Nunca he sido seguidor ni fanático de las corridas de toros. Cuando tenía seis o siete años, mi primo y yo acostumbrábamos gritar “¡Toro! ¡Toro!” tan pronto veíamos en los noticieros una cornada. Aún hoy, a pesar de tener amigos y conocidos asiduos a la fiesta brava, no le he encontrado mayor interés a la temporada. Sin embargo, no puedo ni debo apoyar el referendo antitaurino propuesto por la alcaldía de Bogotá y el lobby animalista. Creo que, más allá del propósito de proteger a una especie y evitar que la gente se divierta “alrededor de la muerte” (Petro dixit), lo que hay es sólo un pueril juego político de los “progresistas” para obtener votos, si no para la alicaída candidatura de María Mercedes Maldonado a la Alcaldía o la versión criolla de Leni Riefenstahl al Concejo, para una posible candidatura presidencial del Querido Alcalde. Tanto, que una vocera de una organización que defiende los derechos animales se distanció del proyecto por su claro oportunismo electoral.
La pregunta que se plantea para que el elector decida es sencilla: “¿Está usted de acuerdo, sí o no, con que se realicen corridas de toros y novilladas en Bogotá, Distrito Capital?”. Pero en esa sencillez aparecen un montón de vacíos que revelan el carácter político, más que ambiental, de este referendo. El referendo, específicamente, pregunta por las corridas de toros y las novilladas, pero no habla de otras actividades similares. Un alcalde que dice «Debemos enseñar a la ciudad, que no se debe divertir alrededor de la muerte” (sic; a Petro y a sus community managers les hace falta pulir la escritura en Twitter) y no habla de otras actividades del mismo cariz, como las peleas de gallos, no es más que un hipócrita. Sin embargo, es comprensible su hipocresía: Primero, las corridas de toros venden más que las peleas de gallos para su público objetivo, ya que reafirman la lucha de clases que Petro ha fortalecido durante los cuatro nefastos años de alcaldía. Y segundo, y más personal, ese olvido a las peleas de gallos tal vez se deba a la tradición gallera de la familia de su esposa, los Alcocer, quienes además de ser pioneros de esta actividad en Sucre, son frecuentes organizadores de las corralejas de las que Verónica (sí, la misma Verónica Alcocer que está casada con el Querido Alcalde) fue reina. Si el Querido Alcalde fuera consecuente, no hablaría sólo de toros sino de perros y gallos, y de todo tipo de maltrato animal. Lamentablemente para animales sometidos a espuelas, afeitadas inhumanas y pastillas de Viagra picadas en su maíz, los toros son más visibles y no están en el feudo político del Querido Alcalde. ¿Cómo imaginar el liberalismo «de trapo rojo» sin la Gallera San Miguel en la Avenida Caracas con calle 79, donde López Michelsen lanzó su candidatura?
Sin embargo, los problemas del referendo van más allá de su crasa hipocresía. Reflejan uno de los peores males del populismo: convertir toda polémica social en una oportunidad para validar, a través de las urnas, su gestión. El exceso de referendos, como bien plantea Guy Sorman, es una forma de hechizar a la gente “con fábulas naturalistas” que plantean, más allá de las libertades individuales, “una razón superior que se llamará, si fuese menester, la Voluntad general, el Pueblo, la Nación, la Raza, el Partido”. Y, lejos de convertirse en una forma de reafirmar la democracia, convertir todo en una excusa para las urnas lleva, como bien dijo Montesquieu, al “espíritu de igualdad extrema, que la conduce [a la democracia] al despotismo”. Nadie en sus cabales puede decir que las muchas elecciones y referendos del régimen socialista venezolano genera una democracia, o que las urnas norcoreanas, chinas, soviéticas (tanto en la época de la URSS como actualmente: basta pensar en Rusia, en los países del centro de Asia o Azerbaiyán) o cubanas son un dechado de libertad de expresión. Las urnas no deben decidir los actos de las personas, y prohibir algo por medio de la aclamación popular lleva, sin excepción, a otras prohibiciones siempre al tenor del líder populista de turno. Casi siempre, llenas de hipocresía.
