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Me refiero a los apasionados rumores que flotan en el ambiente de las eliminatorias mientras los acordeoneros en contienda van sumando puntos ante un jurado. Barras y expertos (entre los cuales no me cuento) van soltando conjeturas, como si fueran verdad revelada. Y uno podría creerles, por la seguridad de su énfasis.

“Que todo estaba orquestado para que ganara Saúl Lallemand”, escuché hasta el cansancio durante el cubrimiento del Festival Vallenato.

“Que nunca volverán a darles nada a Julián Rojas y Juan David ‘El Pollito’ Herrera, porque osaron hablar mal de la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata”. Y en un tono moderado, alguien me dijo que la corona estaba desde antes destinada a Ciro Meza.

De la supuesta manipulación había otros matices: “Que la final iba a ser entre Omar Geles y Lallemand”. De haber ocurrido así, habrían hervido los comentarios. Supongo que se habrían ensañado contra los dos contendores que llegaron al Festival precedidos de las luces del estrellato comercial, como si eso fuera un pecado.

Ahora, con resultados en mano, creo que precisamente por eso: porque Geles ha sido un productor exitoso y porque Lallemand, además del ángel que tiene, ha hecho una sólida carrera al lado de Iván Villazón, la gente los quería ver en la tarima para negarles los méritos y, al tiempo, los quería ver derrotados.

Eso me hace recordar el año pasado, cuando ganó Beto Jamaica. En medio de la final, algún comentarista me susurró que aunque tocó bien, solo le darían la corona cuando volviera a nacer. Y cuando ganó, los vencidos trataron de empañarle el triunfo con afirmaciones sin pruebas sobre la forma como la obtuvo. Sé de vallenatos supuestamente serios que llegaron a preguntarle a su barra: “Cuánto pagaron por esa corona”.

Y volviendo a este año, alcancé a escuchar a alguien lamentándose: “Ojalá ganara alguno de los Granados, pero esa corona ya tiene dueño”. Recuerdo el momento, Hugo Carlos Granados ya ocupaba el primer puesto en las primeras rondas y la malicia de los seguidores del certamen no lo daba por ganador, aunque encabezara la competencia.

Aún, cinco minutos antes de que en el Coliseo se leyera la lista de los cinco finalistas, que ya tenía en mi poder (salió primero en Internet). Uno de los comentaristas que lleva años cubriendo el Festival para la radio, alcanzó a repetirme por última vez. “Lástima que esa corona sea para Lallemand”. Y fue un gusto (no por Lallemand cuya ausencia me sorprendió puesto que iba siempre en el tercer lugar), decirle al colega que su hipótesis ya no era válida.

Entonces surgieron otras conjeturas como esta: “Que descalificaron a Lallemand y a Geles para no ocasionar disturbios entre el público”. Mejor dicho, ni siquiera perdieron por sus propios ‘méritos’.

Preguntando un poco, supe que en la semifinal la presentación de Lallemand estuvo un poco floja. Y que Geles llevó a la competencia una propuesta innovadora y sucumbió en su intento de incorporar novedad al toque tradicional, que es lo que el Festival pretende proteger. Geles alegó, protestó por ser el incomprendido de la contienda, pero las razones que le bajaron puntos tienen que ver con la filosofía del encuentro.

Me parece que así tienen más mérito. Si fue eso lo que le ocurrió a Lallemand, pues, ni modo, son gajes de la vida. Un mal día lo tiene cualquiera. Entonces, si subió o bajó en puntajes fue por buena o mala ejecución y no por motivos extra competencia.
Y me gusta pensar que si Geles no subió a la tarima fue por tratar de ser coherente con lo que pretendía proponer, independientemente de que su propuesta no fuera aceptada.

Hugo Carlos Granados ganó con todas las de la ley, desde el primer día de competencias y con el beneplácito del público. Lo que todavía me sorprende es que, a pesar de eso, los expertos no lo dieron por ganador sino hasta la ovación al terminar la puya en la final y, otros, solo hasta el  momento en que lo vieron coronado y celebrando al lado de Jorgito Celedón.

RESPUESTAS A LOS LECTORES
-Nelson Armesto Echavez, de vocesyacordeones.com escribió un comentario en este blog que me hizo redondear la idea de recoger los ‘bochinches’ de la competencia, en este artículo. Gracias por eso.

-Lo mismo digo del lector que firmó como Matein, con quien también estoy de acuerdo.

-Un lector que firma como Tangarife preguntó durante el Festival sobre el origen del nombre de este blog. En realidad fue una cuestión sonora y un llamado a que este folclor vea hasta donde puede llegar en el mundo si se lo propone. Todavía tenemos juglares y músicos tradicionales que pueden emular la hazaña de lo que fue el Buena Vista Social Club. Es más o menos lo que decía en el primer comentario que hice en el blog, el día en que nació.

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