Américo, el contendor chileno de la categoría de cumbia/vallenato
Américo pudo ser bolerista. Su padre, Melvin ‘Corazón’ Américo, lo es y se hizo un nombre en Chile cantándole al amor, al desamor, a las traiciones a las separaciones, a esos sentimientos desgarrados. De niño, el padre lo llevaba vestido de ‘smoking ‘a cantar con él. De esos comienzos surgió su nombre artístico -su nombre de pila es Domingo Vega-. Pero había crecido en medio de un ambiente de cumbia festiva, un género que resultaba muy rentable para los músicos populares con los que alternaba su padre. Hoy por hoy es el artista más visible de la cumbia chilena y está nominado en la categoría de vallenato/cumbia en el Grammy Latino.
Por primera vez un chileno llega a clasificar en la categoría que parece dominada por artistas vallenatos. Así que es un contendor inesperado para Jorge Celedón, Silvestre Dangond, Iván Villazón y Gusi.
Muy conocido en su país, en Colombia su nombre empezó a sonar por la nominación. Pero el cantante ya pensaba en traer su música. De hecho, hace unos años hizo una colaboración con Pipe Bueno. En la que su jefe de prensa afirma que es su primera entrevista para Colombia, el intérprete habla de su historia y los motivos que lo llevaron a tomar la bandera de la cumbia como base de su carrera.
«Nací en Arica, norte de Chile, la primera ciudad del país, pegadita a Perú y a Bolivia -cuenta-. Mi papá estuvo presente en la música popular romántica. De ahí proviene este gusto. Empecé a cantar con él. Me acerqué a la cumbia porque es una buena alternativa para trabajar los fines de semana, en fiestas y celebraciones. Siempre ha sido buen escenario de trabajo para los artistas en Chile. Así que aprendí a comunicarme y a sentirme representante de ella. Además, hago una cumbia especial, con rítmica y temática romántica».
Al parecer, esa fórmula romántica y de despecho que le funcionó a su padre en los boleros, fue la que Américo le aplicó a su estilo musical cuando se lanzó como solista después de años de haber girado y probado la fama con el Grupo Alegría, que hacía cumbias más festivas.
«Antes, la cumbia estaba estigmatizada -dice-, relegada a un sector popular y a ciertas festividades, sin alternativas de espacio. Hoy se oye en todo lugar: en el auto, en el teléfono, en las estaciones de radio, incluso las que no son de exclusiva programación popular. La cumbia ha generado pasión en el país. Me alegra ser parte de esta corriente, haber sido impulsor de ese estilo. Ahora se habla con libertad del gusto por la cumbia. Antes no era así. Los estilos tropicales han ido ganándose un puesto. Esto surge del trabajo conjunto de todos, artistas y grupos. Ahora está la posibilidad del Grammy Latino».
-Pudo seguir a su padre y continuar como bolerista, ¿qué pasó?
Comencé haciendo música romántica, porque mi papá interpretaba esta música ‘cebolla’ (cantada para llorar, con historias de desamor). Mi papá me llevaba a cantar desde niño, historias de separación, con un contenido trágico pero efectivo, porque era comercial. Cuando tuve un poco de decisión, me di cuenta de que era entretenido hacer música tropical y estaba la oportunidad de pertenecer a un grupo, compartir con otras personas dentro de una banda, viajar, tener fanáticos. Así se fue creando un lazo fuerte con este ritmo que hoy me ha llevado lejos.
-Dice usted que nadie aceptaba el gusto de la cumbia y que ahora se oye en todas partes. ¿Qué influyó en ese cambio?
A la cumbia me llevó el deseo de hacer con ella un buen trabajo: vistiéndola de buena manera, como se lo merece. A través de un espectáculo que no solo quisiera hacer bailar. Necesitaba luces, buenos músicos, elementos que la llevaran al nivel de los espectáculos de hoy. Llevarla al formato recital fue esencial. Eso llamó la atención y permitió participar en actividades importantes. Cantarle a la presidenta Bachelet en su mandato anterior fue importante, empezó la empatía con la gente. Estuvimos en a celebración del Bicentenario del país. Cuando la gente ve que esta música conquista a las directivas máximas del país, le pone atención. Y pronto llegó la posibilidad de que la gente admitiera abiertamente que le gusta. Detrás estaba el trabajo de salir un poco de lo típico, aprovechar el impacto de Viña del Mar en los países vecinos. Fue una ganancia, por lo menos mía. Empecé a visitar Argentina, Perú, Bolivia, Ecuador. En todas partes me recordaban en Viña, ahí se siente la dimensión del Festival de la Canción de Viña como vitrina.
