Respetar o no el estilo
Por Waldo Henríquez
A propósito de la presentación de varios artistas colombianos del género vallenato en algunas de las principales ciudades de Estados Unidos y leyendo los mensajes que le han sido enviados, quise expresar lo que me quedó como experiencia.
Desde hace casi tres años vivo en Estados Unidos, ejerciendo mi profesión de médico, y no había tenido contacto en vivo con agrupaciones como las que vinieron, a excepción de Carlos Vives, quien siempre nos deleita con sus presentaciones. Sobre todo, con su amor por Colombia.
Vivo en Chicago, pero ninguno de los artistas estaba programado para esta ciudad, en vista de que la mayor congregación de nuestros compatriotas está en la Costa Este, específicamente el área que reúne los estados de New York, New Jersey y Distrito de Columbia (donde esta la capital), al igual que en el sur de la Florida.
Conociendo el destino de estos artistas, decidí emprender mi viaje, luego de haber trabajado la noche previa, con el objetivo de reencontrarme con un nuevo estilo que conocía por videos y audio. Digo "nuevo estilo", porque quería escuchar en vivo a algunos de los artistas de la "nueva ola", ya que suponía que Poncho y su nuevo acordeonero iban a cantar las mismas canciones, por el simple hecho de que la mayoría de los asistentes casi nunca conocen las canciones nuevas.
Muchos de los artistas de tradición, por lo que percibo en ciertos medios, no aceptan el nuevo estilo o si lo aceptan, siempre tienen un pero. No siendo un experto en el tema, creo que romper con el estilo clásico no es malo. Lo más importante es la consistencia, la perseverancia y el deseo de triunfar haciendo algo diferente, respetando la alta exigencia del público, en este caso internacional. No creo que cantarle a la infidelidad, al desamor o al amor en diferentes formas, estilos, letras o tonos sea repetitivo y sin originalidad.
Los que critican este nuevo estilo dicen que se olvidan de cantarle al paisaje o a la vida cotidiana, por estar repitiendo lo mismo. Personalmente, me gustan ambos, siempre y cuando la letra deje algún mensaje (aunque se utilicen términos autóctonos que no todos entienden) y, sobre todo, haya respeto por el publico.
Digo esto, porque a pesar de que Silvestre Dangond estaba teniendo éxito, según informaciones que recibo de Colombia y lo visto en algunos videos: sus actuaciones en tarima eran desordenadas, acompañadas por el trago y sin terminar las letras.
Mi impresión, aunque de un solo día, fue totalmente diferente. El señor Juancho de la Espriella llegó al sitio casi seis horas antes de la presentación. Departió con el público asistente; amablemente, accedió a las fotos y al diálogo, lo que nos dejó un grato recuerdo. La presentación del grupo fue organizada, ambos estaban bien sobrios, y las canciones fueron interpretadas en su máximo esplendor. En fin, la impresión dejada al público asistente, tanto colombiano como de otros países fue, sin lugar a dudas, muy buena, yo diría excelente.
Luego de la presentación y del tercer día sin dormir, regresé a Chicago a trabajar con la certeza de que el fin de semana al estilo colombiano fue todo un éxito, que esta nueva forma de interpretar el vallenato hay que respetarla, que si algunos cantantes viejos o nuevos actualmente tienen menos acogida no es por culpa de los que no han seguido con la tradición y que, mientras siga viviendo en esta fría ciudad, repetiré este viaje si siguen trayéndonos artistas que, como lo dije antes, se entreguen y sientan respeto por quienes, al igual que yo, viajaron de diferentes partes del país a verlos.
La presentación culminó con un homenaje a Kaleth Morales, quien ojalá nos haya dejado muchas más canciones para que los nuevos artistas las sigan grabando y continuar con este estilo, que no va en contra del vallenato tradicional.
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