Calma chicha

Cuando comencé a escribir este post, pensé en «predecir» (cual Nostradamus) algunos eventos que se podrían dar en el 2013. Pero uno comienza a hilar, poco a poco, las situaciones que ocurrieron en 2012 y confirma una sospecha que he tenido estos años: esta es la década de los extremismos de todo tipo. Sin importar derecha o izquierda, filiación religiosa, raza o género, el entusiasmo que generó hace 23 años la caída del muro de Berlín se diluyó en los últimos doce años y hoy descalificamos a todo el que se atreva a oponerse a nuestro punto de vista: el «facho», el «terrorista», el «retrógrado», «el que no tiene valores»… Aquí ya hemos reportado a varios de esos personajes. Desde los colectivos LGBT que queman cruces contra el procurador Ordóñez, piden que los heterosexuales «se desmovilicen porque su placer anal los necesita» y ven en todo homófobo un gay en potencia, pasando por el «concejal de la familia» que hace plagio, hasta el supuesto líder indignado que se ha convertido en un opositor porque sí mientras evade su enorme responsabilidad en crear, prácticamente solo, la narcocultura de ocasión en Colombia.

Pero la historia sigue su marcha. Y en esta semana, que nos llenamos de resúmenes del año, cabe recapitular en otros eventos que comprueban mi hipótesis. Me reportan amigos que, en el metro de Atenas, la policía hace rondas aleatorias y todo aquel que no aparente ser griego, es deportado. De hecho, Grecia está dividida entre los extremismos de Syriza (izquierda) y Hrisi Avgi (Amanecer Dorado, neonazis). Si uno cruza el océano y llega a los Estados Unidos, verá cómo la ultraderecha del Tea Party, los comentaristas radiales (Limbaugh, O’Reilly, Hannity, Beck…) y el WorldNetDaily sigue diciendo que Obama es la causa de todos los males de los Estados Unidos. Tanto, que se lee frecuentemente en estos medios de ultraderecha cómo grupos buscan escindirse de Estados Unidos antes de que Obama les quite sus derechos.

Otra que ocurrió este año: un grupo de cristianos egipcios produjo La inocencia de los musulmanes (que, si calificamos por sus méritos cinematográficos, haría ver el cine de Dago García como un ejercicio profesional), destinada única y exclusivamente a mostrar a Mahoma como un pedófilo. Obviamente, el oportunista y atizador profesional Terry Jones (ese que quemaba el Corán) lo apoyó, lo que generó una ola de protestas y reacciones violentas en el mundo árabe (y en otros lugares, como Londres, Copenhague y Sydney).

Mientras tanto, en Bogotá, vemos cómo el alcalde Petro convirtió una inspección a una empresa en «defender la mafia paramilitar» y a los medios en cajas de resonancia de los contratistas (acusación que, vaya sorpresa, es casi idéntica a la que hacía Samuel Moreno cuando un tal Gustavo Petro lo acusaba de corrupción); mientras sus «perros de presa» en Twitter (como Augusto Ocampo) acusan con nombre propio a «microfoneros fletados por cartel». Paralelamente, en Colombia se consolida un frente de derecha religiosa (católica y cristiana -esta última que viene ya desde la elección de 2010-) opuesta a todos los avances para las minorías, cuyo líder ideológico parece ser el procurador Ordóñez.

Ustedes perdonarán, pero no tengo mucho optimismo para los años que vienen. Veo (y aquí viene mi «predicción» para el 2013, el 2014 y otros años más) radicalismos cada vez más fuertes. Los nacionalismos evolucionarán en separatismos: las elecciones de Escocia y Cataluña en 2014, la tensión entre valones y flamencos en Bélgica, el polvorín del Cáucaso… ¿China? ¿Volverá Quebec? Los grupos religiosos se irán hacia su línea más conservadora (pienso en el padre Llano, quien nunca ha sido santo de mi devoción, silenciado por los superiores jesuitas), los grupos políticos se alejarán del centro así se autoproclamen como tal. Esta década es y será la de la calma chicha, la del aire húmedo que pronostica tormenta pero sigue así durante horas.

And in the end, the love you take is equal to the love you make.

En los oídos: Shake A Leg (Roll Deep)