Ingresa o regístrate acá para seguir este blog.

 

gustavobaja1.jpg

A mediados de julio de este año tuve la oportunidad de viajar a Valledupar, por invitación del Ministerio de Cultura, que quiso sumarse a la serie Leyendas en El Tiempo, que publicamos cuando queremos recordar la vida y obra de alguna figura importante de la música colombiana.

En una hora de agradable conversación, el compositor Gustavo Gutiérrez habló de sus nostálgias y sus cantos. Esta es la versión extensa de ese encuentro que se publica el 27 de agosto del 2009, en las páginas de EL TIEMPO.

*****

 

Gustavo Gutiérrez (Valledupar, 1940) tiene un halo de nostalgia que ha trascendido en forma de música gracias a composiciones suyas como la inolvidable Sin medir distancias, grabada por primera vez por Diomedes Díaz.

«Nací el 12 de septiembre de 1940, en Valledupar, en la Plaza Alfonso López, al frente de la iglesia -cuenta Gutiérrez-. Mi niñez fue sencilla, tranquila como la de un provinciano de esa época cuando la ciudad tenía 30 o 40 mil habitantes. Hice mis estudios aquí, luego fui a Medellín, estudié en la Bolivariana y en Bogota, en la EAN. Soy administrador de empresas».

Su primera canción fue Confidencia. La compuso a los 23 años y a lo largo de la vida ha acumulado ya otras cien. Entre las más conocidas están Así fue mi querer, Camino largo, Se te nota en la mirada y Paisaje de sol.

Gutierrez fue Director de Turismo del Cesar de 1974 a 1979, estuvo al frente del Festival Vallenato algunos años y de sus etapas como compositor, considera que la más importante fue la comprendida entre 1979 y 1992. Y solo este año compuso dos canciones: ‘No pido más’, que le entregó a Jorge Celedón, y  ‘A un lado del camino’, para Diomedes Díaz.

Es un compositor que  siempre ha sido una figura presente en el folclor. Es el eterno romántico, lo buscan para que presente sus canciones con su propia voz y cuente sus historias en fiestas privadas. En esas pequeñas «giras» como cantautor suele encontrarse con otros talentos de la creación vallenata como ‘el Chiche’ Maestre, Iván Ovalle y Rosendo Romero.

 

gustavobaja2.jpg

«Ahora, me dedico a cantar mis canciones. Voy por Colombia, México, Venezuela y Panamá, cantando en fiestas privadas, hoteles, matrimonios, cosas muy privadas. La mía es una vida sencilla, normal, como la de cualquier persona. Tomo poco trago, soy muy taciturno, casero. Salgo solamente cuando voy a actuar y los fines de semana, a veces me tomo un traguito con amigos. No he tenido problemas con el alcohol y la fama, porque tengo muy definido cuál es el artista y cuál es el hombre común y corriente».

 

El hombre común y corriente tocaba guitarra desde los 13 años, inicialmente formó un trío para tocar bambucos, boleros y pasillos. Y el día en que les presentó Confidencia a sus amigos, ellos no supieron si reír o llorar. «Se burlaban de mí -recuerda-, porque decían que no era vallenato. Era un vallenato totalmente diferente: romántico, lírico, hablaba de las rosas, no del machismo que traía siempre. Hoy, es una canción clásica».

 

Confidencia fue grabada por Alfredo Gutiérrez, dos meses después de haber sido compuesta. Después siguió La espina, una composición que le grabaron al tiempo Pacho Galán y La Billo’s Caracas Boys.

 

-¿Por qué se reían sus amigos de Confidencia?

No veían en ella nada que fuera vallenato. Era como yo, distinta. Yo no narro nada. Le canto a la taciturnidad de mi alma, a las vivencias. Yo soy un cantador de mi propia vida, el hecho vivido lo vuelvo canción y el vallenato entonces era crónica. Al ver que podía hacer una temática distinta, la gente al principio decía que no era vallenato, pero sí conserva la cadencia del folclor y fue aceptada.

-Y avalada de entrada por Alfredo Gutiérrez…

Él venía mucho por Valledupar y en ese momento empezábamos Freddy Molina y yo. Él fue el intérprete de los dos. Lo de la Billo’s llegó de otra forma: mi papá tocaba piano en el Club Valledupar y cuando vinieron a presentarse Billo Frómeta y Pacho Galán, en los intermedios él tocó La Espina al piano y me llamó para que la cantara yo. A Billo le gustó y a los dos meses estaban hechas las dos grabaciones. Eso me dio confianza, que ‘el rebelde del acordeón’ y la Billo’s me grabaran me hizo creer que las canciones eran buenas.

Ahora, se dice que ese nuevo estilo suyo para componer es un quinto aire adicional a los conocidos puya, merengue, paseo y son. ¿En esa época lo veían así?

Yo sabía que era vallenato. Los acordeoneros las tocaban, tenían la misma cadencia. En la letra eran diferentes, pero en el concepto musical eran melodías más largas porque había como más que cantar.

En los últimos años trataron de llamar a este estilo Paseo Lírico y en Villanueva, lo llaman Romanza.

