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«Viene Herrera. Está en 400 metros. Allá viene el gran campeón suramericano, el artista de la escalada. Ahí viene este colombianito que marca páginas gloriosas en el ciclismo internacional… ¡Viene Herrera!, ¡Viene Herrera! ¡Allí viene con su camiseta oro, bañado en oro, cubriéndose de gloria, llenándose de triunfo. ¡Sembró victoria, recogió oro!. ¡Herrera, 25 metros…! ¡Herrera campeón!, ¡Herrera, Herrera campeón!!!!, Herrera campeón!!!! Gracias Herrera, gracias Herrera. (y empieza a sonar el Himno Nacional). Gracias hermano mío. Que tu eres muy grande. Lo que le has dado a Colombia es mucho. Gracias Herrera!!!!».

El Himno Nacional seguía sonando. En ese momento es cuando se hacen los nudos en la garganta. Cuando uno no sabe si llorar, reír o gritar. Cuando uno se siente más colombiano que nunca. Cuando se siente uno orgulloso de su Patria, como ese día de 1991, cuando Lucho Herrera se coronó campeón de la Dauphiné Liberé y el narrador de RCN daba rienda suelta a su emoción, en una transmisión que hizo historia y que usted puede escuchar en el Archivo Distrital de Bogotá (Calle 5 No. 5-75).

El martes, ese Archivo Distrital se convirtió en el escenario de otro de los inolvidables momentos del  ciclismo colombiano, porque reunió, en un mismo lugar y al mismo tiempo a las glorias del ciclismo, en un homenaje con el que se inauguró la muestra ‘La Ruta de la Gloria, exposición conmemorativa del ciclismo colombiano’ que ya pueden ver allí todos los colombianos.

Estaban Efraín ‘el Zipa’ Forero, Hernán Buenahora, Alberto ‘el Torito’ Camargo, Oliverio Cárdenas, Carlos Contreras, Édgar ‘Condorito’ Corredor, José ‘Chepe’ González, Omar ‘el Zorro’ Hernández, Álvaro Mejía, Fabio Parra, Víctor Hugo Peña, Oliverio Rincón Quintana, Pedro J. Sánchez, Álvaro Sierra, José Castelblanco, Javier ‘el Ñato’ Suárez, Ramón Hoyos Vallejo, Martín Emilio ‘Cochise’ Rodríguez, el hombre que lo ganó todo y que por eso es el Deportista del Siglo, como le dijo Héctor Urrego, el presentador del homenaje; Roberto ‘Pajarito’ Buitrago, Miguel Samacá Hernández; y las nuevas generaciones representadas en nuestro nuevo campeón, Nairo Quintana, y sus colegas de hazaña, Camilo Suárez y Esteban Chávez.

Se reunieron primero en el cuarto piso del Archivo y desde allí empezaron sus remembranzas. Muchos de ellos no se veían desde hace mucho tiempo. Y todos, absolutamente todos, estaban felices por el reencuentro.

Para Nairo Quintana, ese colombiano de 20 años que este año volvió a hacer vibrar al país, al coronarse campeón del Tour de L’Avenir, todo era tan nuevo, pero tan nuevo, que no salía de su asombro al mirar a todos esos grandes hombres que lo antecedieron  y que desde su niñez fueron sus verdaderos héroes.

Nairo se sentó en una esquina de la primera fila del auditorio central del Archivo General, cuando empezó el homenaje. A su lado, sus compañeros de lucha, Camilo Suárez y Esteban Chávez. Y poco a poco, a medida que uno iba mirando hacia el fondo, empezaba a ver rostros más curtidos, más veteranos y luego se daba uno cuenta de que estaba apreciando a una gran parte de la historia colombiana, representada en aquellos hombres que le dieron gloria y que llevaron al éxtasis a todo un país con sus gestas en caminos de Colombia y del exterior.

