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Si alguien trabajó en serio por ese Grammy fue Peter Manjarrés. (Felicitaciones para él). Tenía un disco que generaba consenso en la comunidad vallenata -Solo clásicos-, porque estaba muy bien hecho, por la forma como su combinación entre juventud  y tradición le valió elogios de vallenatos de todas las generaciones. Saber que ganó fue para mí un gran aliviooooo. Sin embargo, este Grammy me ha generado cierta preocupación.

Porque un disco, así sea el mejor sobre la faz de la tierra, no gana solo. La teoría del Grammy dice que se premia la calidad. Pero, si Peter no hubiera inscrito su álbum juiciosamente -y me consta que lo hizo con más consciencia y convicción de que iba a hacer todo lo que estuviera en sus manos para ganárselo-, el que estaría celebrando el premio hoy sería otro… u otras.

Les diré por qué:

Hace unos días Otto Serge pasó por El Tiempo, coincidía con la expectativa del Grammy le pregunté por la categoría vallenata: Dijo que sinceramente no entendía a los jurados, a la forma como elegían eso. No fue el primero en decirme lo mismo. Algo parecido, sobre la sensación general de los vallenatos, me había contado Javier Fernández Maestre: Que no se sentían identificados con la categoría.

El mismo Peter me dijo que hubiera querido competir con más vallenatos. Y sé que muchos hubiéramos querido ver entre los cinco a Silvestre. Me han contado -no me consta- que Silvestre ha desdeñado el Grammy y si es así, no debería. Porque el Grammy puede serle muy útil si llega algún día a la nominación y más, si se lo gana.

No nos importaría tanto ese premio a varios (desde Juanes para abajo) si no fuera una gran vitrina para presentar a Colombia como una potencia de la música latina. Si no nos hubiera servido para que el vallenato adquiera esa posibilidad de estrellato de tú a tú con estrellas latinoamericanas. Vimos a Emiliano Zuleta tocando su acordeón al lado de Julieta Venegas durante escasos segunditos. Pero él y los pocos que han ido saben lo que representa para su folclor ser visto allí. ¿O acaso cuando vieron a la gente aplaudirlo no sintieron cierto orgullo patrio?

Visto el Grammy como una herramienta para que el vallenato conquiste el mundo, también hay que aprender a jugar sus reglas. Los Grammy no caen del cielo. Si no sabes jugar pierdes hasta una partida de dominó.

Estamos en la tercera participación vallenata en un Grammy y todavía los nominados les dan gracias a «los jurados» -así me lo dijo Humberto Muriel, de El Combo de las Estrellas-. Que todo estaba en manos de los «jurados».

Y me daban ganas de sentarme frente a los artistas vallenatos que conozco y decirles:

Amigos, no imaginen que por allá, en un Olimpo privilegiado hay cinco, diez o veinte tipos que deciden a quién le dan cada Grammy, a puerta cerrada y de espaldas a la opinión de la cultura vallenata.

El Grammy, señores, se vale de la regla más sencilla: la vil mayoría. El que tuvo más votos entre los miembros votantes de la academia, gana. Y un voto puede dar la nominación o la estatuilla.

Miembros votantes pueden ser todos los que han sido músicos y su nombre ha tenido créditos en cierto número de canciones (grabaciones). Que la verdad, no son muchas. Cantantes, productores, compositores, el man de las congas, el de la guacharaca, el tipo que les masterizó el CD, el corista, todos ellos, por 50 dólares al año, tienen derecho a entrar al club de los miembros votantes y sumarle otro Grammy a Juanes y también a Silvestre, a Luifer, a Iván Villazón, a Beto Zabaleta al que sea.

Fue triste encontrar a un artista absolutamente meritorio, que tiene un disco como para ganar, que por lo menos se inscribió y como no era miembro votante, no podía votar ni siquiera por sí mismo.

La recomendación aquí es informarse. Así como los Grammy no les van a caer del cielo, la academia no va a golpear en sus casas predicándoles todas las condiciones y diciéndoles: por favor, inscriba su disco, hágase miembro votante para que usted pueda elegir.

¿Quién puede elegir con autoridad el mejor disco vallenato que salga cada año? Un músico que sabe del género, que conoce la estructura del vallenato y sabe cuándo le están metiendo gato por liebre. ¿Verdad?

