Por: Javier Baquero – Jaba
De: Crotaurinos

Siempre se ha dicho que tarde de expectación, puede ser tarde de decepción y en muchos casos se cumple este aforismo, pero hoy en la Santamaría de Bogotá, yo diría que los aficionados que ocupamos más de tres tercios del aforo, vimos que una corrida con mucha expectación, se convirtió en una constante batalla del hombre contra el toro.

En primer término, digamos que desde la una de la tarde el cielo de la capital y en especial el que cubría el centro de la ciudad se oscureció y con una lluvia de esas que mojan de a poco, sonaron clarines y timbales para dar comienzo a la temporada capitalina.

Se lidiaron toros de la ganadería del Paraíso, de propiedad de don Jerónimo Pimentel, de lámina impecable como para exposición, lastima que en su gran mayoría fueron mansos y con complicaciones. De seis que se lidiaron, cinco fueron pitados en el arrastre.

Enrique Ponce.
El diestro de chiva en su primero se encontró con un ejemplar muy complicado, reculando sin embargo logró ejecutar muletazos que fueron acompañados de los oles del público, pues fueron ejecutados con pureza y temple gracias al torero español, en contravía del mal comportamiento del astado. Para recordar tres redondos y el pase de pecho con que remato, luego de porfiar e insistir por acoso al manso del Paraíso. Mato de pinchazo hondo y tres descabellos. Su labor se vio silenciada.

En su segundo, Ponce se llevó otro garbanzo negro, al que le “lucho” a más no poder, le ejecutó pocos pases, algunos de buena factura, más por la técnica que por la materia prima. Mato de pinchazo y dos estocadas.

César Jiménez.
El diestro español que abrió la puerta grande de Madrid en dos ocasiones durante este año confirmó su alternativa de manos de Enrique Ponce. En su primero estuvo muy bien con el capote, toreando muy vertical. Con la muleta, saludo a su oponente en el centro del ruedo con un pase cambiado por la espalda, lo que dejaba entrever que podríamos disfrutar de una buena faena, ilusión que se diluyó minuto tras minuto. El toro se rajo, salió suelto y Jiménez tuvo que “correr”, literalmente, tras él para poderle ejecutar los muletazos, que si bien es cierto no pudieron ser hilados si fueron con muchos deseos que es lo mínimo que se le puede pedir a un torero. Mato de estocada fulminante. El toro fue fuertemente pitado en el arrastre y César Jiménez se tapo, a mi modo de ver luego de su trabajo como gladiador había podido saludar desde el tercio pero el público no lo considero así.

En el quinto de la tarde, corto la única oreja del festejo, luego de construir una faena a base de persistencia y voluntad, como quiera que muchos consideráramos que era mejor pasaportar rápido al ejemplar debido a sus malas condiciones, cosa que no pensaba Jiménez, él no quería pasar inédito en su debut en Bogotá y a fe que lo consiguió. Mato de estocadonon. El toro fue el único que genero división de opiniones, personalmente creo que el toro fue malo.

Ramsés.
En el tercero de la tarde Ramsés saludo con dos largas cambiadas al pupilo del Paraíso y luego ejecutó verónicas de buena factura. Con la muleta ejecutó una faena de muletazos largos, mandones y profundos los que generaron que el palco presidencial hiciera sonar la música luego de la petición repetida de los aficionados. Mató de pinchazo y estocada un poco tendida. El toro recibió leves palmas en el arrastre y Ramsés pasó a la enfermería habiendo podido dar una vuelta como premio pero el público muy frió, no la solicito.

En el último de la tarde le correspondió un toro muy complicado, que arreaba siempre con la cara arriba, como queriendo “casar mariposas”. Con la muleta el nacional inició de rodillas, pese a las complicaciones mostradas por el astado en el tercio de banderillas. Fueron cuatro los muletazos que más que estéticos fueron de mucho valor y deseos, los cuales fueron agradecidos por el público con las palmas e incluso se escucharon gritos de Colombia, Colombia, Colombia. El toro se fue cada vez quedando más, girando en contrario y complicando la situación. Mato de estocada y se fue con el silencio del público.

Incidencias:
El diestro Enrique Ponce escucho en dos ocasiones, como la banda del maestro Escobedo ejecutó el feliz cumpleaños en su honor, hoy cumplía los 35 años.

El tercer toro de la tarde metió el cuello entre la barrera y uno de los burladeros, lo que generó sorpresa entre los actuantes y el público asistente. Finalmente y con la ayuda de la fuerza de algunos hombres el toro pudo salir ileso del percance.

Ricardo Santana y Hernando Franco “El Boterino” saludaron desde el tercio luego de palear al tercero de la tarde.

Ramsés pasó a la enfermería y recibió cuatro puntos de sutura en su mano izquierda luego de cortarse con una banderilla al entrar a matar a su primer ejemplar.