-Ahora llegó la nominación al Grammy. ¿Qué tanto la esperaba?
Fue toda una sorpresa. La recibimos con alegría, orgullo y emoción. Venía haciendo un trabajo internacional con el grupo con el deseo de ser considerado para un Grammy. No pensé que llegaría este año. Nos pusimos a trabajar de inmediato en ver cómo podemos aprovechar al máximo esta nominación. Además, tengo gran respeto y admiración por los otros artistas que compiten, que son todos colombianos. Sé que tienen posibilidades fuertes porque es muy de ustedes, ya que de su tierra son la cumbia y el vallenato. Entonces, me siento halagado de competir. No imaginan cómo incentiva mi carrera.
-Ha incursionado en Perú, en Argentina, ¿ha pensado en llegar a Colombia?
Por lo general es más común que un artista que busca internacionalizarse muestre su trabajo desde el norte hacia el sur. He querido generar algo potente desde mi país para tener una base sólida y luego me he movido hacia Perú, Bolivia, Argentina. Uno de mis deseos es ir a Colombia. Canciones que he interpretado, también han sido grabadas allá, como ‘Que levante la mano’ o ‘A chillar a otra parte’. Y me dan ganas de tener suficiente tiempo, casi de doblarme, para hacer un trabajo como Colombia se lo merece. Tengo ganas de ir, de ser bien recibido, de brindarle tiempo necesario a un país fuerte en esta música. Por eso esta entrevista me entusiasma.
-¿Podría resumir su carrera en momentos importantes?
Canto desde pequeño. Nací en el norte de un país centralizado, donde cuesta convencer al público. Tuve que dejar mi ciudad, llegar al a capital a defender lo que quería como músico. Con mucha convicción y confianza tuve la bendición de encontrar gente precisa que me ha ayudado a hacer un equipo precioso y he podido sacar a la luz una música que estaba estigmatizada. Mi carrera ha sido de lucha, pero no con dolor, sino con mucha alegría. Cada vez que he convencido a alguien de que apoye este sueño, me da un sabor más intenso, más profundo. Entiendo que todo es posible, que solo uno se pone los límites, uno puede alcanzar y vivir lo que sea. Hay que trabajar con constancia, ser responsable en un caminar justo y con alegría.
-Habló de un momento en que decidió ingresar a un grupo – el Grupo Alegría-, ¿En qué momento supo que era hora de ser solista?
Aprendí mucho con el Grupo Alegría, que todavía existe. Estuve allí seis años. Pero necesitaba hacer algo más. Vivir la música y mi trabajo, no solo a través de discos que tenían relación con lo latino y lo tropical. En el 2002 dejé de pertenecer al grupo y fue duro quedarme solo porque tenía que reinventarme. Solo en el 2007 y 2008 empezó a sonar de nuevo mi música. Tuve que encontrar m propia forma de hacerla. Extrañamente, ese estilo no lo descubrí en Chile sino en Suiza, en Europa, entre el 2004 y el 2006. Me quedaba tiempo suficiente para pensar, reestructurar mi vida. Con la disciplina que hay en esos países, pude hacerme un estilo de trabajo sobre mi necesidad de salir adelante con la música.
-¿Por qué terminó definiendo su estilo en un lugar tan lejano?
Un productor, entendiendo que ya no hacía parte del grupo, me llevó a hacer una gira en solitario. Era más fácil llevarme a mí solo que al grupo. Me fue bien en ese viaje y se pudo repetir durante dos temporadas más, por eso hablo de años. La gente en Europa disfrutaba mucho nuestras propuestas latinas tropicales. Me dije: Si funciona en Europa, tiene que funcionar en mi país y, obviamente, en el continente.
-¿Rompió con la cumbia que hacía en el Grupo Alegría?
