El Ejército Popular de Liberación (EPL) no existe. Como tampoco existe su disidencia. Los que están enfrentados contra otros grupos en el Catatumbo son una banda de narcotraficantes conocida como Los Pelusos, y que se hace pasar por un grupo guerrillero, de pronto tratando de que en el futuro les reconozcan un estatus político para entrar en un proceso de paz que nunca debería darse.
Y estoy hay que decirlo, porque varios medios de comunicación nacionales y regionales, e incluso algunas autoridades, siguen cayendo en la trampa de llamar guerrilleros a esos narcotraficantes, que incluso pintan carros y paredes con el nombre del EPL.
El verdadero EPL, que alcanzó a ser una fuerza desestabilizadora aunque en menor medida que el Eln, las Farc y el M-19 en esa época, se desmovilizó, dejó las armas en 1991 y se convirtió en el movimiento político Esperanza Paz y Libertad.
Para la época, el M-19 había terminado su proceso de paz y ya se había dado la votación de la séptima papeleta que el Gobierno no sabía si avalar o no; y que exigía la conformación de una Asamblea Nacional Constituyente.
Un fin de semana nos llevaron a la jefe de redacción del entonces Noticiero Criptón, Azucena Liévano y a mí, que era redactor político de Colprensa, a un apartamento en un primer piso de una urbanización que nunca supimos dónde quedaba. Cuando esperábamos en una sala y guerrilleros del EPL cuidaban cada ventana, muy bien armados, pedimos que nos dijeran quién estaba allí.
Al rato salió un hombre con una barba postiza y con gafas. Se identificó como Bernardo Gutiérrez. Supimos entonces que estábamos ante el segundo comandante del EPL.
Gutiérrez empezó hablando de paz. Aunque ya habían hecho contactos con el Gobierno, insistía en que había un grueso número de miembros del EPL que se querían desmovilizar. Pero para entonces también se rumoraba una fuerte división entre el primer comandante de ese grupo, Francisco Caraballo, y el segundo comandante, que era nuestro interlocutor.
Por eso mi primer objetivo fue dilucidar si era cierta la división y en tal caso, quién tenía las mayorías. Gutiérrez aseguró que Caraballo estaba quedándose solo. Y que la piedra angular de un proceso de paz para ellos era la Asamblea Constituyente. La Corte Suprema debía determinar la semana siguiente si la séptima papeleta era o no un mandato del pueblo. Lo que significaba que ellos se acogerían a un proceso de paz si había Asamblea Constituyente.
La Corte Suprema avaló la Constituyente y finalmente, el EPL, encabezado por Bernardo Gutiérrez, dejó las armas. El propio Gutiérrez entregó la suya en una plenaria de la Asamblea Constituyente. Más de 2.000 hombres se reinsertaron a la vida civil.
Por fuera del proceso se quedó Caraballo, pero con solo unos 200 hombres. Hay quienes hablan exactamente de 160. No le fue suficiente para que luego, en 1994, fuera capturado y condenado a 29 años de prisión. Si tenía aún algunos hombres, estos quedaron sin el mando de Caraballo. Varios de ellos terminaron formando parte de grupos paramilitares y bandas criminales.
Ahí se acabó la disidencia del EPL. Quedó alias Megateo, quien había sido un comandante de frente del EPL, que no entregó las armas y quien se dedicó al narcotráfico. El Gobierno de Estados Unidos ofrecía 5 millones de dólares por su captura. Era el terror del Catatumbo. Allí se hacía lo que él decía.
El 20 de abril de 2006, Megateo masacró a 10 agentes del DAS y a siete militares en el Catatumbo. Desde ese momento se convirtió en alto objetivo militar. No solo por esta acción, sino porque era el gran capo del narcotráfico en la región.
El 2 de octubre de 2015, Megateo fue abatido por la Policía, la Fuerza Aérea y el Ejército. Los hombres a su mando quedaron a la deriva. No eran un grupo guerrillero, sino componentes de una célula narcotraficante.
Jesús Ignacio Roldán, alias ‘Monoleche’, otro de quienes militaron en el EPL, se unió a los grupos paramilitares al mando de los Castaño y se convirtió en jefe de seguridad de Vicente Castaño Hay versiones que aseguran que él fue quien asesinó a Carlos Castaño.
Hoy, los que dicen ser del EPL, son unos criminales y narcotraficantes que conforman la banda de Los Pelusos y que se quieren hacer pasar como grupo guerrillero esperando que en algún momento el Gobierno les dé un carácter político y negocie con ellos. De hecho ya pidieron diálogos de paz, pero el Gobierno les da el carácter de banda criminal, a la que no le queda otro camino que someterse a la justicia o ser combatida.
Un diálogo de paz con ellos es imposible. Porque el Gobierno sabe a ciencia cierta que el EPL no existe y que los que se hacen pasar por ellos son un grupo de criminales que, con el Eln, se pelean las rutas y el negocio del narcotráfico en el Catatumbo.
Así es que no nos llamemos a engaños. Quienes hoy están haciendo de las suyas en el Catatumbo, al lado de otras fuerzas desestabilizadoras, son Los Pelusos, banda narcotraficante y criminal a la que solo le queda el sometimiento a la justicia.
@VargasGalvis
Comentarios