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El nombre de Ovidio Granados es conocido en Valledupar porque es técnico de acordeones. Los deja listos para interpretar buen vallenato. Desde siempre ha sido así y su trabajo le permitió a Juan José y Hugo Carlos, sus hijos, crecer con estos instrumentos a mano.

Juan José Granados. Foto: Liliana Martínez PoloLos dos se coronaron ya en el Festival Vallenato y el año entrante tendrán que competir entre sí por el título de rey de reyes. Nunca se deja de ser rey vallenato, pero el año del reinado de Juan José está por acabar. Ahora no es muy diferente al rey amanecido y recién coronado del primero de mayo del año pasado. Si hace un año se veía silencioso no era por cansancio. El tono pausado y la serenidad parecen siempre estar con él.

La mayor obsesión de su vida fue coronarse como rey vallenato. La culpa fue del entorno familiar y de Alfredo Gutiérrez, el tres veces rey, cuya música quiso imitar desde pequeño. “Yo me hacía una corona de cartón y me subía sobre una mesa creyéndome Alfredo Gutiérrez”, se acuerda ahora.

Sin embargo, aprendió a tocar tarde, como a los 14 años. Su hermano, Hugo Carlos Granados, de genio más vivo, cuenta que aprendió a tocar en un coraje que le dio. Porque le hizo barra a su hermano en el Festival en el que ganó Ómar Geles. Estaba tan disgustado que cuando vio que el hermano menor de Geles iba por el mismo camino, se puso la meta de ganarle él, cosa de orgullo familiar. Pero nunca le ganó, porque el menor de los Geles cambió su rumbo y no hubo oportunidad de enfrentarlo.

La familia Granados tiene rasgos de dinastía. Abuelos, bisabuelos, tíos y primos tienen que ver con la música. Incluso hubo otro hermano Granados, que murió en el mismo accidente en que perdió la vida Juancho Rois. “Como a Hugo Carlos se molestaba cuando le cogía el acordeón –cuenta Juan José-, mi otro hermano un día me hizo un acordeón de pedazos que encontró en el taller de mi padre”.

Es un acordeón que guarda como un tesoro ahora que el hermano que lo fabricó no está. Pero al recordarlo siente el calor de su apoyo.

¿Cumplió el sueño y se le acabó el sueño?
Juan José cree que no. Ha dedicado el año a disfrutar de la satisfacción de su realización. “Y sin embargo solo lo olvidó por un momento”, dice su esposa, Isabel. Cuando se acostó a dormir, a las 8 de la mañana, del día en que lo coronaron y el cansancio le borró la mente. Cuando lo despertaron, una hora después, para decirle que en la puerta había unos periodistas. Juan José se asustó: “¿Por qué? ¿Qué pasó?”.

-¿De verdad no te acuerdas de que eres rey vallenato? –le dijo la sobrina que fue a llamarlo.

A partir de ahí llegaron las propuestas de otros cantantes, los contratos, las giras por Europa, dando a conocer el vallenato. Se fue con los Hermanos Meza Reales, otro par de hermanos que se coronaron en Valledupar, y quedaron de ir el año entrante a Sevilla a seguir. Porque el público que se quejó en España de que dejaran meter un grupo folclórico a una sala destinada a los artistas clásicos, se quedó como diez minutos aplaudiéndolos.

Llevaba dos años desparejado, es decir, sin cantante. Y a pesar de las propuestas, se decidió por uno de los jóvenes: Michel Torres. El disco de los dos empezará a circular en mayo. Y es de ‘nueva ola’, porque un rey vallenato debe defenderse bien en todos los estilos
Ahora, está convencido de que lo mejor de ser rey vallenato es quedar en la memoria. “Yo soñaba con esto –dice- porque cuando me toque irme para la otra vida, queda el legado ahí, en la lista, aunque haya cien reyes más, para siempre. El nombre está matriculado en la Leyenda Vallenata. Todos moriremos algún día y a mis hijas les quedará siempre presente que su papá fue rey vallenato”.

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