Voyeur: Donald Trump es una prueba clara de que la estupidez en la política es un medio eficaz de obtener poder y ruido mediático. ¡Tan parecido a Chávez!
En los oídos: Carmen: Habanera, “L’amour est un oiseau rebelle” (Georges Bizet; mezzosoprano: Maria Callas; Orchestre du Théâtre National de l’Opéra de Paris, Georges Prêtre)
Bien dicho, el caballito electoral de Petro es prohibir las corridas de toros, así como Santos utilizó la «paz» para reelegirse. Al final, a Petro no le importan los toros, como a Santos no le importan los soldados de Colombia.
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Excelente artículo. bien trabajado, buena investigación. A mí tampoco me gustan las corridas de toros, pero otra cosas es buscar la lucha de clases para acabar con la tauromaquia, que le gusta a una minoría y hacer populismo para conseguir votos mirando hacia el futuro.
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Estoy seguro que se llevará a cabo la consulta anti-taurina con Petro o sin Petro y se acabará con esa bárbara tradición que sólo le gusta a esa minoría de carniceros sádicos.
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por los comentarios facilmente se puede deducir porque estamos como estamos: una panda de idiotas utiles sin tres dedos de frente, que siguen cayendo en las trampas y en las cortinas de humo que los politicos (No solo Petro) suelen utilizar para ocultar sus falencias.
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Que porquería.
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La verdad periodistas de esta clase no hacen si no perjudicar y hacer quedar mal el gremio, cuando uno se sienta a escribir debe INVESTIGAR bien el tema, se nota que tenia que presentar un escrito para el tiempo y no tenia tema de donde agarrar, INVESTIGUE bien los temas antes de ponerse a escribir. y la casa editorial debería tener periodistas un poco más profesionales o hacer filtros por que de esta manera tiene más peso un periódico de barrio que el mismo TIEMPO.
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Que blog mas pendejo, si a Petro no le importan los animales por que sacó las carretillas de las calles?, la consulta estaba en propuesta desde mucho antes, solo que las ratas del concejo no se les había dado la gana de aprobarla….señor Andres Sanchez antes de esculpir bobadas deje su odio por el alcalde en la puerta del periodico, por que se le nota que tiene un aire uribestia que lo delata.
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pronto veremos a todos estos doctores retorciéndose en su rabia y ahogándose con su odio, reconociendo con cabeza gacha, que petro es el mejor alcalde desde hace mucho tiempo, quizás se corten las venas cuando su dolor de cabeza habite la casa presidencial
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Como dice al adagio «el fin justifica los medios» si gracias a la hipocresía de petro, logramos que los conocedores de como se debe torturar hasta la muerte a un animal se quedan sin este espectáculo, pues que viva la doble moral del alcalde, y como a los ricos senadores de la república disfruta de este arte donde unos se bañan en sangre con un animal que solo se defiende con su fuerza y cachos contra unos asalariados, que se sienten muy bien torturando; porque no mas bien consumen lo que le dan la pueblo, porque no ven el fútbol y novelas, eso es lo que tiene el pueblo, pero no se sabe quien es mas ignorante el que se contenta con el pan y circo, del fútbol, novelas, etc, o el que ve a un im….cil vestido de luces, cansando a un animal para luego sentirse como un supero héroe, clavando un espada a un ser que ya no tiene como pelear, ahogado en su sangre, no pues lo mucho que se necesita saber de toros, para no darse cuenta que este circo romano tan grotesco.
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No estoy de acuerdo con que se convoque a unos millones de de ciudadanos a que decidan por algo que solo a una minoría y no cualquier minoría , es una pequeñísima minoría cualificada y que solo esa es la que entiende y define el toreo, tauromaquia o como se quiera llamar, como arte o lo que sea y, esa pequeña minoría merece respeto como cualquier otra y no tiene por qué convocar a quienes nada que que ver con esto a decidan por algo que en Bogotá solo tiene unos quince a veinte mil aficionados directos y dispuestos a pagar por ver y disfrutar de una tarde de toros. A las corridas solo asisten quienes saben de toros y de toreros y a una temporada no se trae a cualquier perico de los palotes a que se pare frente a un cornupeta porque no cualquiera lo sabe hacer y quien lo hace ha tenido todo un trasegar de sufrimientos para poder llegar a u coso taurino como lo es el de la Santamaría que no solo se hizo para ese fin por sus propios aficionados, sino que además es un tesoro arquitectónico para el mundo.