El grupo Alegría hace cumbia, pero más de banda, como la ‘tecno’ cumbia, más grupera, de fiesta, de «arriba las palmas», cosas más festivas. Lo que hago es más de orquesta, de instrumentos no electrónicos, de trompetas, trombones. Mi temática es romántica. Me gusta más lo que hago ahora.
-Fueron años entre la salida del grupo y un nuevo éxito. ¿Alcanzó a desanimarse?
Fue duro pasar de estar acompañado por un grupo a estar solo. Pensé muchas veces en someterme al sistema tradicional de trabajo, con horarios, postergar un poco el sueño. Gracias a Dios que algo me empujó a seguir intentándolo. Pero aprendí a cuidar lo que tengo y he podido construir. Esa experiencia me ayudó a mantener los pies en la tierra, a no volverme loco ni marearme con la fama. Le doy valor a lo que importa: la familia, el trabajo, la experiencia.
-¿Cuales son sus tres canciones más importantes?
‘Te vas’, ‘Que levante la mano’ y ‘El embrujo’. ‘El embrujo fue la primera canción que sonó en la radio, la aceptación del público fue rápida, gracias a una letra linda, llamativa y efectiva. ‘Que levante la mano’ fue muy popular, participativa. ‘Te vas’ se impuso en el campo internacional, es una canción que la gente metió en sus ‘playlist’, la pongo primero o al final del show según el país donde me presente, la gente la reconoce de inmediato. Ya tengo seis discos, dos en vivo, y un DVD.
-¿Cómo resumiría su evolución musical a lo largo de estos álbumes?
He pasado por distintos estilos. He probado y alguno ha funcionado. Pero este disco que está nominado, ‘Por siempre’, representa un regreso a la originalidad de mi trabajo. Escogimos las canciones basados en lo aprendido en todo este tiempo, convencidos del hecho de que menos es más. Las canciones salen mejor producidas cuando tienen arreglos más simples, más directos para la gente. Soy director y productor de todos mis discos, hago el trabajo de estudio, mezclo, dirijo. Trabajo con un grupo de músicos jóvenes que son parte de mi ‘staff’. Aplicamos bien el dicho popular que dice: «Echando a perder se aprende» y creo que de tanto equivocarnos, aprendimos. Todo lo utilizamos para ponerlo en este disco. Está el estilo y lo que quiero defender como propuesta musical.
-¿Cuál es la historia de este álbum?
Los autores son, la mayoría, peruanos; otros, del país (Chile). Canciones de amor y desamor que le van mejor a este estilo de cumbia. Tuve la suerte de conocer a los autores, compartir con ellos y tener su aceptación para interpretarlos y adaptarlos. Eso me dio confianza, porque sin haberlas escrito, siento muy mías las canciones. Combinamos la cumbia con pasajes de salsa y otras cosas latinas. Mi interpretación es romántica, muy contemporánea, un poco saliéndome de la interpretación tradicional de la cumbia.
-¿Por qué escoge el de su padre como nombre artístico?
Mi nombre es Domingo. Como comienzo pequeño, mi papá que sí se llama Melvin Américo -de nombre artístico Melvin ‘Corazón’ Américo-, me llevaba a todas partes. A mí no me parecía, como artista, llamarme Domingo. Un día un periodista le dice a mi papá: ‘¿Por qué no cantas con tu hijo y lo llamas Américo Jr?’ Me pareció fantástico porque era la posibilidad de sentirme artista y a mi papá le iba bien porque alimentaba su ego de artista. Así que ambos fuimos felices con la idea y funcionaba bien. Seguí cantando, y hubo un momento en que el «Junior» ya no me gustó. Entonces me quedé Américo. Gracias a Dios, porque usar ese nombre me ha servido y se acomoda porque hago música muy latina, así que Américo me representa totalmente.
-¿Estará en la ceremonia del Grammy Latino?
Viajo el 16 de noviembre a Las Vegas. Es todo un acontecimiento porque no había sucedido nunca que con la evolución de la cumbia dentro de nuestro país llegáramos a estar ahí. Ojalá que sirva como oportunidad para animar a otros jóvenes chilenos que también hacen cumbia y ayude a la música popular de Chile.
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