Efectivo en carretera, innovador, tiene 300 kilómetros de autonomía y está muy bien equipado, disponible ya en las vitrinas de Renault

Acelerador a fondo, 4 personas a bordo, y el llamativo Zoe adelanta el camión en la empinada cuesta que nos conduce de Santa Fe de Antioquia a Medellín, con destacado poder y la seguridad que eso transmite. Así, el velocímetro digital aumenta de 5 en 5, rápido y fácil hasta los 80 o algo más. Virtud del auto eléctrico, pues no pierde capacidad de respuesta a ninguna altura sobre el nivel del mar como los de combustión.

Es la aproximación ecológica con más alta posibilidad de unidades vendidas -relación tamaño – precio-,   de una marca en el país, hacia los potenciales clientes familiares que requieren espacio y practicidad,  su baúl es muy capaz  -338 litros, 1225 al abatir las sillas, la versatilidad de todo hatchback-,   profundo, ayudado por la carencia de llanta de repuesto reemplazada por un kit repara pinchazos con todo y compresor, no equipa las duras llantas runflat que además aumentarían el costo.

Su vocación familiar es más que obvia donde los 4 ocupantes tienen suficiente espacio para sus piernas y cabezas, buen viaje en largas distancias. No hay que poner gasolina, porque tiene un paquete de baterías que hace girar un motor eléctrico de 92 caballos, éste envía la tracción a las llantas delanteras,  y el torque, de 22,4 kilogramos/metro, es instantáneo desde el primer toque al acelerador (no necesita revolucionarse como uno de gasolina para tener la máxima fuerza);  está 2 notables  puntos en kgm y algo más por encima del que producen los motores de Subaru Forester, Mazda CX5 y la misma Duster en sus motores de 2 litros gasolina, como analogía.

¿Cómo se usa en el día a día?

No se afecta la vida de las baterías por empezar a cargar cuando está casi full, en la mitad o casi descargadas. En general las recargas son rápidas hasta que se llena el 80% de las pilas. A mi criterio con 300 de autonomía, será esporádico no cargar en casa más cuando se sabe el recorrido semanal y se puede programar el día para enchufarlo; veo las recargas en sitios públicos casi innecesarias.

Sentado en la silla del conductor, antes de iniciar la prueba, estoy  ante un llamativo tablero y grupo de instrumentos digitales con la pantalla táctil central predictiva R Link. Silencio total, tan pronto la palabra ready me indica desplazar la palanca de velocidades de la P de parking  a la D drive tras  pulsar el botón de arranque;  el motor  no gira, luego puede ir hasta 12.000 revoluciones.  ¿Faltó el ruido del motor normal, sus cambios de revoluciones? Algo, pero no resta mucho en agrado de conducción, donde el pedal del freno responde bien, sin tacto artificial al regenerar  las pilas. Velocidad máxima limitada a 130 para no descargarlas tan rápido , y asegurar bastante longevidad junto con el motor.

La marcha es suave, pisa bien las imperfecciones,  muy bien puesto a punto algo más hacia la comodidad familiar, al fin y al cabo comparte plataforma con el actual Clio IV que no se vende en éstas latitudes; pude comprobar sus buenas maneras  tomando curvas a 70 -80, bien aplomado; probablemente ante giros bruscos del timón (no los pude hacer) se balanceará, y si pierde adherencia, el importante control de estabilidad velará para que no pierda la trayectoria. Teóricamente no se iría de trompa ni de cola porque las pesadas baterías en el centro, bajo las sillas, disminuyen el centro de gravedad.

He sido un ‘detractor’ de los eléctricos por el precio que injustamente sube por el 5% de iva mas el arancel; de partida, son caros alrededor del mundo especialmente por el costo de las baterías, un 33% del valor del auto. Pero cuando en la carretera enfilaba la trompa del Zoe en cada curva y veía bajando lujosos vehículos, pensé por un instante, son arcaicos, en verdad. Siendo un hatchback segmento B de 4,08 metros de largo donde militan Fiesta, Sonic, Mazda 2, Rio, sin duda puede parecer caro.

Desde que me bajé, el chip fue otro, positivo: lo miré, no contamina, cualquier viaje es placentero por el silencio y la respuesta (sin las vibraciones y ruido de los motores normales), es exclusivo, no tiene pico y placa, se gasta mucho menos en mantenimiento  por filtros, aceites, gasolina, embrague, correa de repartición, bujías etc inexistentes, y que en medio de sus líneas llamativas es discreto;  vale la pena como único auto para los más puristas medioambientalistas, o como segundo o tercero también para quienes ven de otra forma la relación precio valor por su costo de 100 y 111 millones. Lo cierto, el futuro ya es una realidad.

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