Hacia el centro estaba ‘Cochise’, el más risueño, el más hablador, el más jocoso. ‘Que canten, que canten’, empezó a decir en un momento en que varios ciclistas estaban subidos en el escenario recibiendo el trofeo de manos del alcalde mayor de Bogotá, Samuel Moreno.

El alcalde les dijo que él, desde niño, ha gozado y seguido «a nuestros ciclistas, que están en la mente de todo un pueblo».

Si hay un deporte que haya traído gloria al país es el ciclismo, en todas sus disciplinas, dijo, al señalar también que allí se conmemoraban 60 años de historia del pedal en Colombia.

Samuel Moreno les habló como amigos, recordó que salía a montar cicla con Cárdenas, les contó que le han regalado camisetas de campeones como las de ‘el Zipa’ Forero, Santiago Botero, Cochise; les habló de las épocas en las que su abuelo, el general Gustavo Rojas, era aficionado al ciclismo y él iba a acompañarlo, y le hizo un homenaje también al futuro, representado en hombres como Nairo Quintana.

Y Nairo escuchaba, muy humildemente, desde su esquina de la primera fila, hasta cuando le tocó el turno de subir al escenario a recibir su trofeo. Se paró como con susto. Subió y caminó lentamente hacia el alcalde, mirándolo con timidez. Luego recibió el trofeo y el abrazo, en medio del más sonoro aplauso de la mañana, comparado solo con el que recibieron ‘el Zipa’ y ‘Cochise’.

El maestro Alberto Piedrahíta, quien al igual que Héctor Urrego recibió un trofeo, les recordó a los asistentes que un día como hoy, el 21 de septiembre de 1980, Alfonso Flórez Ortiz ganaba por primera vez para Colombia el Tour de L’Avenir.

Piedrahíta estaba emocionado con la exposición que se estaba abriendo en ese momento y por eso sugirió que sea llevada a otros países.

«El ciclismo no es para hombres, es para varones y eso es lo que tiene el ciclismo colombiano», aseguró Pedrahíta, al referirse a esos grandes escarabajos que con el tricolor nacional se partieron el alma en las montañas europeas y en las carreteras colombianas, para llevarle una buena cosecha de triunfos a un país que los amó y los sigue amando con fervor.

Después del acto central, seguidos de cerca por los hijos, esposas y madres de los campeones, todos fueron a ver la exposición y quedaron maravillados.

Efraín ‘el Zipa’ Forero, el hombre que ‘se inventó’ la Vuelta a Colombia,  que ganó su primera edición en 1951, el primer colombiano en participar en un mundial de ciclismo (en 1953) y en correr en Europa representando al país, lo dijo al final: había estado en homenajes, pero nunca en uno de esta magnitud, en el que estuvieran en un mismo ramillete tantas glorias del ciclismo colombiano.

Cuando empezaron a recorrer la exposición se les veía tan sencillos, tan humildes, de esa humildad que no es sumisión sino de aquella que engrandece a los hombres, uno no podía creer que estuvieran allí.

Uno a uno se pararon frente a sus propias fotos y a las de sus hermanos en el ciclismo, vieron camisetas, admiraron bicicletas, vieron titulares de prensa con sus nombres y le dieron a esa exposición un toque de tal naturaleza que a veces uno los veía allí en pasado y en presente, porque los veía fotografiados en su momento de gloria y al mismo tiempo los podía palpar allí, en carne y hueso, y decirles gracias, gracias, de verdad gracias en nombre de un país que ha sufrido mucho, pero que ha tenido en ellos sus más grandes momentos; de un país que nunca los olvidará, porque cada una de sus hazañas quedaron clavadas en cada corazón.

 

NOTA: Esta crónica la escribí originalmente para la página www.samuelalcalde.com

Anexo por sugerencia de un lector: La Exposición en el Archivo Distrital (Calle 5 No. 5-75, Bogotá) está abierta de lunes a viernes de 8 a.m. a 5:30 p.m.; los sábados, de 9 a.m. a 5 p.m. y los últimos domingos del mes, de 9 a.m. a 5 p.m.

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