Bogotá

Por: Roberto Vargas
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Allí estaba ella, llorando, aferrada a su carreta sobre la cual tenía una vitrina con empanadas y pasteles y al lado una gran cubeta llena de avena. La rodeaban dos policías y varios curiosos. Un hombre, con uniforme de una empresa de entrega de correspondencia, le manoteaba y la regañaba de una manera miserable. Otro […]

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Hasta aquí llegué. Me declaro incapaz de seguir andando en TransMilenio, al menos a las horas en las que solía hacerlo de regreso a casa. Decidí que vale más la tranquilidad que ahorrarse unos pesos que a la final no van a ser un ahorro porque con ese dinero tendremos que...

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