En Sogamoso Gustó la Terna y se Concedió un Indulto Inconsulto
Sogamoso – Boyacá – Colombia. Con tres tercios del aforo en los tendidos, con el marco de una tarde esplendida y calurosa se realizó la segunda tarde de toros en las Ferias del Sol y del Acero. Tres orejas y un rabo se cortaron en una corrida agradable.

Hoy se lidiaron astados de la ganadería de Juan Bernardo Caicedo, bien presentados en términos generales, aunque escalerudos entre sí. De su comportamiento hay que decir que dieron buen juego y permitieron el lucimiento de los actuantes. El sexto bis fue un toro importante al que se le concedió un indulto bastante rápido por parte del palco alto.

La terna la conformaron el cucuteño Sebastián Vargas, el caldense Cristóbal Pardo y el español Paco Ureña.
Sebastián Vargas anduvo bien con su primero, con el capote entendió a un toro que no era franco en la embestida aunque perseguía con presteza. Con las banderillas brindó espectáculo junto a Cristóbal Pardo a quien invitó a compartir el tercio. En la muleta realizó una faena inteligente y con mucha madurez, sorteando las dificultades de una res intermitente en las embestidas. Con los aceros la suerte no fue mayor y todo quedo en un silencio respetuoso.

En el cuarto inició con mucha emoción su labor, dos largas cambiadas despertaron la emoción de los tendidos, para posteriormente dar buenos lances al de Juan Bernardo. Con las banderillas lució, sobre todo con el par a la «Calafia». Con la muleta el cucuteño hizo las cosas bien hasta donde el astado se lo permitió, teniendo en cuenta que la res salto al ruedo cojeando de sus remos traseros y luego de la pica se vino a menos, al punto de literalmente echarse a la arena en dos ocasiones lo que dio paso para que el puntillero tuviera que utilizar su herramienta para dar muerte al toro. Vargas quiso regalar un séptimo, que ya había sido aprobado por el ganadero, sin embargo, este tuvo que ser lidiado por el torero español a quien se le inutilizó su segundo astado.

Cristóbal Pardo, el torero de Victoria Caldas, lidió en primer término a un toro que en principio no iba en el encierro, según el criterio del ganadero, pese a lo cual los representantes de los toreros insistieron para meter en el sorteo a este «Tolimense» de 470 kilos. El toro de salida, o mejor durante toda su lidia hizo cosas no muy claras, sin embargo, Pardo sobre pasó las dificultades, entendió a la res, ejecutándole una faena inteligente, en la que las condiciones del buen torero nacional solventaron con presteza lo ofrecido por el Juan Bernardo. Hay que destacar que el astado humillo un poco más que el lidiado en primer lugar, pero fue tardo en las acometidas y no permitió ligazón por parte de pardo. Un aviso luego de los fallos con los aceros dieron paso a un silencio para el caldense. Con el quinto de la tarde Cristóbal se sintió a gusto, lanceo a la verónica con mucha donosura, banderilleó junto a Sebastián Vargas y gusto a los aficionados. Con la muleta inicio de forma inusual, rodillas en tierra para endilgar una primera tanda en la que su oponente colaboró persiguiendo el engaño y dejando estar al colombiano. Posteriormente Cristóbal ejecutó buenas tandas con ambas manos. Lamentablemente el acero no ayudo y los pasodobles cortos sonaron en el palco alto dejando así ir el triunfo que estaba bien construido.

Paco Ureña, torero español que debutó en Colombia con esta presentación en Sogamoso resulto al final de la tarde como el triunfador de la primera corrida. Con su primero, tercero de la corrida mostro buenas maneras con el capote y con la muleta sus andares respondieron a lo planteado por el pupilo de Juan Bernardo. Ureña dejó el acero en lo alto y la presidencia concedió un trofeo. En sexto lugar salto al ruedo un astado negro, con hechuras y mucho trapío. El cual lamentablemente tuvo que ser devuelto a los corrales luego de perder parte de la pezuña de su «mano» derecha. Salió un sexto bis, la reserva que inicialmente se había anunciado para Vargas, a este Ureña lo lidio de buena manera, lució con la capichuela y con la muleta saco partido de las embestidas. El toro fue bueno, persiguió los engaños, se empleo bien en las diferentes tandas, pero eso no dio a mi modo de ver para conceder un indulto que apenas algunos asistentes solicitaron. Si hay que ser franco, el indulto fue largo, pero aun más largo fueron las dos orejas y el rabo que sin saber porque la presidencia concedió de forma larga y generosa, trofeos que ni siquiera el propio torero esperaba.