Redacción Internacional: Javier Baquero – Jaba – enviado espacial a Las Ventas

Madrid – España. Luis Bolívar repite su «Hazaña» al cortar una oreja en la Catedral del Toreo. Por primera vez en San Isidro 2009 se llenó el coso venteño. A sangre y fuego se ha cortado la única oreja de la tarde. «Los del siete» tuvieron que acallar sus voces tras el respaldo de los nueve tendidos restantes al colombiano.

Bolívar, quien asistía a su tercera comparecencia a la primera plaza del mundo durante el presente año, pago con sangre sus ansias de triunfo. La apuesta del joven vallecaucano cambió la expresión de la cara del cotarro que llenó los tendidos, primero al recibir una fuerte voltereta cuando lidiaba con el capete y luego, cuando con muleta en mano quiso bordar el buen torero frente a un toro que se resistía al dominio del suramericano. Ya en el tercero del festejo, primero del compatriota, las cosas no funcionaron por las malas condiciones del astado de Las Ramblas, pese a la voluntad de Luis.

Bolívar hizo las cosas bien, desde el momento mismo del paseíllo, e incluso al abandonar el ruedo con la oreja en su mano rumbo a la enfermería. Basta diríamos muchos con la indiferencia de Madrid ante las notables condiciones del matador colombiano. Son varias las tardes de lucha y tal vez pocas las recompensas, sin embargo, hoy la petición ha sido mayoritaria y agresiva frente a un palco que no escatima en la «michaqueteria», a Dios lo que es de Dios y a Bolívar, lo que es de Bolívar expresó el respetable. El palco hoy no pudo «hurtar» el pago a la disposición, el talento y la exposición de un hombre que tarde tras tarde se juega la vida frente a los toros.

Si bien es cierto la cornada del torero colombiano nace en el error de bajar demasiado la mano a un toro con genio, que no calidad, buscando siempre someter la embestida telegrafiada y con parones en medio de recorrido, también es cierto que la única forma de lograr la atención de Madrid es bajando la mano aunque los toros no la tomen de buena manera. Hoy la voluntad, las ansias y la honestidad sobrepasaron la razón. Se quería el triunfo por parte del nuestro y a fe que lo consiguió. La de hoy no fue una oreja más, fue la oreja más justa de las pocas concedidas durante el presente seriado. Una oreja de oro que costo sangre, la sangre de Luis Bolívar.