Alexander Balzan, docente del programa de Negocios Internacionales del Politécnico Grancolombiano Sede Medellín
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A medida que se agudiza la problemática por el calentamiento global, y con ello los efectos cada vez más visibles como incendios forestales, inundaciones, deslizamientos, sequías, etc., se ha vuelto más común escuchar términos como economía circular o sustentabilidad, pero a nivel más técnico muchos expertos empezaron a hablar de un concepto conocido como la Bioeconomía.
La Bioeconomía es definida por la Unión Europea como el área de la economía que se enfoca en el uso de los recursos biológicos renovables para producir alimentos, materiales y energía. Se presenta como una respuesta a las necesidades (cada vez más crecientes) de los consumidores (cada vez más conscientes) del consumo responsable, que genere un mínimo impacto en la naturaleza o, incluso, que sus acciones ayuden a mitigar el impacto ambiental.
Para lograr su objetivo, la Bioeconomía se basa en la creación de bioproductos; estos son productos a base de materiales propios de la naturaleza (se reduce el uso de sustancias químicas sintéticas), y que permitan su reutilización o que su disposición final no afecte el medio ambiente.
El término Bioeconomía, si bien es de reciente uso, la misma Real Academia de la lengua Española (RAE) indicó en junio de 2019 que la palabra aún no se encuentra dentro del diccionario, pero está en estudio para ser incluida; además, informa que el término como compuesto o derivado está correctamente formado y no hay motivos para su censura.
Para conocer qué tanto se ha posicionado este término concreto, se empleó el Ngram Viewer de Google (una herramienta que permite hacer análisis estadísticos de texto). En este caso se buscó el número de apariciones de la palabra Bioeconomy en los textos en inglés desde el año 1990 hasta el año 2008 (no hay información posterior), encontrándose que el incremento en el uso de esta palabra ha sido exponencial en la década transcurrida entre 1998 y el 2008. El número veces que apareció esta palabra en textos en inglés creció en más de un 1000%, lo que muestra un creciente interés por esta temática.
A nivel global, la Comisión Europea decidió crear una política en Bioeconomía con el fin de lograr una economía más innovadora, con bajas emisiones y que permita conciliar las demandas de agricultura y pesca sostenibles, así como la seguridad alimentaria.
Un ejemplo para resaltar es la creación de neumáticos a base de un polímero de la flor diente de león, en vez de la tradicional a base de caucho. El Taraxagum (nombre que le han otorgado al nuevo polímero) fue creado gracias a la unión de esfuerzos entre la conocida empresa de neumáticos Continental y el laboratorio alemán Fraunhofer de biología molecular y ecología aplicada.
En la misma línea, el Estado colombiano contrató una consultoría en el año 2017 para que presentara ante el Departamento Nacional de Planeación las prioridades que deberá tener el Gobierno para posicionar el país en esta materia para el año 2030, con competitividad y por medio de la diversificación de las exportaciones, todo esto teniendo en cuenta que Colombia cuenta con un gran patrimonio de biodiversidad y, por lo tanto, un altísimo potencial para crear valor a través de la bioeconomía. La firma contratada para esta consultoría fue Biontropic, con sede en la ciudad de Medellín.
Para Colombia, la bioeconomía está basada en procesos de innovación, uso de nuevas tecnologías (se incluyen el uso de bio- y nano-tecnología, investigación científica multidisciplinar), así como el fortalecimiento de las alianzas Universidad-Empresa-Estado, que lleve al uso eficiente de la biodiversidad.
Dentro del informe entregado al DNP, se incluyó la priorización de los sectores clave para el desarrollo de la Bioeconomía en Colombia, dentro de los que se destacan:
- Agricultura, ganadería, silvicultura y pesca.
- Industrias manufactureras como: alimentos procesados y bebidas, cosmética y aseo, farmacéuticos, químicos, construcción, energía y derivados.
- Servicios en turismo, salud y tratamiento de residuos.
El reto ahora es para las empresas colombianas que deberán incluir dentro de su ADN el concepto de Bioeconomía, y desplegar las estrategias que permitan dar solución a la demanda de productos y servicios basados en este concepto, que cada vez está más presente en el vocabulario de los empresarios y consumidores.
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