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En una tarde soleada a más no poder, con un cartel de lujo y la lidia de los astados de Juan Bernardo Caicedo se puso el cerrojo de oro a la que se denomino "La Mejor Temporada de América". Seis orejas y puerta grande para "El Juli", José Mari Manzanares, Luis Bolívar y el ganadero Caicedo.

 

En muchas ocasiones se dice que lo que un taurino se lleva al momento de salir de la plaza es lo que le ha quedado en la retina, hoy en la ciudad de Bogotá los 14 mil espectadores que disfrutamos del último festejo de la temporada quedamos empalagado si es que se puede uno empalagar la retina con casi la totalidad de la corrida de remate.

 

Empecemos por decir que en Bogotá se rompió la racha que venía atravesando la ganadería de Juan Bernardo Caicedo.  El ganadero fue profeta en su tierra con cinco de los seis astados que llevó, en especial con el número 50, un jabonero sucio de 522 kilos de nombre maestro que sirvió para que el también colombiano Luis Bolívar se alzara con el triunfo y la puerta grande al indultar a este hermoso e importante toro.

 

Julián López "El Juli", se llevó las dos caras de la moneda, en su primero un toro noble ejecutó una faena del regusto de los exigentes aficionados capitalinos, toreó con inteligencia y dio el sitio perfecto al toro para que los dos lucieran. Mató de media y cortó las dos orejas. En el cuarto del festejo lidió un toro que se vino de más a menos y que entendió a la perfección, lo pasaportó de estocada y saludo desde el tercio. El toro que fue el garbanzo negro del encierro fue pitado en el arrastre.

 

José Mari Manzanares,  vino a Bogotá luego de una temporada no muy afortunada en Colombia pero también salió a hombros luego de cortar una oreja a cada uno de sus oponentes. La verdad gustó, tal vez más en el segundo que en el primero, pero gustó, con el capote demostró sapiencia, temple y verdad. Con la muleta brindo una excelente faena en el quinto de la tarde, tandas largas, mandonas con "ángel", quizás como el mismo que tenía su padre cuando pisaba el ruedo de la Santamaría.

 

Luis Bolívar, por fin lo vimos en Bogotá, confirmo su alternativa con altura y con esta actuación dejó un punto muy importante en su comienzo de temporada 2007. En la plaza más importante de Colombia. Indulto a un "maestro", con clase torera y muy buenas maneras, nos dejo ver que el vallecaucano es sin lugar a dudas el torero colombiano de mayor proyección internacional. Bolívar vino luego de mucha espera por parte de la afición de la capital y entregó un toreo pausado, variado y con madures. En el toro del indulto, el sexto, inició con dos faroles que hicieron que la parroquia entera se pusiera de pie para aplaudir al torero, labor que remató luego de la pica con quites de esos que los pintores quisieran plasmar en el lienzo. En la muleta un concierto de bien torear, entendió a la perfección el comportamiento del burel, lo toreó de largo, en corto, por derecha y por izquierda, en fin Bolívar se metió en el corazón de los muy exigentes aficionados bogotanos y rompió con las dudas que algunas empresas tenían frente a la valía del nacional, al punto que al final de la tarde se vieron lagrimas correr por los rostros de algunos empresarios y aficionados, al tiempo que su labor le sirvió para la firma de varios contratos dentro de los cuales esta uno muy importante, tres tardes en su tierra, en la plaza de toros de Cali para la temporada 2007 – 2008, en buena hora por LUIS.    

 

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