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Me encontré en Twitter el ‘hashtag’ #yalodije y me pregunté ¿Qué querría decir yo? Decidí entonces decirlo en este blog

* Que me gustaría que hubiera más abrazos en la tierra.

* Que el presidente Juan Manuel Santos, además de levantar el tono frente a los militares y decir que a través de las armas vamos a llegar a la paz, y que tienen que trabajar más, tiene que lanzar unas ofensivas mucho más contundentes, que nos convenzan de que no se ha bajado la guardia.

* Que al presidente, Juan Manuel Santos, hay que dejarlo trabajar en paz para la paz. Porque está claro que la paz será el verdadero triunfo de todos.

* Que el alcalde Gustavo Petro no solo tiene que ‘disminuir el ritmo’, como lo dice su secretario de Gobierno, Guillermo Asprilla, sino que tiene que ponerse unas buenas inyecciones de humildad y bajarle al autoritarismo.

* Que el problema más grave que tiene el país no es la guerrilla, sino la corrupción. Si no existiera corrupción no existirían la guerrilla ni el narcotráfico. En un sondeo del portal MSN, que por supuesto no es científico ni determinante, se preguntó cuál es el problema más grave de Colombia. Hasta el lunes habían votado más de 136.000 personas y el 65 por ciento (casi 70.000) habían marcado la corrupción. El 9 por ciento dijo que el conflicto armado y el 7 por ciento que la inseguridad. ´

* Que ya es hora de que el expresidente Álvaro Uribe se calme y que el presidente Juan Manuel Santos vuelva a las épocas en las que no le contestaba. Porque van a seguir polarizando el país. Magnífica la oposición del expresidente. Se necesita. Una democracia con oposición se oxigena. Pero que no se acalore. Esto es igual a la diferencia de una charla de intercambio de argumentos con otra en la que los interlocutores se enfurecen y empiezan a levantar la voz y a gritar, al punto que ya nadie va a entender qué es lo que están diciendo.

* Que ya es hora de que cuando los contratistas incumplan una obra se les pueda obligar al inmediato reintegro del dinero invertido y por invertir, de los adelantos, so pena de cárcel. Y que sus nombres y el de sus empresas se hagan públicos, con la advertencia de que ningún ente del Estado puede volver a contratar con empresas a las que estén vinculadas esas personas. Igual debe ocurrir con los interventores.

* Que el Gobierno debe amarrarse los pantalones con hospitales, EPS, IPS y demás entes del sector salud para obligarlos a cumplir sus deberes, so pena del cierre inmediato. Porque no podemos seguir viendo cómo se mueren personas dentro de las salas de urgencias sin que hayan sido atendidas, como sucedió en Bogotá y en Cúcuta.

* Que al Superintendente de Salud le deberían abrir un proceso por prevaricato por omisión si no actúa de manera decidida frente a hospitales, clínicas y centros de salud que han dejado morir pacientes por falta de atención.

* Que mientras la violencia campea en Cúcuta y su zona metropolitana, las autoridades parecen haberse acostumbrado a ella y ahora solo dicen ‘Ah, eso es por la guerra entre las bandas’. Y listo.

* Que son tan descarados los sicarios en Cúcuta, que hasta matan a una persona y se van a pie. Como si supieran que no se van a encontrar un policía y que la comunidad no se va a atrever a delatarlos.

* Que el alcalde de Villa del Rosario, Carlos Julio Socha, no tiene ni idea de lo que pasa en seguridad en su municipio, o se hace el que no sabe. Porque propuso la creación de grupos similares a las Convivir, uno por cada uno de los 49 barrios del municipio, que dizque armados con pistolas de dardos, gases pimienta y paralizantes, para hacerle frente a la guerra entre Rastrojos y Urabeños, que es el verdadero problema del municipio. ¿Se imaginan un joven de 20 años enfrentándosele al fusil de un Rastrojo con un gas pimienta?

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