Por: Javier Baquero – Jaba
De: Crotaurinos
Con menos de media plaza en los tendidos, en tarde calurosa se llevó a cabo el cuarto festejo del seriado de Cañaveralejo. Se lidiaron astados de Alhama, variopintos, desiguales de presentación y de comportamientos diversos. Se cortaron dos orejas por parte de los actuantes, pero la presidencia concedió seis y se escucho música como en un concierto.
En ocasiones no escribir inmediatamente termina la corrida tiene sus ventajas, y hoy es el caso. Revise mis apuntes sobre la corrida y analizándolos encontré en términos generales que no hubo tanta belleza como nos hicieron ver, y es ese el momento, en el que me pregunto ¿quién manda a quién en la plaza? Mis apuntes dicen palabras más palabras menos: primer toro: trompica, es incomodo para el torero, manso en los caballos, envestidas cortas, estocada fulminante, pero toro con fuerte derrame de sangre.
Segundo toro: enviste con la cara a media altura o por los aires, mal picado, tarascadas en la envestida con la muleta, bravucón, calamocheó, se recostó por la derecha. Tercer toro: envestida descompuesta, pasa con la cara arriba, es difícil torear al astado, se cuela por el pitón derecho, mansote y caminador.
Cuarto toro: el toro va y viene, muletazos aprovechando el viaje. Quinto toro: toro complicado, mirando al torero y sexto toro: toro rajado, en el capote nada y en la muleta colaboró poco.
Sin embargo, y pese a las anotaciones, que no son otra cosa que lo que ví en Cali, se concedieron seis orejas y me pregunto ¿por qué?, ¿será que yo fui a otra corrida?, pues no, lo que pasa es que alguien manda a otro alguien y ese primer alguien es la presidencia del festejo, ¿y cómo? se preguntaran muchos, y la respuesta es con lo que algunos piden al calor de unos tragos o que escuchan al fondo del ambiente mientras degustan su trago de manzanilla, la música, ese es el secreto.
Ayer sonó música por doquier, el palco justificó el pago de la banda al hacer ejecutar pasodobles muy variados. En conclusión, los seres humanos actuamos por estímulos, y si en la fiesta ponen buena música todos bailamos.
Ahora bien hablando de los toreros digamos que la oreja de Antonio Ferrera en el primero fue muy larga y en su segundo un trofeo era suficiente. Salvador Cortés no se llevó lo menos potable y la oreja sobraba y en cuanto a Paco Perlaza las dos orejas de su segundo fueron un premio justo a la actuación en conjunto, fue el que mejor estuvo y lo que se le negó en días anteriores se vio compensado con la salida a hombros de ayer. Lo demás fue al calor de unos tragos y bajo las ordenes de una presidencia que maneja de manera muy sutil pero muy inteligente, el más elemental concepto de la psicología, toda acción tiene su reacción, todo estimulo genera una reacción, a más música más fiesta, más orejas y menos arte. Cali se merece una mejor suerte.