He presenciado los comités de revisión previos a las nominaciones. El vallenato pertenece al campo tropical en el que reúnen a dos o tres personas conocedoras de cada género clasificado entre la música tropical. Los de salsa son capaces de distinguir la más leve fisura en un género. Los colombianos distinguimos a ojos cerrados la diferencia entre vallenato y tropipop, pero -no lo creería si no lo hubiera visto- los otros latinoaméricanos a veces no veían tan clara esta diferencia.

El comité acepta lo que en consenso suena a cumbia o vallenato. Pero son los votantes los que seleccionan los discos que mejor representan la categoría de vallenato-cumbia.

Cada miembro votante puede votar solo en 8 categorías. No en las 49, porque sería absurdo, por ejemplo, obligar a expertos en tango o en flamenco que no conocen el vallenato a elegir a consciencia entre el disco de Peter y el de Toba Zuleta. Así que, por ejemplo, un miembro votante vallenato puede votar en las ocho categorías en las que se siente experto. Es decir, la vallenata y otras que le interesen: puede votar por Shakira si quiere en las categorías de pop, o por Vicente Fernàndez en las de ranchera si resulta que ama la música mexicana, o qué sé yo, en Cristiano o en Clásico si también se siente fuerte en conocimiento de esos géneros.

Ahora, una vez que el comité clasifica los discos inscritos (hay gente loca que inscribe un solo disco en tres categorías que son excluyentes y el comité busca en cuál  se acomoda mejor). De ahí sale la lista de entradas, que algunos confunden con prenominaciones.

En este punto, varios artistas son los primeros sorprendidos al verse en una lista de 30 o 50 o 70 artistas más. Porque delegan la inscripción a las disqueras (cosa que está bien, pero yo recomendaría estar pendiente de fechas de inscripción y verificar por sí mismos si el disco llegó y el formulario de inscripción). En caso de hallarse en esa lista y sorprenderse, la recomendación es:

-Enterarse cuánto antes de cuáles son las reglas del juego en el que acaba de entrar. Antes de anunciarse como «prenominado», meterse en la página de la Academia Latina, contactar a sus representantes en Colombia o levantarse el teléfono de la oficina en Estados Unidos y averiguar: cómo votar, cómo puede su disco avanzar y saber qué cosas están permitidas para un artista que aspira al Grammy y que cosas no. Porque, como todo premio, este también tiene su reglamento y puede descalificar candidatos.

-Hacer promoción mucha promoción. No solo de cara hacia el público, sino de cara la misma industria musical latina (no olvidar que los votantes son músicos o gente de la industria). Por eso, cuando ya se ven inscritos en la carrera, los artistas latinos, sus managers o sus empresas de relaciones públicas, comienzan grandes campañas de promociòn del artista. Se hace lobby, señores.

Ese lobby consiste en hacer todo lo que esté al alcance del artista y de su equipo para que el mundo latino se enamore de su disco. Y hacer énfasis en que los productores de música latina (un Santaolalla, un Sergio George, cualquier tipo que haga música) oiga al menos la producción, para que la tenga presente y si se topa con la categoría vallenata, no pase de largo sino que vote. Solo hay una contraindicación: JAMÁS PEDIR VOTOS. La idea es que los votantes conozcan su disco y tengan herramientas para elegirlo o al menos para compararlo con los otros. Como les dije al principio, la idea es votar por el mejor. Pero no hay que ser un genio para saber que algo puede ser lo mejor del mundo, pero si está escondido, nadie lo sabe.

-Votar para elegir nominados. Si se tienen las condiciones para hacerlo, para qué desaprovecharlo. Por eso es tan importante que haya muchos votantes vallenatos. Porque sumados, las fuerzas de sus votos, sí se verán reflejadas en unos nominados que representen su folclor. Lo mismo para la ronda de votación de ganadores.

Todavía me da escalofrío pensar qué habría pasado en Valledupar, con toda esa afición vallenata, si hubieran ganado las gringas, Las Chicas de Canela. No tengo nada en contra de ellas. Es más, hablé con ellas y con su productor, son adorados. Pero no imagino el descontento, lo digo porque más o menos los conozco. La idea del Grammy no es votar por nacionalidad. Pero, ustedes, señores artistas vallenatos, saben que tienen en sus manos la posibilidad de influir. Utilicenla, antes de quejarse… o más bien para que no tengan que quejarse.

Los dejo para no dar tanta cartilla en un solo texto. Hasta la vista…..

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