Que se deje de babosadas el señor algalde y se limite a responder por su incapacidad y falencias administrativas y no las trate de esconder con columnitas de humito , porque no alcanzan a más dada su insolvencia cerebral.
Los toros son para quienes los disfrutan y los demás que se queden surciendo medias en la casa.
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EL OTRO PUNTO ES BORRAR DE LA MEMORIA EL BOCHORNOSO ANTECEDENTE DE LA CAPITANA EN LA PLAZA DE TOROS. TAPAR.
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no estoy de acuerdo con petro, pero tampoco con las corridas
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Muy bien senor alcalde.gracias
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Apoyo las corridas de toros y no porque me gusten, sino porque este tipo de causas se usan para generar odios y divisiones sociales. El peor legado que ha dejado el señor Gustavo Petro a Bogotá ha sido su mala energía y negativismo desmedido. A mí me preocupa mucho ese “exceso de igualdad” que está apoderándose del mundo moderno. La verdadera tolerancia está en ser consciente que existen ciertos espacios que uno no comparte pero respeta, no ese ejercito de descerebrados guardianes de la moral que se ha venido creando. Excelente columna
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Pués si sale avante la consulta listo que se haga pero que le deje el chicharron al próximo alcalde con eso en estas elecciones la gente solo va a pensar en votar por quien más le guste .
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no soy petrista ni nada por el estilo pero no le metamos politica ala vaina que esto es un arte mandado arecojer si sepuede llamar se imagina roma con su circo romano seria igual un poco de retrogrados hablando de paz y gritandole ole aun animal ensangrentado y apunto de morir que tiene esto d cultura nadasolo aberraciones y robos fue lo que recibimos de los españoles por algo es uno de los paiises mas atrasados de europa y una cosa son los mataderos por que tienen una muerte digana del animal no don de los humanos gritan ole para matarlo ridiculo el articulo se ve que no es un comentarista neutro sino se parcializa
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… adicionalmente se deben prohibir los mataderos de ganado.
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Tanto tiempo en la guerrilla asesinado y colcando bombas para venir a defender toros y una perrita que se murio por descuido, mucho inepto haber gastado años de su vida clnadestina para un proposito que pudo haber liderado desde la comodidad de la hacienda.
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de acuerdo con el autor de la columna. Para Petro la lucha contra las corridas de toros, le representan votos, pero los que lo apoyan se les olvida que Petro era una primera espada en la matanza de Colombianos
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elboztezon. Amigo, primero, en el blog en ningún momento dice el autor que apoya la tauromaquia (como siempre, es bien complicado conversar con fanáticos que solo toman lo que necesitan de los artículos (incluso a veces solo los titulares) para probar su punto). Segundo, el hecho de que Petro haga cosas buenas no quiere decir que todo lo que haga sea perfecto y que haya (este sí es «haya», no «halla») que creerle todo. Esta es la ley con todos los políticos, por lo menos en mi caso. Tercero, me parece cada vez más casual que los seguidores de la Bogotá Humana son los que más insultan e irrespetan cuando se LES critica a Petro. Saludos.
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Hola Andrés, bueno pues para mi son claras las dos líneas argumentales 😉 , en la primera me quedaría la pregunta si no se han arrepentido o renegado de su pasado taurino y de peleas de gallos (de caballos de zorra y perros creo que está seguro el tema) porque si se arrepintieran públicamente valdría para mí pero si lo siguen haciendo subrepticiamente sería un fuerte golpe y le daría mucha fuerza a esta línea que es la que menos compro. La segunda pienso que es brillante.
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Qué columna tan mediocre! Ya no hayan que inventar para demeritar lo que hace o deja de hacer Petro. Sr. bloguero: si le gusta la tauromaquia, haga una columna defendiéndola con los absurdos argumentos de los criminales, pero no invente excrementos atacando a quienes la aborrecen para justificarla.
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