una liberación de ‘Trinidad’ sería la derrota de la plataforma demócrata en el Capitolio. Y los estrategas demócratas no dejarían que pasara una humillación electoral de ese calibre.
No pienso hablar de otros problemas de lado y lado en los diálogos hoy. Pero sí veo un proceso de paz difícil, demorado, que parece ser para las FARC la oportunidad de reencaucharse ante la audiencia de Europa y para el gobierno una jugada más riesgosa de lo que el mismo presidente Santos creería cuando anunció las negociaciones de La Habana.
En los oídos: Anything Could Happen (Ellie Goulding)

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