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Por: Henry Acero Ortega

Profesor escuela de comunicación, artes visuales y digitales

Politécnico Grancolombiano

 

Hablando del día internacional de la radio, el cual fue declarado por la Unesco desde el 2011, y filosofando un poco a cerca de su pasado, su presente y su futuro; es común dentro de los ámbitos académicos, en instituciones como en Poli donde se imparten carreras o asignaturas con una relación directa al campo de la radio, abrir la discusión con nuestros alumnos y profesores, y preguntarnos semestre a semestre, si la radio va a desaparecer en un futuro cercano, viendo el nacimiento día a día de nuevas y variadas plataformas del tipo sonoro. Para todos aquellos, que hemos crecido, hemos trabajado y hemos amado a este medio de comunicación, la respuesta romántica sería: No, nunca. ¡La radio jamás morirá!

Pero más allá de esta respuesta acomodada a nuestros intereses y sentimientos inmediatos, sobre todo, de personas como yo, de cierta edad madura; el panorama de poder seguir disfrutando de este mundo sonoro por muchos años más, no es tan negro o incierto como uno pensaría, pese a la llegada de las nuevas y variadas formas de distribuir la música por medio de plataformas como Spotify, y el poder obtener información en tiempo real como lo hacíamos con la radio, así sean noticias falsas, obtenidas hoy por medios como Twitter o Facebook, los cuales marcan actualmente la parada noticiosa.

La razón del porque la radio sigue funcionando y sigue facturando, es única: es un medio que pese o lo técnico de su funcionamiento, es muy humano o por lo menos se ha totalmente humanizado. Que tiene de diferente una emisora comercial de música pop por ejemplo a un playlist en Deezer se preguntarán las nuevas generaciones. La respuesta claramente, es que al otro lado de las ondas hertzianas estará siempre un humano, que con su voz nos da su compañía y hace que el trancón, la desvelada en una garita, el ordeñar una vaca a tempranas horas de la mañana o la trapeada del piso un domingo, se hagan de una forma más amena.

La radio se convierte en esa voz que nos arrulla y nos dice muy subliminalmente que está con nosotros espiritualmente, así sea simplemente para darnos la hora en tiempo real o hacer un anuncio publicitario que ni nos interesa. La radio se ha convertido en un medio donde ya no descubrimos artistas nuevos como lo hacíamos los viejos hace décadas; para esto si están las plataformas de stremiang como Apple Music o Tidal. La radio ya no es estrictamente el medio donde nos informábamos de novelones de futbolistas que iban a pasar de un club a otro por una suma de dinero irrisoria que nunca ni nos cabra en la cabeza, porque para eso están actualmente las plataformas de noticias o las redes sociales.

La radio nos sigue entregando esa voz seductora de un desconocido que nos presenta una canción, que crea un debate retorico, o que nos habla inquisitivamente de un tema en tiempo real. Es un evento perecedero único e irrepetible, y como tal, como humanos, sabemos aprovecharlo al máximo. Ese es el poder de la radio: una persona invisible que nos acompaña donde quiera que vamos.

Es por eso que mientras exista un humano detrás de un micrófono, al otro lado de la cabina radial, hablándonos a cada uno de sus escuchas, como si nos conociera, generará que la radio siempre tenga alguien quien la escuche y por eso siempre existirá. Seremos siempre de esta, su amante secreto. Larga vida a la radio!

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