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El inminente cierre del periódico El Espacio, que ocurrirá en cuestión de semanas, según su exeditor Ricardo Rendón, pone a pensar a editores colombianos si es que llegó el principio del fin del periodismo escrito.
Los antecedentes nos pueden ayudar a entender: el cierre de El Liberal, de Popayán; el de Vanguardia Liberal de Valledupar (sigue en las demás ciudades) y el de Q’hubo de Valledupar (sigue en las otras ciudades).
Ya hace más de tres años se cerraron la revista Cambio y el periódico HOY, que era de la Casa Editorial El Tiempo, aunque esta última abrió paso a un nuevo diario, Mío, de la misma empresa.
¿Llegó entonces el momento definitivo para la prensa colombiana?
Yo diría que no. Colombia es uno de los países en los que los periódicos van a desaparecer con mucha menor velocidad de lo que está pasando en otras partes del mundo.
En algunos círculos directivos de la prensa colombiana hay pesimismo. Los lectores no están aumentando en la medida que quisieran algunos, y otros, por el contrario, los están perdiendo. Pero aún así, la batalla no está perdida.
Pienso que aún nos queda una generación de papel. Y es la de los actuales padres y jóvenes adultos, que sí llegaron a coger en sus manos un periódico y a comprarlo para mantenerse informados. Hasta ahí vamos a llegar los periódicos. Pero ya no vamos a alcanzar a la generación de nuestros hijos: a la generación Internet, a la que nació con el mouse en la mano.
Para fortuna de los diarios colombianos, esa generación que nos queda comprará periódicos por unos cuantos años más. Y son estos años los que se deben aprovechar para cambiar el ‘chip’.
La velocidad con la que está penetrando Internet, cada vez en más zonas de Colombia, es otro factor que juega ‘en contra’ de los periódicos, porque cada vez más personas van a encontrar la misma información gratis en la red.
Luego entonces, la única opción que le queda ahora a los diarios colombianos es la de reinventarse.
Ben Bradlee, exdirector del Washington Post, dijo en una entrevista a El País, el mes pasado, que «cada día hay menos historias que salgan en papel por primera vez».
Hablaba de la rapidez y la actualidad con que se manejan las redes sociales y las páginas de Internet. Hoy en día basta Twitter para saber qué está ocurriendo en el mundo.
Y como sabe eso, Bradlee concluía: «Hay que buscar el significado de lo que pasa, pues lo que pasa ya está contado».
Esa es una manera de repensar los periódicos: ¿Qué tal si no dieran las noticias que molió la radio, la televisión e Internet?
¿Qué tal si en vez de informar que abrieron 10.000 cupos para el Sisbén, como lo dijeron todos los medios el mismo día, publicáramos al día siguiente el abecé y la hoja de ruta para que la gente obtuviera esos cupos?
¿Qué tal dejar de narrar el partido en el periódico de mañana y hacer otro tipo de historia (como por ejemplo un collage con las fotos de las caras aburridas de los hinchas en la tribuna)?
¿Qué tal hacer de los diarios una herramienta de trabajo para el lector, más que una fuente de información primaria, que ya lo dejó de ser hace rato?
¿Qué tal darle un vuelco total a los periódicos y sintonizarnos más con los corazones y las angustias de la señora que vende empanadas en la esquina, el mecánico que no encuentra los repuestos, el niño que no dejan entrar al colegio porque denunció un acto de matoneo?
Eso se hace en los diarios, con notas en solitario. Pero ¿qué tal darle un vuelco de tal naturaleza al periódico, olvidándonos si lo que vamos a hacer es noticia, crónica, entrevista o reportaje, y nos lanzamos a las calles, para que hablen menos los dirigentes y más sus dirigidos en todas y cada una de las páginas?
Yo defino eso como ‘mirar para otro lado’. Mientras los colegas de radio, televisión e Internet se desviven por sacarle una declaración al alcalde, que está anunciando la inversión en 10 centros de salud, un periodista de prensa puede estar mirando para otro lado: el de los centros de salud. Y se puede ir a cada uno de ellos a hacer un reportaje gráfico que demuestre si eso es lo que se necesita allí o están botando la plata.
De lo que sí estoy seguro es que la prensa se tiene que repensar. Y me pregunto: ¿Funcionará un periódico hecho totalmente, desde la primera página hasta la última, desde la mirada del pueblo, más que la de sus líderes?
 
Twitter: VargasGalvis

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