La buena noticia es que aún estamos a tiempo para poder tener una generación de jóvenes expertos en inteligencia artificial. La mala, ¡que hay que aprender matemáticas, si o si!
Vi con mucha esperanza que se abrió la primera facultad de Inteligencia Artificial (IA) de América Latina, en Manizales, Caldas, y me puse a pensar quiénes podrían ser los llamados a ocupar sus pupitres.
Van a tener programas como Técnico profesional en análisis y reporte de datos, Inteligencia Artificial e Ingeniería, Técnico profesional en depuración y procesamiento de datos para la IA, Tecnología en Sistemas Informáticos para IA, y hasta una especialización y una maestría.
Le pregunté entonces a la misma Inteligencia Artificial, a través de Gemini, que si es necesario saber matemáticas para ser un profesional en asuntos de la IA. Me respondió, en líneas generales, que sí.
Y agregó cuatro ramas importantes: álgebra lineal, cálculo, estadística y probabilidad; y optimización (para encontrar las mejores soluciones).
Entonces, ¿cómo hacer para que nuestros hijos se vayan preparando para enfrentar la IA, o mejor aún, para crearla, administrarla y asumir sus retos? También se lo pregunté a Gemini y nos dio varias ideas: con juegos y juguetes educativos, historias y cuentos que involucren robots y máquinas inteligentes (fomentan la curiosidad y la imaginación), y visitas a museos y centros tecnológicos. Incluso, si son mayorcitos, impulsarlos a participar en clubes de robótica o ciencia.
Sin embargo, pienso que los padres podríamos ir incentivando a nuestros hijos, desde muy chicos, a conocer cada vez más sobre la inteligencia artificial, así no vayan a estudiar esa carrera, porque en el futuro, toda la IA los va a rodear.
Y creo que lo mejor es empezar desde que son menores de 5 años. ¿Cómo hacerlo? También se lo pregunté a Gemini. Y me sorprendí lo fácil que puede ser.
Una de las posibilidades es la de tener conversaciones sobre asistentes virtuales, como Alexa, por ejemplo. Cada vez que le damos una orden y ella responde, explicarle al niño que se trata de una computadora inteligente. Y así con los otros elementos de IA que ya existen.
También se puede con juguetes y adivinanzas. Gemini da un ejemplo: preguntarle al niño “¿qué crees que haría un robot si…?”. Y dejarlo que dé rienda suelta a su imaginación.
Otro recurso es el de leerle cuentos con elementos interactivos, dice Gemini, en donde el niño pueda elegir diferentes opciones. Eso “les ayudará a entender cómo las máquinas pueden tomar decisiones basadas en la información que reciben”.
Entre los juegos y juguetes, aconseja que puedan manejar bloques (yo diría que por ejemplo los legos), para construir robots imaginarios y asignarles funciones; o animarlos a dibujar robots y a que digan cómo imaginan que funcionan.
Otras posibilidades que da Gemini son las aplicaciones móviles (mostrarles, por ejemplo, las que reconocen las imágenes y nos dicen qué animal o qué planta es o las que les ponemos el sonido y nos dicen qué canción y de quién es); y explicarles cómo los personajes de los videojuegos toman decisiones basadas en lo que hace el jugador.
Lo más importante, agrega Gemini, es hacerlo divertido, ser paciente y mostrar entusiasmo para que el niño se anime. “Es despertar su curiosidad y sembrar las bases para que en el futuro puedan comprender mejor el mundo de la inteligencia artificial”.
También para los niños menores de 5 años hay otros recursos que aconseja Gemini, como los libros con solapas que los invitan a levantarlas para saber qué hay debajo (se encuentran en librerías y en Internet), libros con texturas, que los pequeños puedan tocar y sentir en ellos las diferentes texturas a medida que avanzan en la historia; libros con sonidos, otros que se despliegan en 3D al abrir las páginas y cuentos interactivos con animaciones, sonidos y juegos. Se consiguen en librerías y tiendas en línea.
Gemini menciona tres: la colección ‘Mi primer libro’, de editorial SM, libros de la editorial Usborne y aplicaciones como Piccolo y Titibooks (dice que ofrecen cuentos interactivos en español, con ilustraciones y animaciones). Sin embargo, recomiendo que primero verifique su calidad y utilidad y también busque otras opciones.
Lo bueno que tienen los cuentos interactivos, explica Gemini, es que desarrollan la imaginación, fomentan la curiosidad, mejoran la comprensión lectora y desarrollan habilidades motoras finas.
En X: @VargasGalvis
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