Con frecuencia se ven automóviles o camionetas a los cuales se les cambia el tamaño de las llantas originales algo que los fabricantes permiten hasta cierto punto donde por ejemplo, en un mismo auto, se permite montar hasta 3 ruedas con diferentes tamaños a lo ancho (se especifica en los manuales del propietario, o en una plaqueta ubicada con frecuencia en la zona lateral izquierda del piloto al abrir la puerta), con una variación máxima de la menor a la mayor de unos 3 centímetros.

Es cierto que una llanta más ancha tiene una mayor adherencia lateral y en ocasiones ayuda a disminuir las distancias de frenado, pero eso sólo es así sobre pavimento seco y no siempre la mayor adherencia implica una mayor estabilidad o tener un comportamiento dinámico más dócil y fluido.

De hecho, si elevamos un 20 o un 25 por ciento la adherencia de un vehículo, podemos comprometer su estabilidad, ya que ese aumento de adherencia provocará unas fuerzas laterales que pueden superar los parámetros para los que está estudiada la suspensión y en algunos casos puntuales la estructura: amortiguadores forzados o bujes desgarrados se han visto.

En éstas situaciones se  producen acusadas inclinaciones de la carrocería u oscilaciones indeseadas en especial en los grupos de suspensión donde el amortiguador retiene débilmente las oscilaciones del elemento elástico (espiral, barra de torsión, o ballesta) que siempre acompaña, y que como conjunto, condicionan permanentemente el comportamiento del vehículo.

Por otro lado, a medida que la adherencia es mayor, las reacciones del vehículo son más bruscas una vez que se sobrepasa el límite, lo que degrada la facilidad de conducción, pues simplemente el agarre no se pierde con progresividad, sino súbitamente. Sobre asfalto muy mojado, la mayor superficie de contacto con el suelo dificulta la evacuación de agua, por lo que el coche se vuelve más sensible al ‘aquaplaning’ perdiendo la adherencia.

Al margen de todo ello, una mayor sección requiere la adopción de un perfil más bajo, para evitar que las relaciones finales en cada cambio se alarguen, lo que va en detrimento del confort. De la misma manera, la mayor superficie provoca un mayor rozamiento, lo que propicia un aumento de consumo y una reducción en las prestaciones, así como una disminución en el confort acústico pues en un mismo carro, la llanta más ancha suele ser más ruidosa.

Después de considerar todos los efectos que implica una llanta ‘pasada’ de dimensiones, se debe mirar si por error o por la estética, vale la pena soportar potenciales y apresurados desgastes mecánicos.

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@MASERAGRANTURI

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