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Ya tenía "bien lavadito el cerebro", recuerda. A lo largo de toda su infancia oyó a su papá decir que él no, él jamás sería músico y tendría que hacer una carrera. Y así lo repetía, con convicción: "Voy a hacer una carrera". Solo que no sabía qué estudiar ni que responder cuando le preguntaban cuál.
Cuando se fundaron Los Gigantes del Vallenato, dice Daniel Calderón: "Yo ni había nacido. Ni en proyectos estaba".
Porque su padre, Iván Calderón, llevaba desde los 19 años metido en la música, al frente de Los Gigantes del Vallenato, agrupación que se consolidó en los 90, la época dorada del vallenato romántico comercial (ese que algunos llaman "vallenato llorón"). Iván sabía que eso no era cosa de subirse a la tarima, posar para fotitos y firmar autógrafos. "Uno para los hijos quiere siempre lo seguro", dice ahora, satisfecho de que Daniel hubiera seguido su propio camino y no el que sus deseos le habían trazado.
Pero aceptarlo fue un proceso. "No sabía que estudiar", dice Daniel. A los 17 años se graduó del colegio, su papá le compró un carro para que fuera a la Universidad, se metió a Ingeniería de Sistemas. "Se supone que si uno estudia algo, aprende, pero yo no lo hacía", cuenta ahora el cantante de Los Gigantes del Vallenato, haciendo énfasis en que nada pudo torcer su destino.
Su apoyo, quizás, en el proceso de convencer a su padre fue su tío Ibio Calderón, compositor y manejador del grupo. Daniel y su primo Felipe, ambos guitarristas, habían montado una canción de Ibio. "Él me decía que le dejara grabar la canción al pelado", recuerda Iván. Era una buena canción, hasta Omar Geles la quería para su grupo. Pero Iván no quería que Daniel la grabara. Si llegaba a pegarse a sonar en radio, la gente pediría al cantante en los conciertos. 
-Pues, lo llevamos algunas veces-, decía Ibio.
-No, porque el público lo va a querer ver siempre-, respondía Iván.
Ibio no insistió. Pero tiempo después fue él mismo quien le dio la noticia: "Daniel dijo que podías decir lo que fuera, pero lo que a él le gusta es la música", le dijo al director de Los Gigantes.
"Fue cuando me puse cabezón y dije: ¿Entonces qué va a hacer?".
Daniel tenía miedo de esa respuesta. Aún ahora que es la cara del segundo cuarto de hora de Los Gigantes del Vallenato, confiesa que había llegado a pensar: "Si no sé hacer más nada en la vida, le digo a mi papá que me meta como guitarrista, pa ganarme la vida".
Pero su decisión coincidió con una pequeña crisis del grupo. "Dijeron: Iván Calderón está jodido, sacó al cantante y hasta que no meta a toda la familia no estará contento. Y no fue así", recuerda el padre del cantante. En algún momento, había visto que Los Gigantes podían tener dos cantantes. El principal, que era Eberth Vargas manifestó que si se necesitaba otro vocalista, seguramente él debía irse y se marchó. Quedaron Elton Jiménez, en la voz, y Daniel entró derecho a la delantera del grupo, como cantante.
"Nunca me hice la película de ser artista -recuerda-. No sabía cómo pararme en tarima o dar una entrevista. No imaginaba esta faceta, no imaginaba este puesto. Las críticas caen sobre el que canta".
Pero antes de que Daniel se enfrentara a todo esto, Iván hizo todo un proceso para desanimarlo. "Hijo -le dijo-, hay días en los que nos vamos a costar a las cuatro de la mañana para levantarnos a las seis, en otros saldremos del toque al aeropuerto…"
Y Daniel repetía: "No importa, yo lo hago, yo lo hago".
Siguó el proceso de enfrentarse al público. Grabaron el disco ‘Así somos’, que salió a la luz a finales del 2006. Adoptaron la estrategia de invertir mucho en videos de gran calidad que pudieran rotar en los canales latinos más importantes. Le apuntaban no al mercado local, sino al latino. Aventura fue el estreno de la imagen de Daniel, de una vez en Htv. Siguieron éxitos como ‘Quién eres tú’ y hace un par de semanas, Daniel era el protagonista del próximo video de Los Gigantes, grabado en Nueva  York.
"Le dije a Daniel que después de grabar se mantuviera en casa -recuerda Iván Calderón-, que conservara sus amigos de toda la vida y que no fuera a ser muy susceptible porque las críticas son duras. Al que se mete de artista le toca trabajar para cambiar el concepto de la gente".
Han pasado cuatro años desde que Daniel, de 18 entró a Los Gigantes como cantante. Muchas de las promesas de su padre se han cumplido: "Me toca madrugar, trasnochar, pasar hambre y todo", dice y no se sabe si es en broma.
-Yo se lo advertí-, dice su padre.

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