Sin duda lo que estamos haciendo en estos momentos es salvar nuestras vidas, las de nuestra familia y las de los demás colombianos. Nunca en la historia del país nos habíamos visto enfrentados a una cuarentena, pero de la misma manera nunca habíamos dado una muestra tan gigantesca de solidaridad, con una sola acción: quedarnos en casa.
Ya lo han dicho muchos y todos lo sabemos: nos estamos enfrentando a un enemigo invisible, desconocido, que ataca en cualquier parte, sin distinguir raza, edad, nacionalidad; y lo estamos haciendo sin armas, por que no le hemos encontrado su talón de Aquiles. No sabemos qué es lo que lo detiene ni cómo curarnos cuando ingresa a nuestro cuerpo.
La única arma que hemos encontrado es la de estar aislados. La de permanecer en casa, con los nuestros, y esperar. ¿Para qué?
Si usted se queda en la casa y sigue las instrucciones de las autoridades de salud, de los gobiernos nacional y local, lo que está haciendo es detener a ese enemigo. Está logrando que no ingrese a su casa. Y está ayudando a que no se aumenten los casos, para que no se enfermen muchas más personas al mismo tiempo, que tengan que ir a los hospitales y hagan colapsar el sistema de salud.
Si el sistema de salud colapsa, puede ocurrir que cuando nosotros enfermemos (Dios no lo quiera) no encontremos una cama o una unidad UCI que nos pueda salvar.
El aislamiento, por eso, debe ser nuestro máximo aporte a la lucha contra la pandemia. Por supuesto que hay que salir a comprar mercado o a sacar plata del cajero, o bajar al primer piso del edificio a recoger el domicilio, pero esto lo debe hacer una sola persona.
La fase de mitigación del covid-19 que anunció el Ministerio de Salud lo que quiere decir exactamente es que el virus ya está en cualquier parte de cada ciudad. Que alguien, con solo tocar un tubo o una escalera donde muchas personas pasan la mano, podría contraer el virus. No sabemos cuántas pueden estar contagiadas (las cifras que nos dan son de 14 días atrás, como ocurre en todos los países). Y si ellas no han guardado el aislamiento pueden estar transmitiendo la enfermedad a otros sin darse cuenta.
No solo es en el transporte público, o en el supermercado. Es en cualquier parte de la ciudad. Hasta en el botón de un ascensor.
Los guantes no son una solución, porque suceden dos cosas: con ellos puestos, una persona tiende a no bañarse las manos frecuentemente como se requiere, cada tres horas, que es el 50 % de la protección. Y segundo, porque si toca con los guantes una superficie en la que haya puesto sus manos una persona infectada, se lleva el virus en el guante y puede que después sienta la necesidad de tocarse la cara o los ojos y ahí quedará infectada.
El tapabocas tampoco es la solución definitiva. Es una protección mínima que hay que tenerla y que nos aísla de personas que se nos acercan demasiado y que, por ejemplo, estornudan o tosen al lado de uno. Pero no porque lo tengamos podemos creer que no podremos enfermar.
Por eso, lo mejor es asumir cada uno de nosotros la batalla, como soldados o generales, no saliendo de nuestras casas y teniendo todos los cuidados sanitarios que nos han indicado. Si lo seguimos haciendo, venceremos, porque de esta vamos a salir.
@VargasGalvis
Vea también lo que nos dice en este hilo de Twitter una médica de urgencias de la Clínica Colombia
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