Después de las preocupaciones que generaron la escritura del post anterior, dos hechos me hicieron seguir con la mirada puesta en ese problema de «la imagen». El primero, el cambio de eslogan de nuestra marca país, de «El riesgo es que te quieras quedar» a «Realismo mágico». Y el segundo, un concurso de El Espectador y History Channel (siguiendo una línea que va desde 2002, cuando BBC transmite 100 Greatest Britons, y pasa por los cinco continentes) que busca escoger El Gran Colombiano.
Comencemos con este último y con la parte más sencilla: las ausencias. Me sorprendió, por decirlo menos, no ver algunos nombres. ¿Lucho Bermúdez, Pacho Galán, Alejo Durán, Leandro Díaz? No aparecen. ¿Jorge Villamil, Garzón y Collazos, Arnulfo Briceño, Carlos Julio Ramírez? 404. ¿Helmut Bellingrodt, Alfonso Pérez (el primer medallista de Colombia en Munich 1972), Luz Mary Tristán, Fabio Parra? ¿Y los personajes de la historia colombiana previa a los Comuneros dónde están? Pero más dicientes que las omisiones son los personajes incluidos. ¿Qué méritos -con todo respeto- han hecho personajes como Amparo Grisales, Claudia Gurisatti, Diana Uribe, Héctor Abad Faciolince, Jorge Celedón, Paola Turbay, Dago García, Yamid Amat, Víctor Gaviria, la «Chechi» Baena, Jorge Andrés Botero, Alejandro Falla o Santiago Giraldo para ser «el gran colombiano»? Parece que la historia colombiana, para este proyecto, se reduce a la historia mediática después de 1948.
Otro problema con estas listas es su credibilidad. En muchos casos, el tiempo influye en su votación. En Holanda, por ejemplo, la muerte del cineasta Theo van Gogh a manos de un extremista marroquí fue determinante para que Pim Fortuyn (un popular político de extrema derecha asesinado en 2002) fuera elegido «el holandés más grande» por encima de Guillermo de Orange, Erasmo, Rembrandt, van Gogh y Ana Frank. Lo mismo ocurrió en Estados Unidos, donde la muerte de Ronald Reagan seguía fresca, lo que le permitió ganarle en la votación a Lincoln, Washington, Franklin y Martin Luther King. O en Brasil, que escogió a Chico Xavier (un espiritista) como «o maior brasileiro de todos os tempos» sobre Pelé, Santos Dumont o los próceres de la independencia. Y si vamos a otro caso más cercano a nuestra lengua, en España, personajes de la actualidad (la familia real -la reina Sofía y los príncipes Felipe y Letizia-, Rodríguez Zapatero y Fernando Alonso) fueron considerados como más importantes en la historia española que el Cid Campeador, Alfonso X el Sabio, Dalí, Goya, Velásquez, Carlos V y Felipe II. Este tipo de programas reafirman una serie de iconos mediatizados y borran de la historia a muchos otros. Como si fuera 1984, reescribimos la historia según lo que suceda y lo demás queda en el cuarto de san Alejo.
Por otro lado, hace unos días han empezado a salir al aire los comerciales que promocionan a Colombia como el destino del «realismo mágico». Desde que Cien años de soledad se convirtió en el éxito editorial de 1967, pero con un impulso especial después del premio Nobel, Gabriel García Márquez ha visto cómo su obra se ha convertido en una marca, un cliché. Automáticamente se hizo la equivalencia Macondo = Colombia y las imágenes hermosas de Macondo (Remedios la bella, las mariposas amarillas, la «aldea de veinte casas de barro y cañabrava») desplazaron al gallo de El coronel no tiene quien le escriba y a la todopoderosa Mamá Grande. La equivalencia se hizo más y más fuerte, tanto que se volvió una marca país después de «convencer [durante seis años] a los turistas de que el país no es peligroso», como dijo la presidenta de Proexport. La explicación de Proexport sobre el término es sencilla:
una expresión que resume la esencia de esas vivencias que relatan los extranjeros tras su paso por el país y que consolida las campañas anteriores con las que se logró un cambio de percepción y mostrar los encantos de los destinos y los avances en cuanto a seguridad y estabilidad.
Esa imagen de «realismo mágico», si me preguntan, no es distinta de Speedy González, del pensamiento de «tacos y burritos» cuando se piensa en Latinoamérica. Ayudará al turismo nacional, es cierto, pero la imagen colombiana continuará siendo la misma y seguiremos inertes al respecto. Y no ayuda que no reconozcamos nuestro pasado mientras nos quedamos con los iconos efímeros del presente.
El primero de la estirpe está amarrado a un árbol y al último se lo están comiendo las hormigas.
Gabriel García Márquez, Cien años de soledad
Voyeur: Hoy es el Día de la Libertad de Prensa. No obstante, seguimos con la resaca del reprochable atentado cometido contra el periodista Ricardo Calderón. Espero, desde este humilde espacio, que los responsables, sin importar su rango, sean juzgados por un ataque frontal a la libertad de prensa. Y, si me preguntan, da un poco de miedo saber que hay gente que quiere acallar a la gente que piensa y denuncia. ¿Acaso estamos en los ochenta de Escobar, Gacha y los Rodríguez de nuevo?
The time has come to make things right
You and I must fight for our rights
You and I must fight to survive
Muse, «Knights of Cydonia»
En los oídos: Knights of Cydonia (Muse)