Lo que pasa es que la narración tiene mas limitación. El que va narrando un hecho lo narra en ocho o diez versos y ya está. En cambio, si uno canta su existencia, eso es infinito. Un puede gastar 30 años cantando lo que ha vivido con tristezas, añoranzas, cuitas, alegrías y parrandas inolvidables. A los críticos les decía: «Nómbrenme un ritmo que no tenga lirismo». Folclor es también cantar la tristeza del alma, de un pueblo, las costumbres, cantarles a las esperanzas, a la sed de justicia, a los paisajes, todo eso es folclor.

-Pero la discusión se prolongó hasta los últimos años de Lopez Michelsen y Escalona…

El doctor López y Rafael Escalona querían que se reconociera el quinto aire. Yo no estuve de acuerdo. En los últimos años, López y Escalona recapacitaron. Yo dije: ¿Para qué le van a cambiar el nombre a un hijo que ya tiene 45 años de haber nacido. Pero sí estoy de acuerdo en que haya un espacio para la canción inédita, para que los compositores de música más lírica tengan un espacio en las categorías de canción inédita y los acordeoneros puedan interpretarla.

No creo en llamarlo quinto aire. Más bien creería que en unos 20 o 30 años, el quinto aire podría ser el «nueva ola» y con fusiones hacia el tropipop que están haciendo los jóvenes. Pero hay que dejar que las aguas se tranquilicen, para que la música sea aceptada ya en la conciencia de un pueblo y llegue a ser folclor.

Mientras tanto, tenemos éxitos radiales, porque ahora suenan en las emisoras porque gusta en la juventud. Siempre he dicho esta frase: La novia del estudiante no es la esposa del doctor. Todavía no podemos decir si esa música pertenece a la raíz del folclor.

-¿Qué tan consciente fue convertirse en la figura romántica por excelencia del vallenato?

Todos mis cantos son líricos, son de ensoñación, de añoranza de lo vivido. Paso el tiempo tocando en el piano o en la guitarra, llevo una vida taciturna, calmada, soy así por naturaleza.

-¿Y qué papel jugó la parranda en su vida?

Ya me retiré de las parrandas. Tocaba acordeón, piano y bastante. Ya no. Hace unos años me retiré. Eso ya no me gusta. Canto en las presentaciones. Antes me tomaba mis traguitos, ahora lo que me gusta es bailar. Cambié la parranda por el baile.

Las canciones de Gustavo Gutiérrez

celedonygutierrezcabello.JPG

Quizás la canción más nueva de este compositor en el mundo comercial ha sido No pido más, interpretada por Jorge Celedón y Jimmy Zambrano. La canción hace parte del álbum La Invitación. «Es como una autobiografía -dice Gustavo Gutiérrez-, habla de lo que yo soy, de mi simpleza, de mi sencillez.

 
Que yo solo le pido a la vida que me dé felicidad y que pueda tener mi conciencia tranquila. La hice en aquel rincón, estando un poco triste. Ya uno va sintiendo el cansancio de la vida, lo que llamamos el dolor existencial porque a medida que pasa el tiempo te acercas al momento de tu muerte. No le temo, pero como a todo ser humano me duele. Últimamente las canciones me salen demasiado tristes y no quiero porque hay un viejo dicho que reza: «El que canta sus penas espanta y yo no quiero. Me gusta cantarle a la vida, pero cuando siento que mi canto es demasiado triste, me gusta, mejor, silenciarme. Si vuelvo con temas positivos, menos tristes compondré otra vez, si no, pues no».

-¿Cuál es la historia de Sin medir distancias?

Es la combinación del camino largo de la vida buscando felicidad y nunca se alcanza. Pero uno debe enrumbarse en esa ruta. Fue un momento de tristeza mía, estaba enamorado pero ahí hablo de la herida que siempre llevo en el alma, la herida que no cicatriza. El dolor es por lo que estoy viviendo y la incertidumbre del hecho futuro, del tiempo en que se acerca la muerte. Ese es el dolor de Gustavo Gutierrez porque afortunadamente he sido de buenas en el amor.

-¿Qué tanto?
Solía decir que soy fácil para querer y fácil para olvidar. Era sincero cuando sacaba una canción, cuando estaba triste. Pero a los 20 días, al mes, ese amor estaba enterrado, había resurgido otro. En el amor me siento afortunado porque hasta ahora, que me haya despreciado una mujer… Bueno, una o dos, pero afortunadamente para mí, no las quise mucho. Las que quise, me quisieron.

-¿Y alguna vez le rechazaron una canción?
‘Mi niño se creció’, me la despreciaron cinco cantantes, porque no era comercial, no tenía estribillo pegajoso. Las casas disqueras presionan al cantante para que grabe así y los cantantes presionan al compositor. Hubo otra canción mía, El perdón, la grabó Iván Villazón, no les gustaba a los otros porque en vez de hablar de la mujer, hablaba de Jesús en la Cruz.

-¿Por qué no quiso ser cantante?

La figura del compositor me tragó y no me dediqué a cantar. De todos modos, terminé cantando y a la gente le gusta mucho la manera como canto las canciones.

Liliana Martínez Polo.

 

Compartir post