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Antes del Festival…

En la antesala del Festival Vallenato que acaba de terminar, el primer tema que escribí fue el de los hermanos y rivales. Por eso, era necesario conversar con cuatro reyes vallenatos: Hugo Carlos y Juan José Granados y Ciro y Àlvaro Meza.

Llamé primero a Juan José (rey vallenato 2005), porque recordé que un año atrás me dijo que él y su hermano Hugo Carlos (rey 1999) acordaron no competir el uno contra el otro. Y que, posiblemente se marginaría de la competencia. Pero se inscribieron los dos. Me alegró que tomaran la decisión de intentarlo.

Hablé después con Hugo Carlos. Lo primero que me pidió fue resaltar que en sus distintas participaciones en el festival vallenato era el único que tenía cuatro coronas en categorías distintas. Ahora, iba por la quinta.

De sus recuerdos, Hugo Carlos dijo que comenzó en el acordeón a los 5 años, debido al a presencia de tantos instrumentos en la casa. Su papá, Ovidio Granados, es técnico de acordeones. Por sus manos pasan los de todo intérprete.

"Aquí llegan los acordeones de todos los músicos. Tanto de los buenos como de los malos", me dijo Ovidio esta madrugada. Y parece que así ha sido desde que Hugo Carlos, de 41 años, tiene memoria.

En esa memoria están los consejos del papá,con los que empezó a defenderse. A los 13 años, en 1980, ya era rey infantil. En el 86 fue rey aficionado, en el 97 fue rey de reyes aficionado y en el 99, rey profesional. Y la promesa de no competir contra Juan José viene precisamente de 1997, cuando él ganó y a su hermano le costó entenderlo.

"Él ha tenido más éxitos que yo en su parte comercial. Yo he tenido más éxito que él en la parte de concurso y de relaciones". Esto último, explicaría después, parte del temperamento. Juan José habla menos, es silencioso. Hugo Carlos es el extrovertido, de genio vivo adecuado para ser alma de las parrandas.

En la antesala, Hugo Carlos afirmó: "Estamos optimistas, por ocupar una buena posición y que esto sea de alegría para nosotros y el público. Estamos tratando de enriquecer cada vez más nuestro querido folclor vallenato. Las preparaciones han sido de mucho profesionalisto. Con el favor de Dios, coronándose mi hermano o yo, queremos la corona para la familia".

Y anunció por eso que procuraban que la barra de su hermano lo apoyara a él y viceversa. Así estaban las cosas antes del Festival.

Durante el Festival

Habían encerrado las eliminatorias en el Coliseo de Ferias Ganaderas. En medio de los establos, bebederos y olor a caballo, los acordeoneros esperaban su turno de subir a la tarima. Se había dicho que el orden de salida era por sorteo, pero la organización cambió de opinión y les tocó por orden alfabético. Así que el primero de los Granados en subir a la tarima fue Hugo Carlos.

Al bajar de la tarima, después de interpretar los aires de merengue y paseo, lo vi llorar abrazado a Juan José. Pensé que algo había ido mal. "No -explicó después de secarse las lágrimas con un pañuelo-. Lloré al recibir la bendición de mi hermano".

Al día siguiente el mundo vallenato tenía acceso a los puntajes. Hugo Carlos era el primero en la lista de posiciones, seguido por Ciro Meza. Juan José estaba en el séptimo. Las habladurías, las hipótesis y las conjeturas que nunca faltan en un Festival Vallenato ya estaban armando tropeles y suspicacias. El rumor más fuerte decía que Saúl Lallemand era el ganador que quería La Fundación. ¿Cuántas veces no se oyen cosas así? Pero el único dato en firme era el primer lugar de Hugo Carlos. Y pasó a ser segundo después de interpretar puya y son.

Pero el domingo 29, cuando en la contienda salió la lista de los 12, otra vez Hugo Carlos seguía en su posición privilegiada. Estaría entre los ocho que pasaron a la ronda del lunes por la tarde. En uno de mis pasos por la Feria Ganadera encontré a Juan José y le pregunté por él. "Está sentadito, sabes que no camina mucho, por lo del accidente".

No sabía nada del accidente, ocurrido hace cinco años, que para los vallenatos es noticia sabida. Entonces entendí su forma de caminar y el motivo por el que salió a tocar apoyado en una silla.

Con los puntajes que venía sumando, nadie se sorprendió de que Hugo Carlos entrara a la lista de los cinco que se disputaron la final.

Las sorpresas, en cambio, fueron las ausencias. Saúl Lallemand, el acordeonero de Iván Villazón, que había estado más o menos estable en el tercer lugar durante las eliminatorias, estaba por fuera. También Omar Geles, a quien criticaban por su intento de innovar dentro de lo tradicional en su actuación. Al conocer la lista de los cinco (Hugo Carlos Granados, Ciro Meza, Navín López, Álvaro Meza y Raúl ‘El Chiche’ Martínez), oí a algún comentarista de radio expresar un sentimiento de alivio. Decía que de haberse enfrentado Geles con Lallemand, el público se habría desbordado por la temperatura de la división que ambos generaban.

En cambio, ante la nueva situación, el público pareció formar una opinión compacta, unánime. No habrìan aceptado ver a Hugo Carlos sin la corona. ¿Cómo lo sé? Gracias a los presentadores de la transmisión de Caracol Televisión y Telecaribe.

En lugar de los presentadores tradicionales de la final, las condiciones de la nueva transmisión (por primera vez en un canal privado) ubicaron a Rochy Stevenson, Agmed Escaf y Ernesto McCausland como maestros de ceremonias. Al salir a comerciales, Escaf  y Stevenson le pedian al público ovacionar a sus favoritos. Solo cuando nombraban a Hugo Carlos, el Coliseo vibrava.

