Desafortunadamente, tenemos razones para desconfiar de la gestión pública. El amplio prontuario de escándalos, desfalcos, crímenes e irregularidades asociado al trabajo del Estado nos ha predispuesto a pensar en las iniciativas públicas como un sinónimo de la trampa, la ineptitud y la corrupción. Es lamentable que estos antecedentes impidan apreciar un espacio que, aunque tiene sus problemas, está lleno de fortalezas, posibilidades y proyectos de crecimiento.
Aunque los hechos negativos pesan más en nuestra memoria que los positivos, tenemos que reconocer que el país cuenta con servidores públicos de alto nivel profesional que trabajan por el bienestar de todos. No son los más visibles, pero sí son una buena mayoría.
Admito que en muchas oportunidades he asumido esa postura de desconfianza frente a lo público, pero recientemente tuve la oportunidad de conocer de cerca algunos programas que adelantan los gobiernos municipales, departamentales y el nacional y me encontré gratamente sorprendido con la calidad de lo que se adelanta y de lo que se puede llegar a lograr.
Tuve el honor de participar en los premios de Alta Gerencia de la Función Pública, en donde conocí de cerca proyectos maravillosos, que transformaron para siempre mi visión de lo público y mi sentido de responsabilidad ante ello. Por ejemplo, con la posibilidad de un territorio libre de conflicto armado, se enciende una luz de esperanza sobre muchos proyectos de gestión ambiental y turismo ecológico en áreas apartadas del país; regiones que por el peso de la violencia han quedado aisladas y con pocas oportunidades de desarrollo.
Estos planes buscan la recuperación de esas zonas para fortalecer la presencia estatal y privada e involucrar a la sociedad y en especial a sus propias comunidades, en proyectos de desarrollo económico y social a través del turismo.
Igualmente, programas con aplicación de teorías modernas de la administración, procesos eficientes para el servicio de los ciudadanos, aplicación de tecnologías para proyectos aeronáuticos, se ven en muchas de las acciones que realizan los servidores públicos en todas las regiones de nuestro país.
Me emociona pensar en la cantidad de posibilidades que derivarían de ideas como estas y estoy seguro que debe haber muchas más, pero precisamente, por la percepción tan negativa que tenemos de lo público, no nos enteramos de que se están llevando a cabo o reaccionamos con desconfianza.
El problema es que la mala gestión y la corrupción pesan muchísimo sobre la imagen y percepción que tiene el ciudadano y por eso, su confianza hacia las iniciativas públicas se lastima irreparablemente. Por eso es preciso que así como vemos lo negativo, nos familiaricemos y apoyemos la gran cantidad de casos de éxito, que como en el caso de señal Colombia, ejemplo de alta calidad adelantado por el sector público, deberían ser un referente claro para todos, pero como muchas otras iniciativas de este tipo, pasan casi desapercibidas.
Si bien es cierto que nuestros motivos para desconfiar de lo público no son infundados, vale la pena darnos la oportunidad de conocer lo que se está haciendo y aunarnos a sus esfuerzos, que en últimas son para el beneficio de todos.