Medellín – Colombia. En tarde primaveral se cumplió la quinta de abono de La Macarena, solo dos orejas a manos de los toreros y un bravo toro indultado a la ganadería, Jiménez gustó, Bolívar destacó y Pinar fue desbordado por el indultado de la tarde.

César Jiménez, el torero de Fuenlabrada en su primero lucio con el capote antes y luego de que el varilarguero interviniera, bonitas verónicas a pie junto completaron su repertorio. Con la muleta no gusto del toro y no brindó pasó desapercibido y no se acopló a la embestida descompuesta del astado, mató de estocada y tres pinchazos. La verdad que su actuación dejó mucho que desear, poca voluntad en el español. Palmas al toro y pitos al torero.

Jiménez, mostró otra faceta en la muleta de su segundo astado, porque en el capote prácticamente fue nada lo que se pudo ver, con pases por alto, estéticos y toreros llevó a su oponente al centro del ruedo donde lo mantuvo toda la faena. Jiménez aprovechó las condiciones de su astado, con ambas manos ejecutó tandas destacándose con naturales mandones y derechazos de mucha profundidad. Mató de pinchazo y dos descabellos y el público pago al torero con aplausos lo hecho en el ruedo.

Luis Bolívar, frente a un toro de comportamiento incierto puedo ejecutar unas pocas verónicas y luego de la vara chicuelinas de buena factura, con la muleta puso mucha voluntad aunque la estética y la rapidez desequilibraron la ecuación taurina. Estatuarios, pases por bajo y faena en redondo con ambas manos fueron lo mostrado por el vallecaucano, lamentablemente la espada cayó baja. El colombiano agradó a los tendidos con su labor, sobre todo por la disposición hacia los aficionados. Silencios para el torero y leves palmas para el astado.

En el quinto de la tarde el colombiano lidio un astado de bonita estampa, un castaño salpicado, astifino, que a demás de todo fue noble y con calidad. Con el capote brindó bonito espectáculo en especial con el quite por saltilleras y una media invertida que fue del regusto de los aficionados. Con la muleta destacó por la inteligencia y cadencia de sus ejecutorias, entendió a la perfección las distancias de su oponente, por naturales costó un poco más pero descifró el camino para construir lo que fue una faena de importancia para el torero nacional. Mató de gran estocada y la petición no se hizo esperar, lamentablemente el palco alto tan solo concedió un trofeo.

Rubén Pinar, en su debut como matador de toros en Colombia lucio un encastado toro de la ganadería de Santa Barbara, al que le ejecutó verónicas sin lucimiento, con la muleta realizó un buen número de tandas siendo mejor sus ejecutorias con la mano derecha. Con la izquierda se embarullo y tuvo que salir por huidas. Si bien es cierto hubo voluntad fue una faena deslavazada, sin fondo artístico, mató de estocada certeza y la presidencia concedió una oreja con escasos pañuelos de petición.

En el que cerró la corrida se las vio con el mejor toro del encierro, con el capote lucio y aprovecho las fieras embestidas del castaño de Barbero, luego de la pica por talaveranas, es decir chicuelinas alternadas con tafalleras redondearon su labor con el percal. Con la muleta tuvo una actuación entonada, sin embargo el hecho de tener tan solo cuatro corridas se notó pues la calidad, fijeza, prontitud de so oponente lo desbordaron, perdió el sitio acoso sin necesidad y por momento no permitió lucir al astado. El astado un castaño bocidorado de bella lámina y excelente comportamiento encrecho de bueno a mejor, su fijeza en los engaños hicieron que los pañuelos brotaran de las manos y vistieran de blanco la plaza para que el presidente finalmente mostrara el trapo amarillo concediendo el indulto al bravo toro del Capitán Barbero y una bandera blanca para entregar un trofeo como justo premio al torero.