Revisar el archivo histórico de noticias de orden público en Colombia es encontrarse una y otra vez con una realidad incómoda: no hemos hecho lo necesario por la región del Pacífico.

Se ha vuelto un lugar común hablar de su abandono y de los llamados desesperados de parte de sus habitantes para que, por un momento, fijemos nuestra atención en ellos. Hoy, este grito para salir del olvido y del abandono lo hacen los habitantes de Buenaventura.

La vida de los habitantes del Pacífico comprende un larguísimo periodo de olvido, interrumpido solo por un nuevo levantamiento, un paro, un caso indignante, o cualquier “espectáculo” que sea “digno” de colarse en la agenda mediática. Ser espectadores de este ciclo del olvido parece blindarnos de cualquier responsabilidad porque hace “normal” el sufrimiento y el abandono de este pueblo y porque desaparece de nuestro radar cuando se acaba la emisión de noticias y pasamos a ver la novela de turno, el concurso o el reality de moda.

Debemos desacostumbrarnos a hablar de esta y de muchas otras regiones del país en términos de sufrimiento y pobreza, como si fuese un estado natural. Hace falta construir una conciencia colectiva sobre su vida, sus necesidades y sus grandes posibilidades.

Una vez más las comunidades se han levantado para exigir al Gobierno que cumpla sus promesas, traicionadas en esta y en todas las administraciones anteriores. Urge entonces que, en esta nueva oportunidad para mirar hacia el Pacífico, nos sumemos desde la comprensión de la complejidad del problema y no desde el oportunismo político o desde la pasajera indignación cotidiana.

Se requiere que, desde nuestra condición de sujetos sociales, participemos en acciones que mantengan visible la situación y que reclamen a los gobiernos locales y nacionales el cumplimiento de sus responsabilidades. Así como se mueven las redes sociales para el insulto y el agravio, ojalá se activen para el seguimiento, el control ciudadano y la visibilidad permanente de quienes reclaman una sociedad civil más activa y comprometida.

Y los medios de comunicación, ese “cuarto poder”, tiene que continuar esa ardua y permanente tarea, no solo para cubrir las crisis, sino para trascender lo coyuntural y aportar a la mirada compleja de la situación y a la acción concreta por transformarla. Porque lo que está en juego es la dignidad humana y ese es un asunto de corresponsabilidades.

Necesitamos una sociedad civil y unos medios de comunicación con un verdadero sentido histórico, que actúen como agentes legítimos para visibilizar, acompañar y aportar a la transformación de esas condiciones de injusticia y de desigualdad que parecieran eternizarse en un oprobioso ciclo del olvido, corrupción y desidia.

@FDavilaL

Fernando Dávila Ladrón De Guevara

Rector Institución Universitaria Politécnico Grancolombiano