En Manizales los aficionados pudieron disfrutar las mieles del buen torero acompañadas del merengue que brindan los toros bravos. Seis de seis, podríamos decir seis orejas y múltiples equivocaciones en el palco alto.  Con un encierro de Las Ventas del Espíritu Santo, bien presentado en general y de juego de calificación superior actuaron el Maestro Cesar Rincón, Luis Bolívar y Antonio Ferrera.

 

César Rincón cortó una oreja a su primer toro, un excepcional ejemplar al que le ejecuto una faena pletórica de arte en cada uno de los lances y posteriormente con todos los muletazos. Rincón mató de estocada en todo lo alto y el presidente de forma irresponsable e irrespetuosa con la afición e incluso con la razón negó la concesión del segundo trofeo y la vuelta al ruedo del ejemplar, que bien había podido ser indultado. El público abronco fuertemente al presidente. En su segundo, tal vez el menos claro, sin ser malo, ejecuto una faena llena de técnica torera, muletazos de variadas marcas redondearon una buena faena. Mató de estocada y el presidente concedió una oreja.

 

Luis Bolívar, lleno de arte y torería con el consejo al oído del maestro Rincón como ganadero, construyó a su primero una faena de pinceladas de alta calidad sobre un lienzo de reducido espacio, circunscrito al centro del ruedo. El público pidió con fuerza el indulto del toro que a la postre fue concedido. En el último de la tarde, otro bravo toro lastimosamente se malogro luego de una vara trasera y una vuelta canela.  Las cosas no marcharon con el acero y escuchó un aviso.

 

Antonio Ferrera, torero que recibió a un público caliente realizó una faena en su típico toreo, alegre bullidor pero de poco fondo, agradable a la galería pero sin fondo para los verdaderos aficionados al buen toreo. Corto de una las dos orejas de su segundo, orejas cortadas más por efecto del clamor del respetable que por lo efectivo y bello de sus faenas.