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Por Álvaro Rodríguez Hernández, docente de la Escuela de Comunicación, Artes Visuales y Digitales. Director de Poli Radio y PoliDeportes del Politécnico Grancolombiano.

Afrontar el año 2020 no fue una tarea fácil. Podemos decir que cada persona vivió su propio infierno, pero también he escuchado historias en donde el año del inicio de la pandemia por la covid-19 fue una verdadera fortuna para el crecimiento espiritual, personal, familiar, profesional y económico, son historias particulares en medio de una tragedia que, en la tercera semana de enero del 2021, deja más de dos millones de muertes en el mundo.

Cada uno con sus recursos logró culminar una prueba que nos hizo abrir los ojos desde la enfermedad, el miedo y la muerte. Fue un lapso en el que la tierra descansó, se limpió y nos demostró que los seres humanos estamos de más. Esto ha sido un llamado al respeto por las otras especies y el ecosistema.

Como en cada nuevo año, la esperanza, los planes y los propósitos se renuevan y, sin duda, algo que nos dejó claro lo vivido es que no debemos posponer lo que deseamos, porque en cualquier momento se terminan las oportunidades, pero también que el lograr lo que queremos no se puede alcanzar pisoteando a los demás, todo debemos hacerlo en el marco de la ética y la moral.

Más allá de pensar en lo que nos trae el 2021, hay algo que ya está acá y son las consecuencias del 2020, ¿qué nos ha dejado que ya no se irá? ¿En qué cambian las cosas? ¿Cuáles son nuestras nuevas costumbres y formas de vivir? ¿Qué erradicamos de nuestras vidas? ¿Qué estamos obligados a cumplir? Porque hay cosas que no nos gustan y será lo que tendremos que hacer.

El principal aspecto es la salud. El vivir esta emergencia sanitaria nos recordó cosas tan básicas como un correcto aseo personal, estar muy pendientes de nuestra higiene y lavarnos las manos, parece tonto, pero muchas veces lo tonto se olvida; ahora, a esto le debemos sumar las medidas de salubridad que se toman en los diferentes territorios. Debemos ser responsables con nuestra salud y asistir a chequeos médicos periódicos pensando más en la prevención que en la corrección.

Al hablar con profesionales de la salud hay tres tipos de enfermedades que estarán entre nosotros: las infectocontagiosas, las gastrointestinales y aquellas relacionadas directamente con la salud mental, con estas se debe tener especial cuidado, sin dejar de lado aquellas que han sido la principal causa de muerte entre el 2000 y 2019, según la OMS, la cardiopatía isquémica y los accidentes cardiovasculares.

Más allá de la salud

La pandemia nos mostró aspectos de la vida y de nuestra estructura como sociedad de los cuales debemos estar muy atentos a su buen funcionamiento, si estos no se están desarrollando de manera correcta se deben prender las alarmas para aplicar los correctivos necesarios en pro de un beneficio colectivo.

La corrupción es uno de los factores que genera más pobreza. Funcionarios públicos que trabajan para su enriquecimiento provocan que un porcentaje de la sociedad se empobrezca, se estanque el desarrollo social en equidad y generan una brecha socioeconómica cada vez más amplia. Los entes de vigilancia deben redoblar esfuerzos para evitarla, la ciudadanía y el periodismo deben evidenciar aquellos actos inmersos en esta problemática. Se deben endurecer los castigos y aplicarlos en derecho.

Se ha generado un incremento en la delincuencia; por ejemplo, en Bogotá “las cifras del año 2020 son contundentes: 38.840 hurtos, 4.884 establecimientos víctimas de delincuencia, 835 homicidios y 8.951 robos de bicicletas”, denunció el concejal de Bogotá Jorge Colmenares. No se puede relacionar directamente la situación pandémica con el incremento de hechos delictivos, pero la tendencia al aumento se debe revisar a la luz de otras consecuencias del 2020.

La pérdida del empleo y el cierre de actividades económicas son otros de los efectos de esta pandemia. Se está generando una emergencia económica en la ciudadanía que desencadena el aumento de la pobreza y los números en el sector productivo no son prometedores, la proyección de recuperación es lenta y a largo plazo.

Estos problemas exigen que, en lo local, lo nacional y en el mundo, se cuente con buenos líderes que orienten de manera óptima los procesos de la humanidad, no sobra aclarar que no hablamos de los mismos políticos corruptos de siempre, que solo trabajan por sus intereses utilizando las peores prácticas de manejo de la opinión pública. No olvidemos que quien los elige somos la ciudadanía.

El reto personal

Si bien hay un comportamiento colectivo en la construcción de la sociedad, es necesario que revisemos el comportamiento personal. El primer cambio debe estar en nosotros, partamos desde casa, es imperante que los hijos mejoren su comportamiento hacia sus padres; es decir, ser buenos hijos y todo lo que esto implica desde el respeto hasta el cuidado de ellos en su vejez, pero en la misma proporción se necesitan buenos padres, hombres y mujeres que eduquen en valores, respeto, reconstrucción de la moral y amor por el estudio y el trabajo.

La actualidad pide a gritos el respeto por la mujer, no puede seguir aumentando el maltrato, los feminicidios, las violaciones, la desigualdad, el desconocimiento de sus derechos y cualquier tipo de agresión que se genere contra ellas. Un comportamiento humano frente a las mujeres generará que disminuya la ola misándrica que ha venido creciendo con el tiempo, recordemos que toda acción genera una reacción.

El comportamiento de cuidado y respeto también debemos aplicarlo en nosotros. El confinamiento y la situación en la que está el mundo ha hecho que aumente el consumo de drogas y alcohol, el compromiso personal nos debe llevar a evitar todo aquello que nos perjudique, que afecte nuestra salud o nos haga daño de una forma u otra. Una buena alimentación, ejercicio y propender por nuestro crecimiento como seres humanos es una opción que está a nuestro alcance solo tomando la decisión.

Si hoy seguimos buscando el culpable en el otro sin mirar nuestros errores, si no somos capaces de reconocer que todas las personas son individuos diferentes, si no tenemos la capacidad de adaptarnos ante las malas situaciones rescatando lo positivo o seguimos siendo indiferentes frente a las problemáticas de nuestro contexto, es posible que necesitemos repetir las lecciones que nos ha traído esta pandemia.

El terminar el 2020 es un motivo para celebrar, para felicitarnos y para reconocer que somos capaces como humanidad, pero también es un llamado para considerar lo acá expuesto que corresponde a solo algunas de las cosas urgentes que debemos atender para disfrutar de la vida, del planeta y de todo lo que en el habita. Por su parte, el 2021 y los años venideros son un permanente examen que medirá si aprendimos a ser mejores seres humanos.

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