El primero en salir a la contienda fue Álvaro Meza que, para quienes han seguido este blog, rescató la puya que Náfer Durán había compuesto para participar, presentada ahora con el nombre de ‘El Festival’.

El segundo fue Ciro Meza. Cuando abandonó la tarima, escuché a los comentaristas decir que había "pelado un par de pitos". Mejor dicho, erró en las notas. A mi juicio (y el de muchos otros), Meza era el único que podía arrebatarle la corona Hugo Carlos. Así que pudo ser por eso que la corona terminó de escapársele.  Siguieron Navín López y Raúl ‘El Chiche’ Martínez.

Terminadas las presentaciones. Le cedieron el escenario a Jorge Celedón, que venía a presentar un concierto con orquesta de cuerdas, con el mismo concepto de su álbum de éxitos en vivo. Se sabía que en cualquier momento, Celedón detendría su  presentación para darle paso al fallo. Esto ocurrió pasadas las 2 de la madrugada del primero de mayo.

Nombraron primero el tercer lugar: Raúl Martínez. El segundo fue Navín López. Y el aplauso fue unánime cuando nombraron como Rey de Reyes tercera generación a Hugo Carlos Granados. Era el rey que quería el pueblo, él mismo lo diría a quien quisiera oírlo minutos después.

‘Jorgito’ Celedón mismo se encargó de tomar la vocería de la gente y pedirle a Hugo Carlos que subiera al escenario. A la par, llamaron a Gonzalo ‘El Cocha’ Molina, segundo rey de reyes, para que le entregara la corona. Después, Granados, siempre apoyado en la silla, y Celedón interpretaron una canción a dúo. Hubo lluvia de escarcha sobre el nuevo rey y hasta fuegos artificiales.

Hugo Carlos llevaba puesta una camiseta marcada con plumón negro con las palabras: "Gracias Dios". Y, más tarde, en las entrevistas, repetiría muchas veces que Dios era el primero a quien le dedicaba el triunfo, después sí a su familia.

Después de la coronación

Hugo Carlos Granados, con la corona dorada y roja sobre su cabeza, respondía incansablemente las preguntas de los periodistas, mientras Jorge Celedón, en tarima, cerraba su presentación cantando ‘Esta vida’.

Tardaría una hora más en llegar a celebrar con la familia en la casa de su padre, el reparador de acordeones. Estuve allí hace dos años, en el amanecer en el que Juan José, su hermano menor, vio nacer el día siendo rey vallenato. La madre, Nimia Cordoba, estaba en la puerta recibiendo a los amigos que fueron llenando la casa.

"Ni el papá ni yo vamos nunca a ver a los hijos en la tarima -me dijo ella-. No me siento capaz. Ellos tenían ya varios días de estar yendo y mi esposo y yo siempre nos quedamos en casa. Los oíamos por radio. Como concursaban los dos, yo no podía ir porque al tener dos hijos en competencia, cómo hacía. Así que solo los llamaba por teléfono y les decía: Con la bendición de Dios todo por delante".

Nimia también se los encomendaba al alma del hijo muerto, Eudes, el mayor de los Granados (eran cinco hermanos), que falleció en el accidente en el que también murió el acordeonero Juancho Rois. "Yo sé que Eudes siempre ve por sus hermanos", agregó.

Sobre la forma como siguió la final, Nimia me dijo que después de la presentación de Hugo Carlos, Ovidio se fue acostar diciendo que no tenía que ver más. Sabía que el hijo iba a ganar. En cambio ella sí se quedó mirando la televisión y ahora que había ganado, lo esperaba ansiosa, aunque no sabía qué iba a decirle en cuanto lo tuviera en sus brazos.

Ella me contó lo del accidente: Hugo Carlos estaba tocando una parranda en Santa Marta y al salir, el carro se accidentó. "No le pasó nada en ese momento. Pero cuando sacaban las cosas, Hugo Carlos estaba pendiente de sus acordeones y venía un carro. Estaban como en un puente. Tuvo que correr para evitarlo y saltar. Cayó sobre las plantas y eso le dañó la columna. Él no caminaba. Pasó tres meses quieto en Santa Marta. Me trasladé allá con él y era él mismo el que me daba ánimos. Me decía: ‘Mamita, voy a caminar. De aquí me paro y salgo caminando’.

Al rato llegó Hugo Carlos. Lo vi pasar en un remolino de abrazos, asediado por los medios que como el equipo de EL TIEMPO habían llegado a la casa. Vi volar la corona por encima de las cabezas de la madre, el padre y el hermano. Siempre volvía al nuevo Rey de Reyes. Fue cuando me dio sus declaraciones: que su mayor ventaja estaba en haber estado tocando toda la vida vallenato puro, el de las parrandas. Sí, lo había dicho desde el principio, su carrera se había basado en eso. No tenía que cambiar su estilo de tocar ara participar en el Festival, por eso le iba mejor que a nadie.

Siguió la parranda, la caravana organizada por Olímpica en la que llevaron a Hugo Carlos por las calles de Valledupar, su ciudad natal. Entrada la tarde, el rey vallenato fue asu casa. Recibió a los amigos en la piscina comunal. Hasta allá llegó su hermano Juan José con un grupo de mariachis a tocarle la canción ‘Pero sigo siendo el rey’.

-Lloré otra vez -me dijo- Es que soy una persona sensible.

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Fotografía: El Cocha Molina y Hugo Carlos Granados en el momento en el que el nuevo Rey de Reyes recibe la corona. Tomada por Mauricio Moreno / EL TIEMPO

 

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