Mujeres y hombres tenemos las mismas capacidades para desempeñarnos en cualquier profesión, hecho que se ha evidenciado a través de la historia. Podemos encontrar ejemplos por doquier, desde emperadores como Ramsés II y Cleopatra, pasando por científicos de la talla de Marie Curie y Albert Einstein, o deportistas que han marcado época como Serena y Venus Williams y Roger Federer. Así encontramos referentes en todas las profesiones, pilotos de aviones, enfermeros, administradores, ingenieros, operarios, modelos; etcétera, etcétera…

Lo que sí ha faltado es igualdad de oportunidades para estudiar y desempeñarse en las mismas carreras. Las creencias, rasgos culturales y estereotipos que se han arraigado en la sociedad a través de la repetición y la costumbre han mermado estas posibilidades y, en muchas oportunidades, cortado de raíz los sueños de miles de mujeres en el mundo.

Este es el caso de la industria de la tecnología, en la que las mujeres tienen una baja participación por diversas razones. Hoy en día muchas niñas y adolescentes no la contemplan dentro de sus opciones de estudio o vida profesional, porque se tiene la idea errónea de que es un campo más orientado a los hombres. Algunos estudios indican que solo el 18 por ciento de las mujeres en Latinoamérica optan por carreras de tecnología.

Según Geek Girls Latam, menos del 26 por ciento de los puestos en la industria de la tecnología de la información (TI) en los países desarrollados son ocupados por mujeres y en Latinoamérica esa participación es menor. De acuerdo con estas tendencias, se estima que para 2043 las mujeres únicamente ocuparán el 1 por ciento de la fuerza tecnológica, una proyección preocupante en plena 4ta Revolución Industrial, en donde necesitamos más mujeres en la tecnología, en todas sus áreas, desde programación, pasando por mercadeo, ventas y comunicación, hasta la dirección de las empresas.

 

Necesitamos crear un compromiso continuo para promover una mayor diversidad de género en toda la industria».

 

La diversidad ha demostrado sus beneficios multifacéticos: fomenta la innovación, permite un entorno de colaboración, aumenta la creatividad y la satisfacción laboral, así como el bienestar de los empleados. La convergencia de diferentes formas de pensamiento enriquece enormemente todos los niveles de una compañía, pues se logra contrastar visiones, emociones distintas, múltiples formas de concebir el mundo y, lo mejor, es que se ve reflejado en los resultados.

Sin embargo, lograr el equilibrio y la equidad anheladas en cuestión de género sigue siendo un desafío ya que muy pocas mujeres están considerando emprender una carrera en tecnología. Si queremos más mujeres en el sector hay que hacer un esfuerzo mayor para atraerlas, empezando desde temprana edad con los padres de familia, en los colegios, las universidades, con los medios de comunicación y en las mismas empresas, destacando por qué la tecnología es una excelente opción para el desarrollo de su vida profesional.

Uno de los mayores reveses en este esfuerzo son los estereotipos. La imagen asociada a los individuos con habilidades tecnológicas y matemáticas que vemos en series y películas, donde se proyectan como personas inteligentes, pero con bajo éxito social, desaliñados, aislados y objeto de burla de los más “populares”, son unos de los mayores obstáculos que debemos sortear y de ahí la necesidad de romperlos, pues generan un impacto muy fuerte y negativo en la percepción de las jóvenes. David Tomás, CEO de Cyberclick en España, asegura que “la culpa es del entorno, de los medios de comunicación, familiares, profesores… que estamos detrás mandando un mensaje equivocado”.

Por su parte, Blanca Drake de Telefónica, cree que el impacto de la tecnología en la sociedad debe venderse de manera más atractiva, “Si tú le enseñas a una niña la capacidad de cambiar el mundo que tiene la tecnología, será mucho más atractiva para ella. A las mujeres nos gusta ver el resultado de lo que hacemos”, dice Drake. Esto debe tenerse en cuenta al momento de concebir las acciones y los mensajes orientados a cambiar dicha percepción.

Hasta hoy ha sido enriquecedor el proceso de concientización realizado por parte de diversas personas y organizaciones para lograr un cambio que nos beneficiará a todos. Hay que seguirlo haciendo, pero también es tiempo de capitalizar este esfuerzo y pasar del pensamiento a la acción. Necesitamos crear un compromiso continuo para promover una mayor diversidad de género en toda la industria y, paralelamente trabajar al interior de las empresas garantizando que las mujeres reciban el apoyo y reconocimiento necesario, que las convierta en tomadoras de decisiones clave y ascender a las posiciones que por mucho tiempo fueron exclusivamente ocupadas por hombres. Así podemos construir y consolidar un grupo de talentos cada vez más diverso y equitativo.